Valores que perduran a lo largo del tiempo
Ética y compromiso, el mensaje de Balseiro a la primera promoción
“Señores egresados: quisiera que las palabras que les dirijo, que son palabras de despedida como alumnos, no las escuchen como un discurso impuesto por las circunstancias. Mi deseo, más bien, es que resuenen en ustedes como mi última lección.”
Corría 1958, año de creación del Conicet, y así comenzaba el mensaje de José Antonio Balseiro a los primeros egresados del instituto que llevaría su nombre. En todo momento los instaba a honrar el compromiso que habían adquirido al haber recibido una educación de excelencia en forma totalmente gratuita. Y destacaba: “En el futuro, la evolución de ustedes debe estar condicionada por las dos metas fundamentales que justifican la hermosa carrera que han elegido: la investigación y la generación de discípulos. No es privativa únicamente del superdotado la creación científica y estoy seguro de que todos ustedes en mayor o menor grado pueden lograr ser investigadores capaces de obtener resultados que les pertenezcan (...) Tengo el más profundo optimismo respecto de las posibilidades intelectuales y en el futuro de nuestro país. Pero ese optimismo no implica que crea que pueda lograrse sin lucha ni esfuerzo.”
Y más adelante agregaba: “Deben llegar a poseer un profundo conocimiento de sus propias limitaciones y defectos. Ésta es la forma de lograr superarse a sí mismos y transformar sus defectos en cualidades, único camino hacia la modestia, no la modestia teatral, no la arrogancia de sentirse modesto, sino la auténtica, la espontánea, la virtud cardinal del hombre de ciencia. Deben tener un profundo respeto por el trabajo ajeno. Respeto por el que más sabe y puede más, pero también respeto por el menos dotado, el que puede menos, pero que realiza su labor con humildad, tesón y cariño. No creo que haya un índice más patético de incultura, exceptuando la violencia, que la falta de respeto por el trabajo ajeno.”