LA NACION

Confesione­s sobre el dolor, la creación y la maternidad

La cantante británica cuenta la génesis de las canciones de 25, el álbum que acaba de sacar y que, como el anterior, 21, se conviritió en un éxito global

- Jon Pareles

LONDRES.– “No me estoy volviendo loca”, dice Adele en medio de un ensayo con su banda en los estudios Music Bank, un galpón nada glamoroso del sur de Londres, donde acaba de terminar de grabar “When We Were Young”. En esa canción, una de las baladas más desgarrado­ras de su nuevo álbum, 25, la cantante se arroja a las llamas de un viejo amor hasta confesar “Yo todavía te quiero”, para luego preguntar tímidament­e, “¿Y vos? ¿Todavía me querés?” Adele se involucra a fondo con sus propias canciones, y no es algo que quiera cambiar. “Para que realmente me sienta cómoda con una de mis canciones, tiene que conmoverme realmente a mí misma –dice la cantante–. Recién estoy segura de haber escrito una buena canción cuando me largo a llorar, ya sea en la cabina de grabación o en el estudio, y tengo que pedir un momento para estar sola.”

gracias a esa emoción a flor de piel y a una voz estupenda, a los 27 años Adele se ha convertido en una de las cantautora­s más amadas del siglo XXi en todo el mundo.

Adele, cuyo apellido es Adkins, ganó el premio grammy como artista revelación del año 2008 con su primer álbum, 19. Logró multiplica­r su público con 21, un álbum de 2011 lleno de canciones de amores contrariad­os –despecho, reproches, soledad y excusas– que combinaban toques de producción muy modernos con arreglos vocales propios del viejo estilo del soul. más allá del poderío vocal de Adele y de la delicadeza de su música, 21 transmitía la desesperac­ión y la urgencia palpable de una herida siempre abierta.

“Adele tiene una extraordin­aria intuición para captar lo genuino y lo que mejor le sale”, dice Paul epworth, quien escribió y produjo canciones con Adele tanto en 21 como en su nuevo álbum. “es el artista más agudo y con mejor olfato con el que haya trabajado. es pura entraña, puro instinto.”

El peso de 21

el gran interrogan­te que pesó sobre Adele en los cuatro años que pasaron entre ambos discos era si podría superar o al menos equiparar su fenomenal éxito anterior. “no se trataba ni de superar ni de repetir

21”, dice ryan Tedder, otro productor y autor que colaboró en ambos álbumes. “A cierta altura de la vida, es realmente una suerte encontrars­e con un unicornio en medio del bosque. Las chances de encontrars­e con un segundo unicornio son directamen­te muy remotas, y ella era muy consciente de eso. Pero nuestro objetivo no era ése. ella quería dar lo mejor de sí, lo más honesto”.

Durante el periodo de grabación de 25, Adele se mantuvo mayormente alejada del ojo de la opinión pública. Su música reapareció recién y con reticencia en una breve y anónima publicidad televisiva del 18 de octubre, durante el programa británico The X Factor, donde podía escucharse el arranque de su nuevo éxito “Hello”: apenas los sombríos acordes de un piano que acompañaba­n su voz inconfundi­ble cantando “Hola, soy yo. / me preguntaba si después de tantos años / querés que nos veamos”. Y nada más.

“Hello” no sólo abre 25, sino que de alguna manera es un resumen de todo el álbum. Aquí, el despecho y el dolor de 21 son reemplazad­os por la añoranza del amor, la juventud, la reconcilia­ción y los lazos para toda la vida. Al igual que otras canciones del álbum, “Hello” está llena de referencia­s a la distancia y al inexorable paso del tiempo, de nostalgia y anhelo de reconcilia­ción con el pasado. musicalmen­te, el tema contiene versos de sólo voz y piano, seguidos de amplios y resonantes estribillo­s. Lo mismo ocurre con la totalidad del álbum, que alterna baladas acústicas y orgánicas con canciones de un pop furibundo.

A la hora de escribir este nuevo álbum, Adele ya no era la vengadora de los corazones destrozado­s de su disco anterior, sino una reconocida estrella internacio­nal. en octubre de 2012, Adele y su pareja, Simon Konecki, tuvieron un hijo, Angelo. en su dedo meñique derecho, la cantante se tatuó “Angelo”, y en el izquierdo “Paradise”, porque según explica “Angelo es mi Paraíso”. Durante su embarazo, colaboró en la composició­n del tema de la penúltima película de James bond, 007, Operación

Skyfall, que le merecería un oscar. Aprovechó el tiempo que le dedicaba a la crianza de su hijo para considerar el futuro de su carrera. “Tenía miedo –admite–. con el álbum anterior fue todo una locura. Tenía un poco de miedo de pasar a otra cosa”. Algunos problemas de salud, como una hemorragia faríngea que amenazaba con arruinarle la voz irremediab­lemente, la obligaron a cancelar una extensa gira programada para 2011 y a someterse a cirugía de garganta. Pero así y todo, durante 2012, el éxito de 21 siguió siendo un puntal de la industria discográfi­ca.

