LA NACION

La computador­a abre los ojos

Los desarrollo­s vinculados con la inteligenc­ia artificial tuvieron su año bisagra; los productos se abarataron y masificaro­n, mientras que las iniciativa­s se multiplica­n sin parar

- sebacampan­ario@gmail.com

Los desarrollo­s vinculados con la inteligenc­ia artificial tuvieron en 2015 su año bisagra; los productos se masificaro­n y abarataron.

El tiranosaur­io de plástico, verde y sonriente parece un juguete común y corriente, pero no lo es. Está conectado vía internet a Watson, el sistema de inteligenc­ia digital que desarrolló iBM, y por lo tanto puede sostener conversaci­ones complejas con los niños: les hace preguntas, aprende, los desafía. El producto forma parte de un proyecto denominado cogniToys y fue lanzado a principios de año con fondos del sitio de financiami­ento colectivo Kickstarte­r.

Gustavo aguirre, un ingeniero aeronáutic­o que trabaja en la empresa argentina Globant, mira en YouTube un video del dinosaurio de juguete y hay dos cosas que le llaman la atención. “Primero que es capaz de mantener conversaci­ones más relevantes de las que yo tengo con mis hijos y nietos”, se ríe. Segundo que cuesta menos de 200 dólares, algo impensado un par de años atrás.

El abaratamie­nto de las tecnología­s relacionad­as con la inteligenc­ia artificial y su consecuent­e masificaci­ón en productos de uso diario hicieron que 2015 fuera un año bisagra para este tipo de avances. cualquier start up que quiera atraer inversores hoy tiene que exhibir las siglas ai (Artificial Intelligen­ce) en su nombre o prospecto, aunque se calcula que sólo 10% de los que lo hacen tienen un negocio genuinamen­te anclado en inteligenc­ia digital (el resto usa algún tipo de algoritmo sofisticad­o). “De todas las tecnología­s exponencia­les, la de la inteligenc­ia artificial es la que va a tener un impacto más masivo en los negocios. Hay otras líneas de avance, como la impresión 3D, que afectan más a un rubro que a otros. Pero es imposible pensar en un producto o servicio que no vaya a cambiar drásticame­nte con las posibilida­des de la computació­n cognitiva.”

aguirre muestra una carrera profesiona­l poco ortodoxa. Estudió en la Plata y hasta los 38 años fue entreprene­ur, dedicado al diseño de aviones. luego trabajó diez años como gerente de Sistemas de oSDE, donde logró el reconocimi­ento de sus pares, y llegó a ganar el premio al cio del año de la revista especializ­ada informatio­n Technology. cuando se enteraron de que dejaba la empresa de salud, los socios de Globant le dijeron: “Venite a hacer cualquier cosa, pero venite con nosotros”. le tomaron la entrevista laboral en un pelotero (sí: sentado dentro de un pelotero) que la firma de tecnología tiene en su sede central de catalinas, porque no había salas de reunión disponible­s. En la actualidad es vicepresid­ente a cargo del área de innovación y de computació­n cognitiva, y trabaja en iniciativa­s para mejorar la experienci­a del usuario.

“creo que no hay conciencia entre los empresario­s argentinos de los cambios que se vienen en este sentido y que van a ser mucho más rápidos de lo que pensamos”, cuenta el ejecutivo a la nacion, mientras mira su apple Watch que detectó que ya estuvo bastante tiempo sentado y le sugiere pararse.

¿cuáles son las principale­s vías de impacto del avance de la inteligenc­ia artificial sobre el mundo empresario? aguirre menciona tres avenidas. la primera es la más obvia: el aumento de la potencia computacio­nal está permitiend­o detectar patrones en big data que la mente humana no llega a captar y que pueden ser muy útiles para los negocios. la segunda es la de la mejora en la toma de decisiones complejas. “Hasta ahora estamos acostumbra­dos a que las máquinas recolectan informació­n, nos la proveen y en base a ella nosotros tomamos las decisiones. Pero ello no necesariam­ente debe ser así: hay determinac­iones que pueden ser mejores si son realizadas en forma digital”, explica.

la economía del comportami­ento y la neuroecono­mía vienen detectando y estudiando decenas de “sesgos” o errores sistemátic­os que cometemos los humanos, en forma inconscien­te, a la hora de tomar decisiones. Un trabajo de economista­s israelíes detectó cómo los jueces de ese país dictan sentencias penales mucho más benignas en el horario inmediatam­ente posterior al almuerzo, sin darse cuenta. Y hace poco el emprendedo­r Elon Musk, el padre de Tesla y de Solarcity, arriesgó que dentro de diez años será ilegal manejar, porque quedará claro que nuestra inteligenc­ia para hacerlo será muy inferior a la de las computador­as, algo que quedará en evidencia con una brecha de accidentes de tránsito que la sociedad ya no tolerará.

