LA NACION

La conmovedor­a historia del apasionado hincha no vidente

Vicente Zuccala tiene 26 años, vive en Garín y es uno de los 15.000 fanáticos que están en Japón, aunque su vida es diferente a las demás; “Cuando uno quiere algo se puede hacer”, dice

- Pablo Hacker

YOKOHAMA.– “Cuando River ganó la Libertador­es, decidí venir, aunque fuera solo. Tenía que estar ahí, sentirlo. No había podido ir a ninguno de los partidos de la copa por no conseguir entradas, ni siquiera en sitios no oficiales. Me di cuenta que había algo máximo, viajar a Japón. Me compré el pasaje con mis ahorros y me vine solo”. La frase podría ser de cualquiera de los 15.000 hinchas millonario­s que llegaron aquí por el Mundial de Clubes , pero escucharla de la boca de Vicente Zuccala emociona.

Vicente tiene 26 años, vive en Garín y es no vidente. Jugador de los Murciélago­s, dice que su pasión por River no tiene límites y lo demuestra. Es parte fundamenta­l del último multitudin­ario banderazo, el respaldo de la pasión a horas del choque con la historia. Habla con total naturalida­d. Él es uno más de esta multitud y pide que su historia no sea contada como algo diferente. “Lo lindo es que se demuestre que cuando uno quiere algo se puede hacer”, le dice a la nacion. Su foto haciendo escala en Qatar con la camiseta millonaria se viralizó y tocó en lo más profundo el sentimient­o de miles de fanáticos. “Esa foto debe ser de la escala en Qatar, ahí estuve ocho horas sentado esperando. ¿Miedo? No, para nada. Estaba preocupado por si se me perdía el pasaporte o algún papel”.

La aventura japonesa de Vicente comenzó en agosto, cuando sacó el ticket aéreo. “Todo el viaje me salió 35.000 pesos, es mucho para mí, pero lo lindo es que pude ahorrarlo para hacer lo que más quería”, dice quien vive de una beca del Enard como jugador de fútbol para ciegos. La mitad del dinero ya lo tenía y en estos cuatro meses consiguió el resto. “Ahorré, cuidé mis gastos, no tuve que privarme de nada”.

“Mi familia me dijo que estaba un poco loco, me preguntaba­n si no me daba miedo. Ellos estaban más asustados que yo. Un poco de miedo te da, pero es la pasión lo que te lleva a estar acá por tu club”, explica e intenta transmitir­les calma a mamá Ramona, papá Roberto, a su hermana María y a su novia Milagros: “Ella me bancó, sabía que era lo que me gustaba”.

Todo empezó el viernes último cuando se tomó un vuelo de Buenos Aires a Roma. Allí lo esperaban unos tíos lejanos que no conocía y que lo alojaron una noche. Volvieron a llevarlo al aeropuerto y se fue a Qatar. “Tuve que hablar en italiano y en inglés, que son los idiomas que estudio, además de chino. Yo no puedo hacer gestos, debo explicar todo. Me ayudaron las azafatas, los asistentes de vuelo. Las ganas de estar acá me hacen llegar”, dice Vicente, quien durante todo el viaje llevó puesta la camiseta de River, además del bastón. “Era mi manera de identifica­rme, de que los hinchas se me acercaran para hablarme y ayudarme. Todos se portaron muy bien conmigo. No sé cuántas fotos me saqué con todos”.

Ocho horas en Qatar y arribó a Tokio. “Fue el momento en que me sentí pleno, cuando llegué. Tanto viaje para estar en donde había soñado. Sólo había salido de la Argentina para ir a Uruguay, para un partido con los Murciélago­s. Japón está un poquito lejos. Tenía que venir, no me imaginaba siguiéndol­o por la televisión y escuchándo­lo por la radio”. Aquí está junto a otros siete hinchas millonario­s, con quienes se aloja en un departamen­to. “Son chicos que conocía de ir a la cancha y, cuando saqué el pasaje, les pregunté si venían a Japón. Me ayudaron con las entradas y el alojamient­o. por suerte, una de las chicas es traductora de inglés”.

Vicente fue el miércoles a ver la semifinal en Osaka. “Lo mejor fue cuando el equipo salió a la cancha. Sentí el Monumental en Japón. Me emocioné con el gol de Alario. Estaba complicado el partido, no se podía abrir. pero ganar 1-0 o 3-0 es lo mismo, estamos en la final. Ahora voy a estar con mi River contra el mejor equipo de la historia”.

Vicente es fanático millonario desde los 6 años. “Me puse las pilas porque más grande que esto no hay. No sé si alguna vez volveré a Japón, ojalá”, exclama y vuelve a aclarar: “Yo soy uno más, uno más de los 15.000 en Japón, mi historia no es distinta a la de los demás. por eso, no me gusta que se exagere”.

Tras la final contra Barcelona, Vicente se irá a Roma, donde se juntará con parte de su familia para pasar unos días. “Si ganamos la Copa, quiero volver cuanto antes a Buenos Aires para poder cargar a mis amigos allá. Y si no la ganamos, no importa”. Él ya ganó.

de tan emotiva, la historia de Vicente llegó a oídos del plantel de River. En el Sheraton Bay de Yokohama, Marcelo Gallardo, su cuerpo técnico y Lucho González lo recibieron: “Marcelo me agradeció por lo que hago. La verdad es que son unos grandes. Se están jugando la vida, es el partido más grande al que pueden aspirar, y me reciben a mí. Tengo una admiración total por lo que hicieron, tanto por lo futbolísti­co como por lo humano”.

Zuccala sueña con poder hacerse socio de River. “Los dirigentes me van a dejar. No quiero privilegio­s, sólo pagar la cuota e ir a la cancha, como hacen todos los hinchas”.

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R. néspolo / e. especial Vicente, rodeado de colegas de aventuras, en el último banderazo; “más grande que esto, no hay”, reflexiona

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