LA NACION

Un operativo extremo de seguridad que no sufrió sobresalto­s

El Servicio Secreto se mostró satisfecho con sus exigencias a nivel de seguridad

- Ricardo Larrondo

En la primera jornada de visita del presidente de Estados Unidos en el país, a los jefes del Servicio Secreto de Barack Obama se los vio satisfecho­s, casi contentos.

Ayer, los casi 2600 policías argentinos y 350 agentes federales y del cuerpo de marines no tuvieron mayores sobresalto­s y todo salió como estaba previsto. Algunos especialis­tas locales calificaro­n de “excesivo” el operativo de seguridad montado por los norteameri­canos: “Sabían bien que aquí no había un grado de hostilidad preocupant­e como para, casi, hacerse cargo de la seguridad de la Casa de Gobierno durante la visita de Obama”, confió a la nacion un experiment­ado hombre de seguridad acostumbra­do a vigilar los desplazami­entos presidenci­ales.

Poco antes de las 10.40, cuando Obama salió con su comitiva rumbo a la Casa Rosada, no sólo fue cortada toda la Avenida del Libertador, sino también todas las operacione­s aéreas comerciale­s en el Aeroparque por un espacio de casi media hora. Lo mismo ocurrió a las 19.50, cuando se trasladó de Palermo hasta el Centro Cultural Kirchner.

Es más, durante toda la jornada de ayer se prohibiero­n las operacione­s aéreas en todos los aeródromos del primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires.

nada se dejó librado al azar en Balcarce 50, donde los agentes del Servicio Secreto hicieron cumplir todas sus exigencias. Hasta los fotógrafos de los distintos medios, tanto nacionales como extranjero­s, cuestión poco frecuente, tuvieron que pasar sus cámaras, lentes y teleobjeti­vos por los rayos X.

Se supo que hubo algún ro ce entre funcionari­os de esa área de seguridad respecto de que era demasiada la vigilancia asignada a Obama y que Mauricio Macri se había quedado con pocos hombres de su custodia.

“Yo también tengo que cuidar a mi presidente”, se le oyó responder con cierta aspereza a un funcionari­o argentino a sus pares norteameri­canos cuando se preparaban los dispositiv­os de seguridad hace algunas horas.

El único atisbo de sobresalto fue una movilizaci­ón que, por la tarde, hicieron algunas organizaci­ones de izquierda que marcharon hasta Plaza italia, frente al predio de La Rural, donde se realizó el encuentro organizado por la AmCham (la Cámara de Comercio de los Estados Unidos). Allí quemaron algunas banderas norteameri­canas, pero un pesado vallado metálico y un cordón de la Guardia de infantería de la Policía Federal impidieron que accedieran a las cercanías de la embajada de Estados Unidos.

Otro grupo de operacione­s del Servicio Secreto ya tiene todo listo en San Carlos de Bariloche, adonde hoy, poco después del mediodía, partirán el presidente de Estados Unidos y su familia. Allí se alojarán en el hotel Llao Llao, que, a partir de anoche y hasta la medianoche del jueves, cuando regresen los Obama a su país, estará cerrado al público.

Como en Buenos Aires, el primer anillo de seguridad será de los norteameri­canos y se sumarán allí unos 1500 hombres de la policía rionegrina, de la Gendarmerí­a nacional, de la Prefectura naval y de la Policía de Seguridad Aeroportua­ria.

En las últimas horas se estaba decidiendo en el Sur cómo iba ser el traslado de la familia Obama desde el aeropuerto Teniente Luis Candelaria, en San Carlos de Bariloche, hasta el hotel Llao Llao, y no se descartaba que entrara en operacione­s el Marine One, el helicópter­o Sikorsky modelo VH-60n Black Hawk, del United States Marine Corps.

En la mañana de ayer llegaron a Bariloche dos aviones de transporte Boeing C-17 Globemaste­r iii, de la fuerza aérea de Estados Unidos, aeronave de 53 metros de longitud que puede transporta­r 78 toneladas de carga. De esta manera ya suman seis los aviones de este tipo que están estacionad­os en dicho aeropuerto: serán los encargados de llevarse la impresiona­nte logística de seguridad de regreso a Washington.

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