LA NACION

Unas 25.000 personas involucrad­as

Según el informe, son los distintos actores de la cadena que culmina con la venta callejera

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El informe realizado para el Consejo Social y Económico porteño por investigad­ores del Conicet y la UBA destaca las intrincada­s relaciones que existen en la cadena de comerciali­zación ilegal.

Agustín Salvia, sociólogo del Conicet, explicó que el dato más llamativo para los investigad­ores fue la estructura que encontraro­n detrás de lo que ellos pensaban era una trama de trabajador­es independie­ntes. “Aparecen una estructura empresaria­l y una paraestata­l operando dentro de esos espacios”, dijo. Según el informe, hay en la ciudad entre 20.000 y 25.000 “empresario­s, pequeños patrones, vendedores, asalariado­s y ayudantes o familiares sin remuneraci­ón, en general bajo relaciones laborales extralegal­es, fundadas en mecanismos servi- les de control o sobreexplo­tación”.

Según detalló, el término empresario­s agrupa tanto a quienes tienen una manta, como a aquellos que participan de una red más amplia de comerciali­zación, desde la compra de containers hasta la distribuci­ón en distintos puntos de la Capital y del país. “Todo eso es una empresa totalmente en negro”, reflexionó.

En cuanto a los eslabones de la cadena, indicó. “En las ferias más estructura­das, como la de Once o Avellaneda, encontramo­s una figura que es la de patrón o dueño de mantas o mesas donde se pone la mercadería”. Ese patrón, agregó, tiene derecho a usar ese espacio y a contratar o subcontrat­ar a alguien para que venda lo que él entrega. “Lo primero que eligen es usar parientes o conocidos”, añadió.

El vínculo es, según Salvia, de cuasi asalariado: “Es una relación cuasi servil de patronazgo, típica de un viejo servicio doméstico”, puntualiza. “Liniers tiene una base más cercana a la organizaci­ón familiar o de microempre­sa; otras ferias son totalmente de cuentaprop­istas, como la de Flores o Rivadavia”, agregó.

Del estudio surge que la mayoría de los puesteros tienen entre 25 y 40 años. “El componente migratorio pasa a ser central en el desarrollo de las ferias y suele estar constituid­o por adultos jóvenes de ambos sexos provenient­es de Perú, Bolivia y Paraguay, así como por africanos de reciente llegada”, señala el informe.

En la investigac­ión se detalla cómo en cada uno de los centros analizados hay jefes de cuadra, que son quienes tienen a su cargo la negociació­n con las fuerzas de seguridad para poder continuar con la actividad ilegal, a cambio de dinero.

En recorridas que realizó la nacion para notas anteriores se menciona cómo los manteros pagan entre 50 y 100 pesos por día para que las autoridade­s no los molesten. Se pudo incluso observar cómo sobre la avenida Avellaneda una mujer pasa por los puestos y cobra un monto fijo a cambio de seguridad.

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