LA NACION

Para Le Clézio, “El Quijote es una mezcla de géneros que abarca la totalidad de la vida”

El premio Nobel francés reivindicó a Cervantes en el VII Congreso de la Lengua

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SAN JUAN, Puerto Rico ( EFE).– “¿ Qué hace un escritor francés en un congreso de lengua española?”, le preguntaro­n ayer al Premio Nobel de Literatura Jean- Marie Le Clézio, que defendió el papel de la literatura como “una alarma para despertar” y reivindicó, como Cervantes, el reírse de los discursos hipócritas de los políticos.

Con la ponencia del novelista comenzaron aquí las sesiones plenarias del VII Congreso Internacio­nal de la Lengua Española tras la inauguraci­ón oficial que presidiero­n los reyes de España, Felipe VI y Letizia.

En su discurso, Felipe VI había afirmado que el español ha dejado de ser “una lengua marginal de emigrantes” para integrarse como lengua social y de cultura en la sociedad norteameri­cana. Y también reivindicó el diálogo de las lenguas en homenaje a Cervantes, que buscó una auténtica “literatura de la vida”.

Esta primera sesión, titulada “Tradición y creativida­d: las lecciones cervantina­s”, supuso un tributo a la creativida­d, oral y escrita, de la “lengua de Cervantes”, analizando su herencia en la literatura actual y las nuevas lecturas interpreta­tivas del Quijote.

Le Clézio, lector temprano del Quijote, destacó que la lengua española, como el resto, no tiene dueños, ya que “es un regalo universal que los españoles hicieron al mundo pero que todo el mundo comparte”.

Así recordó cómo su bisabuelo le legó una colección de libros valiosos que sobrevivió a las guerras, algo que en su infancia y adolescenc­ia fue para él “la fuente donde bebía el brebaje de la sabiduría”.

Entre tantos libros, explicó, dos lo atrajeron especialme­nte, El Lazarillo de Tormes y el que consideró más extraordin­ario, El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. Los releyó muchas veces con el mismo entusiasmo, y aunque no conocía nada de sus autores, era como si se hubieran escrito para él en su idioma, el francés. Porque es así como se distinguen las obras maestras, las que permiten “que sin importar su origen, época o idioma, un niño pueda identifica­rse con ellas”.

Se trataba de un libro “pesado y sólido”, una traducción al francés de 1845 de 884 páginas, decorado con grabados de oro fino, rememoró el novelista, que aseguró que “no sabía que se trataba de un libro excepciona­l”. Para él, era el Quijote.

“El Quijote es una mezcla de géneros que abarca la totalidad de la vida”, sostuvo el Nobel francés, que consideró una paradoja que “el más clásico de los novelistas de España fuera al mismo tiempo el más criollo, el más mezclado”.

Según Le Clézio, con esta novela “total” se inventaba por primera vez el humanismo. Para el escritor francés, la pareja de Don Quijote y Sancho Panza “es el mejor retrato del hombre moderno en su dualidad. Hijos e hijas de esa pareja primordial, contradict­orios, víctimas del monstruo frío de la política, en rebelión contra la injusticia pero incapaz de resolverla”.

Por eso cree que la juventud del Quijote “durará mas allá de la época difícil que se vive en la actualidad, embarcados en el mismo mundo de hace 400 años de guerras e injusticia­s”. “Podemos reírnos, como él, de discursos hipócritas de políticos y de pensadores conformist­as”, dijo el Nobel francés, que se preguntó: “¿ No somos hijos huérfanos del caballero de la triste figura y su fiel amigo Sancho?”.

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