LA NACION

PEPE MONJE REPARTE SU VIDA ENTRE SU TRABAJO COMO BOMBERO VOLUNTARIO Y PATOVA, UNA NUEVA OBRA

Le puso pausa al teatro para ser bombero voluntario, pero ahora regresa con Patova, una obra en la que pone en juego su físico

- Texto Leni González

C' wwwomo esos personajes de película que para encontrars­e a sí mismos se retiran a las montañas a comer raíces, así suena el relato de Pepe Monje a la búsqueda de ese actor al que no podía mirar de frente. igual que en los cuentos, sólo había que escucharlo y calmarle la sed. ahora ya está de vuelta para subir al escenario con el alma y el cuerpo enteros. en el Tinglado, los jueves presenta el unipersona­l Pa

tova, de alfredo Megna y dirección de eduardo lamoglia.

“Patova porque el tipo es seguridad en una bailanta. Pero no es sólo ese personaje, sino varios que cuentan una misma historia. Va rotando el protagonis­mo y, al mismo tiempo, puede haber dos y hasta tres personajes. Todos tenemos fantasmas y el personaje los pone en escena e interactúa con ellos”, dice Monje a quien el autor, Megna, lo convenció en su casa, leyéndole la obra: “Me interesó de entrada y enseguida salió. Para mí es muy lineal todo en teatro, cuando tenés que subir y cuando bajar es muy directo, no hay que forzar un proyecto porque después se cae o no terminás participan­do”.

– Es un unipersona­l con mucho desgaste y presencia física. ¿ Te entrenaste especialme­nte?

– Me vengo preparando físicament­e desde hace un año y medio porque intuía que iba a trabajar con algo muy comprometi­do en lo físico, antes de tener el proyecto.

– ¿ Lo intuías? Es raro eso.

– sabía que iba a venir algo. escucho mucho lo que me sucede. Me digita el teatro. Te invita a subirte y a bajarte, aun cuando no sea lo correcto.

– ¿ Por ejemplo?

– en Tierra del Fuego. si no tengo la convicción con respecto a algo, aun cuando tenga dudas, me escucho. No tiene nada que ver con la obra, sino con la actuación, no entro en conflicto con eso. Necesitaba tomarme un espacio porque desde arriba del escenario no iba a tener esa evolución. No le encontraba la vuelta y no podía modificarl­o desde los elementos que tenía y sentía impotencia. Todo lo actoral debería solucionar­se arriba de un escenario, no se habla eso con nadie. Por eso decidí no seguir con la segunda temporada.

Tierra del Fuego es la premiada obra de Mario diament que en 2013 estrenaron alejandra darín y Monje, quien a partir de 2014 y hasta ahora ( la obra vuelve en abril también en el Tinglado donde comenzó) fue reemplazad­o por carlo argento en el papel del terrorista palestino condenado a cadena perpetua por un atentado contra la tripulació­n de un avión israelí.

Por otra parte, en 2014, las noticias anunciaron que Pepe Monje dejaba la actuación para convertirs­e en bombero voluntario en el cuartel de la Boca.

– ¿ Qué pasa hoy con Patova para que sientas otra vez que “funciona”?

– Vuelvo a notar que me siento bien. el tiempo que estuve distanciad­o es porque no estaba bien. Hice un cambio muy abrupto, me hice bombero, ¿ entendés? era un espacio que cubría un gran falencia que tenía, la de poner el cuerpo. ahora tengo las dos posibilida­des, en el cuartel ( donde sigo porque es un voluntaria­do) y en el escenario.

– ¿ De qué viviste ese tiempo que estabas al ciento por ciento como bombero voluntario?

– Hice cosas en televisión, dos miniseries, la película Los nadies ( Néstor sánchez sotelo). Pero no hice teatro. estaba apagado y no a conciencia porque defiendo cualquier personaje. Me mentía un poco. ahora tengo claridad para entender ese momento que transité y me está dando la posibilida­d de poner ese aprendizaj­e en una obra de teatro, en la que tiene que haber un crecimient­o.

– ¿ Lo hablaste con tu terapeuta? ( Risas.)

– No hago terapia, ¿ me lo recomendás? Mirá, es como el amor. es muy claro cuando estás enamorado o cuando no, se siente o no se siente. Y arriba del escenario es así y a veces no pasa absolutame­nte nada de eso que vos sabés que está y lo peleás todo el tiempo. es muy delgada la línea, pero es así, pasional. Pero no está mal que de vez en cuando te venga el tortazo.

– Como si fuera poco, en febrero cruzaste la cordillera de los Andes a caballo.

– sí, es la cuarta vez. se hace por san Juan, como lo hizo José de san Martín. es una experienci­a que me hace muy bien, es una hidrolavad­ora en la cabeza que te saca lo que está de más, hay un viento que te erosiona por afuera y empezás a tener una dimensión de los espacios que no tenés en Buenos aires: la mirada llega a kilómetros, acá no se puede porque te chocás con el cartel de “chayanne vuelve” y eso frena la proyección del pensamient­o, estamos atrapados en una ciudad que no nos deja pensar. el cruce son seis días que convivís las 24 horas con gente. Y lo mismo pasa en el escenario, no hay espacio para individual­idades, todos se suman.

– ¿ Patova es tu primer unipersona­l?

– el segundo. antes había hecho El

blues del showman ( 1999), con textos de Bobby Flores; me fue muy bien y había dicho que el escenario era para compartir con gente, porque estar solo es complejo porque perdés dimensión de tiempos, estados, ritmo. la concentrac­ión espero me permita armar todo, lo que pasó, lo que hacés, lo que viene, la energía, los espectador­es. Patova es una obra deseada.

– ¿ Este regreso fuerte viene con tevé abierta incluida?

– No. Tengo cables más que venas, pero no creo estar perdiéndom­e nada. Me gustaría esa tele que llegué a transitar, la de Nosotros y los

miedos, ese tipo de unitarios con elencos rotativos muy grossos en un espacio vacío: hemos perdido eso. También la gente se aburrió de eso, son otros ritmos y hoy si lo ves en Volver diste vuelta cuatro milanesas mientras un actor piensa. Pero se ensayaba, se escuchaba el libreto, había lecturas, no se tocaban los libros, no tenías autorizaci­ón y hoy ni sabés quién es el autor. a lo mejor se vuelva a eso porque la tele siempre vira, se rompen estructura­s, se cambia.

– Pepe, ¿ tienen algo en común los personajes que te tocan?

– Mis personajes tienen una complicida­d a partir de la nobleza, siempre hay una línea al espectador, algo que entendés con el espectador. Y ya me tocan los de 48 a 50 años, con parte de su vida reseteada, y está bien que así sea. Nos tomaron mucho los treintones de ahora, estos galancitos, divinos, ¿ no? Pero parece que yo no la agarré esa, me comieron diez años, me devaluaron. cambió mucho la actuación en la tele, hay mucha marca, mucho shopping y me quedé, por suerte, afuera. se puso un poco promiscuo eso y no se sostiene. el porcentaje de galanes antes era coherente, ahora es abusivo.

“Nos tomaron mucho los treintones. A mí me comieron diez años, me devaluaron”

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| Foto Maximilian­o Amena

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