Acusan a la UE por el drama en un campo griego
La lluvia y el frío convirtieron al centro de Idomeni en un reservorio de enfermedades; cumbre clave en Bruselas
ATENAS.– Después de tres días de diluvio, el barrial de Idomeni terminó por convertirse en un pantano pestilente donde más de 12.000 hombres, mujeres y chicos intentan sobrevivir en “condiciones inhumanas”. Consideradas como las principales responsables de ese drama, las autoridades europeas también comenzaron a recibir una lluvia de acusaciones sobre su incapacidad para resolver o al menos mitigar esa tragedia.
“La miseria humana alcanzó su punto culminante en Europa”, afirmó con indignación el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ( Acnur).
La misma crítica formuló horas después el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Zeid Ra’ad Al Hussein acusó a las autoridades europeas de “violar los principios básicos de solidaridad, dignidad y derechos humanos, aplicando me- didas restrictivas, erigiendo barreras en las fronteras y negando el ingreso sobre la base de la nacionalidad”.
Para Al Hussein, que calificó de “dramática” la situación en Grecia, la solución estudiada actualmente por los líderes europeos sólo logrará aumentar la presión sobre un país “que necesita ayuda en forma urgente”.
Mientras Grecia acoge a unos 50.000 refugiados y las embarcaciones clandestinas siguen atravesando el mar Egeo desde las costas turcas hacia las islas griegas, en Idomeni no cesa de crecer la cantidad migrantes que llegan hasta ese campamento improvisado, ubicado en la frontera greco- macedonia.
Llegan con la esperanza de proseguir viaje hacia el norte de Europa por la llamada “ruta de los Balcanes”. Pero Macedonia cerró herméticamente sus fronteras hace dos semanas. La gente quedó atrapada allí, en esa suerte de no man’s land, a merced de infinitas negociaciones entre líderes de la Unión Europea ( UE), “más
preocupados por su futuro electoral que por el drama humanitario”, acusó Amnistía Internacional.
Instalado en forma provisoria como un predio de tránsito para 2000 o 3000 personas, Idomeni acoge hoy entre 12.000 y 14.000 migrantes. Cerca de la mitad son chicos.
“Las condiciones sanitarias son deplorables. No hay agua caliente, de modo que es prácticamente
imposible bañarse cuando la temperatura desciende a 3 o 4 grados”, se lamenta véronique Maujean, de Médicos Sin Fronteras. Tampoco hay comida caliente.
El campo también carece de equipamiento médico apropiado. Después de esta semana de diluvio, la carpa montada por Médicos Sin Fronteras está repleta de menores con fiebre e infecciones causadas por el frío y la falta de higiene. “La verdad es que la situación actual nos ha superado”, confiesa desalentada Maujean en conversación telefónica.
Al borde de la desesperación, un millar de migrantes decidieron anteayer cruzar la frontera atravesando el río Suva Reka. Pero la aventura terminó brutalmente cuando la policía macedonia los detuvo y varios de ellos murieron ahogados.
Mientras tanto, el entusiasmo de los líderes europeos por el proyectado acuerdo migratorio entre Turquía y la UE pareció evaporarse en las últimas horas. Planeado por la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro turco, Ahmed Davutoglu, el plan establece que todos los candidatos al refugio en la UE deberán hacer su solicitud desde Turquía. Según el proyecto, Europa enviará a territorio turco a todos los migrantes que lleguen a su suelo en forma ilegal y, en caso de otorgarles el asilo, irá a buscarlos a ese país.
El problema reside en la designación de Turquía como “país seguro”; adjetivo inapropiado para calificar a ese país, según las ONG y responsables de las Naciones Unidas. La aplicación aleatoria turca de la Convención de Ginebra – biblia europea de los derechos humanos desde la Segunda Guerra Mundial– y las alegaciones de repetido maltrato de los migrantes han planteado serias dudas sobre las garantías ofrecidas por Ankara para ocuparse dignamente de esa gente.
En vísperas de la cumbre de mañana en Bruselas, donde los 28 líderes europeos deberían aceptar el acuerdo, España y Chipre manifestaron su oposición. “Por principio, ese plan es inaceptable para España”, advirtió el canciller José Manuel García- Margallo. “Cualquier persona que llega a territorio europeo debe tener el derecho de ser atendida en forma individual, de presentar una solicitud de asilo que será tomada en cuenta y de apelar si su pedido es rechazado”, dijo el canciller, sin decir si el presidente Mariano Rajoy estaba dispuesto a bloquear el acuerdo.