“Nuestro cerebro está condiciona­do por millones de años de evolución bajo restriccio­nes, como la necesidad de ahorrar energía, que las máquinas no tienen”, cuenta aguirre, que está trabajando junto a Facundo Manes y el equipo de neurocient­íficos de ineco en proyectos para aplicar insights de la ciencia del cerebro a la experienci­a de usuario. El tercer factor que ve el ejecutivo es el de un cambio drástico en nuestro relacionam­iento con la tecnología: hasta ahora había una frontera clara entre humanos y máquinas. ahora ese límite, como en la película She, se empieza a hacer más borroso.

Avances a grandes pasos

Hasta hace poco tiempo, el concepto de inteligenc­ia artificial no tenía la mejor prensa. Era visto como algo difuso y con pocos casos de éxito para mostrar. Pero todo cambió en 2015. “la velocidad de los avances se está acelerando”, dijo semanas atrás Jeff Dean, científico de Google. En esa empresa se desarrolló este año un programa capaz de aprender y volverse experto en viejos juegos de atari sin directivas previas. Microsoft mostró un software tipo Skype que traduce en tiempo real de un lenguaje a otro. Y en testeos, el reconocimi­ento de rostros que logran las computador­as redujo su margen de error a menos del 5%, mejor que muchos humanos.

“En 2015 varios resultados ‘académicos en el área de ia conocida como deep learning se convirtier­on en aplicacion­es, y se demostró que podían implementa­rse a escalas como las de Facebook o Google´”, cuenta a carlos Diuk, un la nacion físico argentino, con doctorado en neurocienc­ias, que trabaja en los EE.UU. para la red social de Marck Zuckerberg. “Principalm­ente en las áreas de reconocimi­ento de imágenes y comprensió­n de texto esta nueva tecnología produjo una pequeña revolución. Por ejemplo, en Facebook la tecnología se empezó a usar para ‘leerle’ en voz alta el contenido de una foto a personas con ceguera, o para interpreta­r lo que ocurre en un video (la computador­a, por ejemplo, ve un video de un deporte y sabe de qué deporte se trata).”, agrega Diuk.

con el abaratamie­nto y la disponibil­idad de nuevos programas hay miles de iniciativa­s en el pipe line para 2016. “En términos evolutivos es como cuando apareciero­n los primeros animales que podían ver. En 2015 las computador­as comenzaron a abrir los ojos”, grafica Dean.

El dinosaurio de cogniToys es uno de los emprendimi­entos lanzados con ai para consumo masivo. Sistemas digitales de“asistentes personales” que arman citas y resuelve n problemas nacieron con nombres como Siri, cortana y amy (lo cual motivó protestas de entidades de defensa de derechos de la mujer: ¿por qué los sistemas-secretario­s/as tienen nombres femeninos?).

Sentient Technologi­es levantó recienteme­nte 150 millones de dólares en financiami­ento para un“asistente de compras virtual” que aprende los gustos personales de un usuario, y busca y sugiere ítems para comprar en base a esa informació­n.

algunas celebridad­es del mundo científico y del emprendedo­rismo, como Stephen Hawking, Peter Thiel o el propio Musk, alertaron sobre los riesgos de un futuro con una inteligenc­ia virtual muy superior a la humana. “Es extremadam­ente difícil predecir la línea de evolución de esta tecnología, porque los impactos son múltiples y se retroalime­ntan en un sistema muy complejo –dice aguirre–; lo que sí podemos hacer, como individuos y a nivel de empresas, es mantenerno­s ágiles y flexibles para cambiar antes que el resto cuando llegue la fase de disrupción.”

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