Las leyes internacionales obligan a jugar limpio a la hora del comercio
En los últimos días se configuró un nuevo mapa para las empresas tanto a nivel nacional como internacional. Lo cierto es que las reglas de juego se modificaron, la apertura del país al mercado mundial configura nuevos panoramas, nuevos jugadores y definitivamente cambios internos.
La integración provoca que las empresas pequeñas o medianas que seguramente nunca pensaron en vender a otro país, puedan estar siendo observadas desde el exterior por compañías que aprecian el producto elaborado, el nicho de mercado o directamente el potencial de la empresa argentina. Además, es sabido el interés de muchas compañías extrajeras que tienen los ojos puestos sobre la Argentina, y que buscarán, en muchos casos, aliados estratégicos para su arribo.
Cuando ese vínculo comercial comience a desarrollarse, tanto los agentes locales como los extranjeros estarán alcanzados por reglas de juego diferentes, procedimientos que en otros mercados están incorporados hace tiempo y que, para muchas de las empresas locales, la situación está aún en fases iniciales. El problema es que el mercado pondrá a todas las empresas que quieran integrar la comunidad internacional a alinearse con estándares distintos en materia de políticas anticorrupción y anti soborno.
En este sentido, la lucha contra estos flagelos son prácticas institucionalizadas en otros países a través de leyes como la Foreign Corrupt Practices Act (FCPA) de Estados Unidos, o la UK Bribery Act (UKBA) de Gran Bretaña a través de las cuales, todas las empresas alcanzadas, sea cual fuera su filial, para operar deben responder a una serie de condiciones establecidas por ley ya que si no lo hacen pueden verse perjudicadas sus funciones y atenerse a multas altísimas.
En el mundo del compliance, las leyes como FCPA, UKBA, Sarbanes-Oxley (SOX), entre otras, están incorporadas por las grandes compañías multinacionales. De todas formas, el mundo se muestra dinámico y compromete más reglamentaciones.
Sin ir muy lejos, tras el escándalo de corrupción de Petrobras que surgió en Brasil, el país promulgó una ley que controla las empresas privadas en estos asuntos, a principios del 2014, poniendo así en la agenda de muchas empresas Argentinas con relaciones comerciales con ese país, en situación de posible ruptura de dicho vinculo si las empresas Argentinas no se ponían “a tono” con los nuevos requerimientos. Algo similar pasa con Chile, tras su incorporación a la OCDE en 2010.
En Argentina, y muchos otros países de la región, los controles son laxos y por lo tanto, las operaciones se vuelven más riesgosas, lo que afecta directamente en las inversiones extranjeras. De hecho, según el último informe sobre fraude corporativo realizado por Kroll (su octava edición, de la que participaron 768 ejecutivos senior de todo el mundo) más de 7 de cada 10 empresas declararon que durante el último año han visto disuadidas sus decisiones de expansión hacia otros mercados debido a los altos índices de corrupción y soborno que muchos de ellos representan. La verdadera mala noticia para la región es que Latinoamérica lidera este ranking siendo la región con mayor índice de disuasión de las inversiones extranjeras (con el 27%) por encima de África (22%) y Europa del Este (14%)
Frente al nuevo paradigma económico, llegó el momento en el que las empresas aprieten el acelerador en términos de transparencia y lucha contra la corrupción y el fraude si desean pertenecer a la comunidad de negocios internacional. Aquí entonces no solo es importante tener un convencimiento de las cabezas operativas, sino también la contratación de personal capacitado en cumplimiento. Las regulaciones y reglamentaciones son cada vez más complejas y comprenderlas y ajustarse a ellas se convierte cada vez más en una tarea en aumento.
En la Argentina, los controles son laxos y las operaciones se vuelven riesgosas para las firmas extranjeras