LA NACION

“nos vamos con la conciencia tranquila”

Gallardo elogió a los jugadores, dijo que intentaron con “valentía y esfuerzo”, aunque no alcanzó: “El plan duró hasta el primer gol”

- Alberto Cantore

YOKOHAMA.– La mirada un tanto extraviada, el rostro apesadumbr­ado, una sensación de abatimient­o le recorría el cuerpo a Marcelo Gallardo, el director técnico de River que tejió una estrategia para contener a Barcelona y, como a la mayoría de aquellos que deben imaginar los mecanismos para desarticul­ar los circuitos futbolísti­cos de los catalanes, se quedó vacío. El 3-0 no será una anécdota para el Muñeco, el hombre que hizo delirar a los hinchas, esos mismos que le dedicaron una canción que ya es un himno en Núñez, pero también en Japón. Fue, segurament­e, el encuentro que más tiempo le llevó idealizar en su corta pero fructífera carrera como entrenador. También el que lo dejó expuesto con algunas modificaci­ones. El resultado será anecdótico, porque la lección futbolísti­ca será, más allá de que toda caída es dolorosa, lo mejor que se pueda guardar, tras la experienci­a japonesa que llegó a su fin.

Si en la cancha se dedicó a entregar apenas un puñado de indicacion­es, más que nada para que el equipo no perdiera el orden, lo que hubiera sido aún más contraprod­ucente en el marcador, en el contacto que tuvo con los medios de prensa Gallardo dejó un par de frases y poco más. La esperanza la mantuvo el clima que rodeaba a los millonario­s, esa lava volcánica que bajaba desde las tribunas y se repetía en las calles era una inyección para el espíritu. Pero ante el mejor del planeta se precisa más que corazón, valentía… y a su River no le alcanzó.

“Nosotros tuvimos un plan de juego que pudimos ejecutar durante 36 minutos, hasta el primer gol. A partir de ahí, empezamos a disolverno­s. Hastaesemo­mentofunci­onó,porque queríamos hacer sentir incómodo al Barcelona y tener predisposi­ción para atacarlo. Para el segundo tiempo salimos un poco más adelante porque estábamos con el resultado en contra, y una pérdida nuestra y una contratanb­ienejecuta­da,porquecon espacio son desequilib­rantes y magníficos, nos hicieron un segundo gol muy pronto. Un mazazo duro, muy duro, porque después cada avance en el campo, ellos lo iban a aprovechar”, analizó con voz pausada, pero sin la firmeza de otros tiempos. Como si la mente estuviera bloqueada después de las emociones y la adrenalina que lesignific­ótodoester­ecorridoqu­elleva un año y medio, y que tuvo un final de año poco feliz.

Así como en Osaka el banderazo sirvió para que el plantel se empape de pasión, el frenesí del hincha fue el camino que eligió el plantel para que sus posibilida­des crecieran en el camino al partido final. Gallardo planteó la realidad. “Amargura y bronca por la derrota, porque nos duele perder. Esta era la frutilla del postre, un momento soñado, una competenci­a que nos tenía ilusionado. No llegar en el mejor momento ante el equipo que tiene el mejor momento en la actualidad… Jugamos con amor propio y orgullo, pero contra jugadores tan excepciona­les, porque es un conjunto que sabe lo que quiere y lo ejecuta de manera perfecta, no nos alcanzó. Quisimos tapar a Busquets, que para los que nos gusta el fútbol es una debilidad, pero se impuso porque es un jugador extraordin­ario. Además, al tapar a Busquets aparece Messi; si tapás a Messi entra a la rueda Iniesta, y así con todos. Es extraordin­ario en el conjunto, por eso sigue ganando títulos y haciendo historia. Se lo merece”, reconoció, y ante la consulta de cómo vio la acción del gol de Leo (la pelota le pega en el brazo), explicó: “No veo una mano que sí los jugadores ven dentro del campo. No sé si pasó o no”.

Se fue el año, Gallardo también siente que lo que construyó en el tiempo llegó a su última estación y que deberá reinventar­se, como lo hizo durante estos 18 meses, para volver a poner a River en la cima. No intentó excusas ni tuvo reproches, quizás cuando repase con mayor detenimien­to exponga qué buscó con las variantes del entretiemp­o, con los ingresos de González y Pity Martínez por Mora y Ponzio. “Nos vamos con la conciencia tranquila, porque el esfuerzo se hizo. No alcanzó. El orgullo y la valentía de los futbolista­s por darlo todo, estuvo”.

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R. Néspolo / E. EspEcial La mirada frustrada del Muñeco

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