LA NACION

De buenos Aires A boliviA

el próximo estreno de Rodrigo de la Serna

- Camino a La Paz,

Será porque rodrigo de la serna es un apasionado de la historia argentina y sudamerica­na que los personajes reales son algo recurrente en su carrera de actor. Fue el joven Alberto Granado, científico y escritor que compartió un viaje errático con el che Guevara (en la película Diarios de motociclet­a, de 2004, dirigida por Walter salles, con Gael García bernal). Fue José de san martín (en Revolución:

el cruce de los Andes, película de leandro ipiña, 2010). Fue Wolfgang Amadeus mozart (en la obra Amadeus, dirigida por Javier daulte, en 2013). Y hasta desarrolló músculos y subió 20 kilos para ser ringo bonavena…, pero finalmente no pudo ser. Ahora, con un intervalo veraniego, hasta mediados de 2016 será Juan manuel de rosas en El Farmer, en el Teatro san martín, novela histórica de Andrés rivera que adaptó con Pompeyo Audivert y dirigen también con Andrés mangone. Y acaba de presentars­e en el Vaticano la película Chiamatemi Francesco (o Llámenme Francisco), del italiano daniele luchetti, en la que encarna a Jorge bergoglio.

Pero, entre tanto jaleo histórico, el 7 de enero se estrenará Camino a La Paz, de Francisco Varone, road-movie desde buenos Aires hasta bolivia, donde interpreta a un remisero fan de Vox dei que debe llevar muy lejos a un pasajero mayor con problemas de salud. más allá de su trabajo, de la serna se las arregla, además, para tocar con su banda, el Yotivenco, leer muchísimo, recuperar un cine-teatro en ingeniero maschwitz y tener una vida, claro.

–Ya se estrena Camino a La Paz. –sí, una película preciosa, ópera prima de Francisco Varone.

–¿Cómo resultó la experienci­a de trabajar en una ópera prima? –en este caso no parece una ópera prima porque está narrada con maestría. es un relato muy puro, es como un zen argentino. Fueron seis semanas de rodaje, tres en buenos Aires y tres viajando en auto por la ruta desde buenos Aires hasta La Paz (bolivia). es casi documental. Fue un rodaje muy intenso, pero precioso, inolvidabl­e, con la excitación de filmar viajando, dos placeres en uno. Fue un esfuerzo duro ese despojo, ese camino hacia algo más esencial que va encontrand­o el personaje de sebastián, que interpreto, cuando empieza a desprender­se de las cosas pesadas de su vida y a abrir un poco su corazón, que está bastante cerrado por miedo, sobre todo. Y ese viaje nos ayudó a entrar en esa zona cada vez más sutil y más agónica. Atravesar el Altiplano es toda una experienci­a. Volví a casa y quedé dos semanas tirado. Y estoy contento de haber conocido a ernesto suárez, un actor enorme, una eminencia en mendoza. Los porteños no lo conocemos porque él decidió no salir de su provincia, y si salió, lo hizo por toda América latina, fundando escuelas de teatro en ecuador, en Perú, pasando la gorra por todos los caminos... Y ésta es su primera película, a los 73 años. –Después de Diarios de motociclet­a te ofrecieron hacer una publicidad en Londres para una importante marca de ropa deportiva, pero no aceptaste. ¿Cómo elegís los proyectos? ¿Cuándo rechazás una oferta aunque económicam­ente sea tentadora? –mi apetito nunca estuvo ahí. Tuve la suerte de tener una casa en la que nunca me faltó nada. era una clase media, medio rasposa. si hubiera necesitado dinero para pagar una deuda o para resolver una situación grave, habría aceptado hacer esas cosas y mi historia profesiona­l sería otra. si lo hubiese elegido a conciencia, habría estado perfecto. el tema acá es no traicionar­se. A veces el camino se hace pesado y estrecho, hay cuellos de botella en la vida y hay que atravesarl­os con la mayor dignidad posible. Y creo que me hice cargo dignamente de todas mis decisiones. –¿En algún momento te sorprendis­te de haber llegado tan lejos? –cada momento tuvo lo suyo. Lo que más recuerdo fueron las obras con Alejandro Oliva, al principio, sobre todo Nosferatu, de Griselda Gambaro. en televisión, Okupas. Pero también Son o se hacen; Diarios de motociclet­a; Hermanos y detectives; Revolución: el cruce de los Andes. Y, sin duda, El Farmer, mi primera experienci­a casi autoral y como codirector de un monumento literario como El Farmer, de Andrés rivera, con un compañero al que admiro, Pompeyo Audivert, y en una sala como la casacubert­a del san martín. Todo lo que pasa con El Farmer es como soñado, mejor de lo que esperaba. –¿Qué personaje de tu carrera te exigió más a la hora de prepararte? –el personaje que más me costó fue uno que no salió: ringo bonavena. Fue un año de muchísimo esfuerzo, en el que hice una dieta para fisicocult­uristas con seis comidas diarias, todas las proteínas y los hidratos que uno pueda imaginarse. subí 20 kilos, me entrenaba con

fierros y guantes. me sentía muy fuerte, era un peso pesado de 90 kilos. nunca más me meto en una cosa así. Al final ya me la veía venir: los caminos se iban cerrando. Fue muy triste cuando me dijeron que no se iba a hacer la película. Pero tuve la suerte de que justo en ese momento me surgiera la película del general san martín y pude encauzar todas esas emociones en otro personaje. –Empezaste actuando en el taller de teatro del colegio, ¿extrañás la actuación amateur, lejos de lo profesiona­l? –cuando la actuación deje de parecerme un juego, estaré en problemas. siempre es una responsabi­lidad, aunque hay momentos en que uno siente más el rigor de la profesión. de todas formas, esto es un trabajo precioso, y un juego también. –¿A qué te dedicás fuera de la actuación? –Leo, toco la guitarra, estudio música. estamos ensayando con la banda el Yotivenco (juego de palabras con conventill­o). es muy difícil que los grupos sobrevivan al tiempo, pero en este caso pudo más el amor a la música y entre nosotros mismos, que nos queremos mucho. el proyecto sigue siendo similar: música popular argentina. Ahora estamos planteando un nuevo repertorio y segurament­e pronto estemos en condicione­s de salir a la cancha.

–¿Y cuál será la cancha? –Formo parte de un grupo de jóvenes, aunque no soy tan joven, con los que recuperamo­s un cineteatro abandonado en ingeniero maschwitz, donde vivo. Fue el antiguo cine san martín; después fue el cine Gloria, una de las salas más modernas del país con el sistema cinemascop­e, que era como el 3d de los años 50. era un cine de lujo y esplendor en una época del país de mucho movimiento social. después pasó a ser una fábrica algodonera. en los años 70 la incendiaro­n, cobraron el seguro y quedó abandonada durante cuatro décadas, hasta que hace cuatro años entró este colectivo cultural a recuperar el espacio. Ahora funciona como un centro cultural con radio, talleres de guitarra, candombe, yoga, malabares, circo, un ciclo de música... Funciona muy bien. creo que el Yotivenco va a volver ahí.

“Todo lo que pasa con El Farmer es como soñado, mejor de lo que esperaba” “El personaje que más me costó fue uno que no salió: Ringo Bonavena”

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De la Serna y Ernesto Suárez en Camino a La Paz, de próximo estreno

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