La prioridad del Indec es mostrar la realidad actual
Jorge Todesca, secundado técnicamente por Graciela Bevacqua, es el encargado de volver a transformar al Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en un organismo que genere información creíble. Haber sido perseguidos por Guillermo Moreno no necesariamente es sinónimo de idoneidad; las que valen son las experiencias de Todesca como funcionario público y usuario de estadísticas, y de Bevacqua como productora de estadísticas. ¿Cómo deberían encarar el desafío que se les presenta?
Al respecto consulté al inglés William Sealy Gosset (1876 - 1937), quien en 1899 ingresó a trabajar en Arthur Guinness e hijo, una empresa cervecera en Dublín, Irlanda. Edward Cecil Guinness fue pionero en contratar a científicos para mejorar la producción. Tenía por política no dar a conocer los resultados obtenidos dentro de la empresa, pero a Gosset se le permitió publicar sus investigaciones sobre métodos estadísticos si utilizaba un seudónimo. Por eso al famoso test “t”, la profesión lo conoce como la “t” de Student. Fue publicado en 1908 y es considerado un clásico. –En la antigua Grecia, como en la Edad Media, no existían estadísticas y sin embargo la gente vivía. ¿Por qué son tan cruciales? –Para la existencia biológica tampoco son necesarios la energía eléctrica, el tren, Internet o el vino tinto. Lo cual no quiere decir que resulte indiferente que ciertos bienes existan o no existan. Un solo indicador: la expectativa de vida del ser humano no es independiente de los bienes con los cuales se alimenta, se educa, se cura, etc. Hace dos siglos, en los países más desarrollados, apenas superaba los 30 años. –Insisto: ¿para qué sirven las estadísticas, como el PBI, la tasa de inflación o la de desempleo? –Desde la perspectiva individual, para saber si lo que le ocurre a cada uno es un fenómeno individual o colectivo. No se necesita al Indec para saber si uno está ocupado o desocupado. Pero para conjeturar las chances de conseguir otro trabajo, no es lo mismo perder el que se tenía cuando la tasa de desocupación es baja que cuando es altísima. De la misma manera que no es lo mismo que las ventas de una pizzería caigan, cuando las de las demás suben, que cuando las de todas las pizzerías declinan. –¿Y en el caso del Gobierno? –Para evaluar el resultado de las políticas públicas. ¿Cómo saber si una política antiinflacionaria, o de empleo, está funcionando, si no se mide la variación de los precios o las modificaciones en el número de personas ocupadas? –¿Se puede luchar contra la pobreza sin contar con estadísticas? –Un funcionario que hoy dijera que no sabe qué medidas tiene que adoptar, porque sabe cuántos pobres hay en la Argentina, debe ser echado inmediatamente de su puesto. Que use la estimación que hace la Universidad Católica Argentina si necesita algún guarismo. –Se ha dicho que las estadísticas, como los bikinis, lo que muestran es importante, pero lo que ocultan es esencial. –Esa es la versión para numeromaníacos. La versión para numerofóbicos es la contraria: que lo que ocultan es esencial, pero lo que muestran es importante. En todos los casos, tanto por problemas conceptuales como prácticos, las estadísticas macroeconómicas deben ser utilizadas sin decimales. –Los recursos son escasos y tienen usos alternativos. ¿Qué les recomendaría a Todesca y a Bevacqua? –Que comiencen su labor estimando para adelante las variables más relevantes, como inflación, PBI, empleo, etcétera, dejándole la tarea de empalmar las estimaciones previas a fines de 2006 –cuando comenzaron los “dibujos”– y la actualidad, a los académicos y a los peritos que intervengan en los juicios. –¿Qué pasa si las estimaciones iniciales le dan “mal” al Gobierno, es decir, un fuerte aumento de la tasa de inflación, recesión, etcétera? –El gobierno presidido por Mauricio Macri arranca con cierto grado de credibilidad, pero no se trata de algo incondicional. Si el “nuevo” Indec necesita demorar algunas semanas para comenzar a publicar datos confiables que lo haga. Mientras tanto que continúen las estimaciones privadas. –Don William, muchas gracias.