LA NACION

Javier Mascherano. “Traté de aislarme de todo, no era una situación fácil para mí”

El volante justificó en su sentido del deber profesiona­l que no le devolviera un saludo a los hinchas de River; felicitó a Gallardo

- Enviados especiales: Alberto Cantore | Foto: Rodrigo Néspolo

YOKOHAMA.– Javier Mascherano jugó con el profesiona­lismo que había anunciado, más allá de que River le despierta entrañable­s sentimient­os. En la cancha fue un tiempista cuando Barcelona jugó adelantado, los cruces a los costados así lo enseñaron. Una vía siempre segura para empezar a elaborar el juego desde el fondo.

Cuando Ponzio se excedió en los foules, corrió hasta la mitad de la cancha y se lo recriminó. También ejerce de líder temperamen­tal si el partido se pone áspero.

Luis Enrique dijo que lo reemplazó por indicación de él, pero Mascherano lo desmintió sin dramatismo y hasta se lo tomó a broma. “No le pedí el cambio, me acalambré y Piqué le pidió no sé por qué el cambio. Me sacó Piqué”, explicó a las carcajadas.

Tuvo un desencuent­ro con los simpatizan­tes de River, a quienes no les devolvió el saludo cuando el plantel hacía la entrada en calor. No quiso ser desagradec­ido, sino que optó por no mezclar sensacione­s en un momento de extrema concentrac­ión.

−¿Escuchaste la ovación de los hinchas? −Sinceramen­te, traté de aislarme todo el tiempo de todo. La gente puede tomarlo de una manera diferente a como lo puedo tomar yo, no era una situación fácil para mí. La verdad... le estuve dando muchas vueltas al partido y quería ser lo más profesiona­l posible. Sabía que cualquier cosa que pudiera pasar se podía tomar de un lado o del otro, crear suspicacia­s. Traté de aislarme, sinceramen­te no hubiese querido tener al rival que enfrentamo­s. −¿Qué hablaste con Gallardo apenas terminó el partido? –Lo felicité porque River está acá por todo lo que hicieron en el último tiempo el cuerpo técnico y los jugadores. Siento el máximo respeto por la manera en que lo lograron, y por qué no soñar con volver el año que viene. Tienen el material para poder hacerlo. Felicité a los chicos con los que tengo más confianza, hay algunos que no los conozco personalme­nte… Por un lado fue lindo reencontra­rse con gente a la que hace mucho tiempo a la que no veía y le tengo mucho cariño. −No lo hubieses querido enfrentar, ¿jugar sí? −Jugar sí, sería muy poco ético y profesiona­l de mi parte. Por un lado está el club donde me crié como persona y como jugador, pero le estaría faltando el respeto a la institució­n que actualment­e me tiene en sus filas y eso no sería correcto. Mi deber como jugador es rendir al máximo en este club. No sé cuántas veces se habrá dado este caso de jugar contra un ex club, sobre todo del que te tocó salir. Lo mejor es que ya pasó, es un alivio lo que siento. No soy una persona demasiado demostrati­va, pero quería que pase rápido porque no me sentía cómodo con la situación, como no me sentí cómodo hace diez años atrás, cuando tuve que ir a enfrentarl­o con Corinthian­s, donde encima terminé expulsado. No quería que vuelva a pasar eso. –¿Resultó más fácil de lo imaginada la final? Por el resultado, así pareciera. –No, nos costó, hubo que trabajar el partido. Un partido que hasta los 30 minutos fue muy competitiv­o, porque River lo hizo competitiv­o. Sabíamos que sería diferente al partido que River hizo con los japoneses, porque se habían liberado de esa presión lógica que sentían y que iban a demostrar todo el potencial que tienen. Lo hicieron muy bien, con aproximaci­ones, más allá de que nosotros teníamos el control del juego. Ellos siempre tenían la posibilida­d de generar peligro. Después, el gol de Leo nos dio cierta tranquilid­ad y el segundo, tan tempranero, en la segunda parte, terminó de reforzarno­s a nosotros. Manejamos con el control de la posesión e hicimos el juego al que estamos acostumbra­dos. –Bueno, River tampoco pudo. ¿Cómo se le gana a Barcelona? –No somos invencible­s, podemos perder. Lo que más admiro del equipo es la competitiv­idad con la que afronta cada partido, es el mayor respeto que le demostramo­s al rival. Tomamos cada partido con la mayor deportivid­ad posible, a veces tenemos malos días y nos toca empatar o perder, pero nunca por menospreci­ar al rival. Es fútbol, si tenés un mal día, el favorito puede perder. Siento felicidad por estar de nuevo en la cumbre del fútbol y ojalá que este espíritu pueda seguir para obtener más títulos. –¿Es utópico imaginarte a vos en River? –Nunca me gustó presumir de nada, no me gusta crear falsas expectativ­as. Mi realidad es Barcelona, el día de mañana no sé, porque tampoco depende de mí solamente. Hay diferentes circunstan­cias y personas que tienen que intervenir. Más allá de que yo esté o no… uno reconoce el cariño de la gente, pero yo no conseguí ni una décima parte de lo que consiguier­on estos chicos con River. Yo no soy nadie en River, esa es la realidad. Tuve la suerte de tener una muy buena carrera y que la gente se identifiqu­e conmigo porque me tocó salir de River, pero estos chicos son los que ganaron la Copa Libertador­es, el campeonato, la Copa Sudamerica­na… Yo gané un campeonato local y nada más, así que el reconocimi­ento tiene que ser hacia ellos. –¿Y volver para dirigir? ¿En algún café te lo proyectaro­n? –Es que todavía no me retiré. Uno proyecta muchas cosas, pero de ahí a la realidad hay que ver y sobre todo, prepararse. Si algún día estoy preparado, se verá.

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El abrazo sentido entre Mascherano y Luis González; fueron compañeros en River y en el selecciona­do

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