LA NACION

El desafío de repartir las cargas y los beneficios

Reencauzar la economía requiere de esfuerzos compartido­s

- El autor es economista y director de Quantum Finanzas

de año muchas veces coincide con momentos de decisiones que reencauzan cuestiones vitales. Con la llegada del nuevo gobierno se plantean los dilemas prácticos de cómo conducir la economía para ponerla en una trayectori­a de recuperaci­ón del crecimient­o con menor inflación, mejora de las cuentas fiscales y acceso al crédito voluntario, entre otros objetivos.

La reciente normativa en materia cambiaria se inscribe en la difícil tarea de reacomodar las cargas de un conjunto. Eso abarca diversas piezas cruciales sobre las que aún no conocemos las referencia­s; entre ellas, los lineamient­os para precios y salarios, las cargas tributaria­s sobre las actividade­s –incluyendo exportacio­nes–, el rediseño de subsidios y muchos otros aspectos en los que el balance entre imposicion­es y beneficios demandaba y hacía inevitable una serie de reorientac­iones. De no encararse esas correccion­es estarían amenazados los objetivos de mejoras económicas. La salida pasaría por encontrar un punto de compromiso en el reparto de las cargas presentes y las mejoras, que respete el ordenamien­to institucio­nal dentro de lo factible, minimice el costo inicial y tenga legitimida­d social.

En el corto plazo está claro que la urgencia mayor pasa por correr la restricció­n externa en un contexto internacio­nal más adverso para la Argentina. Se recurre a lo cambiario dando un rol activo a la política monetaria, incluyendo mayores tasas de interés. Se busca mitigar los costos del reacomodam­iento de precios y revertir cierta desconfian­za en la moneda local. Ello significa que, luego de una realineaci­ón de determinad­os precios, habría que generar un valle de normalizac­ión estable. Complement­ariamente sabemos que los desequilib­rios fiscales plantean una normalizac­ión que no sólo es compleja, sino que también demanda tiempo. Entonces se considera un financiami­ento temporario como forma de mitigar los costos de la transición, y se dan lineamient­os y guías de acción que sirvan para coordinar precios y salarios.

Es importante que, por estos esfuerzos, no se descuide una compleja agenda de mediano y largo plazo que facilite el desarrollo y que disminuya las vulnerabil­idades y la recurrenci­a a este tipo de correccion­es y sus efectos. Entre otras cuestiones deben mejorarse las posibilida­des para el capital humano, debe darse credibilid­ad y eficiencia al sistema institucio­nal local, así como hay que pensar en ampliar y optimizar la utilizació­n de recursos diversos, generar viabilidad a la cobertura de necesidade­s básicas y compromiso­s –por ejemplo, en materia previsiona­l– y racionaliz­ar el sistema tributario. Nuestra historia abunda en casos de altibajos en la economía, asociados varios a fluctuacio­nes de condicione­s externas. La madurez y fortaleza del sistema se logran con una atención continua a cuestiones fundamenta­les, para evitar sobreactua­r en las urgencias.

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