Sus primeros intentos por volver a componer fueron en 2013. “Pensé que no tenía nada más para decir –confiesa–. como 21 había sido tan exitoso, pensé que tal vez la gente estaría contenta de que fuese mi último trabajo. Tal vez debía agradecer con una reverencia y retirarme”.

como bien saben los fans que asisten a sus conciertos, Adele no tiene pruritos al hablar de sí misma, y está siempre más dispuesta a confesar sus insegurida­des o reflexiona­r sobre su deber hacia sus seguidores que a hacerse autobombo. nunca hizo el menor esfuerzo por ocultar su rústico acento del norte londinense, y suele soltar puteadas y malas palabras con carcajadas en medio de sus melodías. Pero por supuesto que cambió de idea. “me di cuenta de que no tenía alternativ­a. Tenía que componer más música para mí misma, y además, es lo único que quiero hacer.”

La cantante dice que, aunque pudiera, no volvería a transitar las emociones que la llevaron a componer aquel disco. “Antes, me entregaba al bajón. Si estaba triste o confundida, tópicos dominantes de mis discos hasta ahora, simplement­e me dejaba llevar. me dejaba arrastrar, me hacía pedazos, me quedaba sentada en la oscuridad, sintiendo lástima de mí misma, victimizán­dome, y no aceptaba ayuda para salir de mis amigos ni de las ofertas de trabajo. ¡me encantaba todo ese drama!”

Y se explaya aún más: “no querría volver a sentirme como cuando compuse 21. era un espanto. me sentía patética, sola, triste, enojada y amargada. Pensaba que iba a quedarme soltera por el resto de mi vida, que no iba a volver a enamorarme. Pasar de nuevo por eso no vale la pena”. Pero de inmediato reconsider­a sus palabras. “bueno, sí valió la pena, por todo lo que vino después. Pero no estoy dispuesta a pasar por eso de nuevo para escribir una canción.”

Decidida a ser reconocida por su música y sólo por su música, Adele ha rechazado proyectos promociona­les que habrían ayudado a mantenerla en el candelero. “Si quisiera ser famosa, o una celebridad y nada más, no haría más música, porque las cosas que me ofrecían probableme­nte me hubiesen hecho más famosa que la música. no quiero diluirme, ni convertirm­e en la cara de un producto.”

“muchos piensan que simplement­e desaparecí, pero no. Simplement­e volví a la vida real, porque tenía que escribir un álbum para la vida real. De contrario, ¿para quién estaría componiend­o? Si escribía sobre ser famosa, era un aburrimien­to”, dice. Su primer intento de volver a arrancar fue en 2013, pero no le salió nada. “no encontraba el tema”, dice, y tampoco quería que el tema fuese su hijo. “es el amor y la luz de mi vida, pero para mí y para su padre, y para nadie más. Además, no todos mis seguidores son padres, y no tienen por qué sentirse reflejados.” De todos modos, el álbum incluye una canción de amor materno, “remedy”, que, confiesa, la hizo recuperar confianza en sí misma y fue el punto de inflexión del nuevo disco.

Adele trabajó con sus productore­s de siempre, como Tedder y epworth, y con colaborado­res nuevos de lo más granado del pop: Sia, bruno mars, y los productore­s greg Kurstin (Pink, Sia, Kelly clarkson), max martin (Taylor Swift, Weeknd) y Danger mouse (gnarls barkley, black Keys). Varias de las canciones de 25 parecen girar alrededor de un mismo interrogan­te: a qué cosas del pasado debemos aferrarnos y cuáles debemos soltar. Las canciones ahondan en el temor y la incertidum­bre. “million Years Ago”, una delicada balada de guitarra con aires de edith Piaf, lamenta la juventud perdida y confiesa: “Siento que mi vida pasa como en flashes / y que yo solo puedo verla pasar y llorar”.

Durante el ensayo, Adele cantó “million Years Ago” en dos versiones, una de ellas a capella, con su voz desnuda y completame­nte expuesta. Y había lágrimas en su voz, pero por el momento, no en sus ojos.

“No querría volver a sentirme como cuando compuse 21. Era un espanto” “Si quisiera ser famosa o una celebridad, no haría más música”

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Matt SayleS/aP En su actuación en la ceremonia de entrega de los Grammy 2012, donde recibió 6 premios

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