Lo real, su representación y sus límites
Federico León reestrena Las ideas, trabajo que explora los procesos de creación
una mañana imprecisa de hace unos cuatro años, el actor y director teatral, cineasta y dramaturgo Federico León despertó y se dio cuenta de que su computadora estaba en el piso sin signos de vida alguna. al parecer, alguno de sus gatos la había dejado así. en ese tiempo estaba ensayando Las
multitudes, aquella obra en la que trabajaban 120 actores de 5 a 90 años. No tenía backup. se vio obligado a reconstruir rápidamente el camino transitado tratando de no olvidar detalles, apuntes, las ideas sueltas. Cuando estaba filmando
Estrellas [2007] le habían robado la cámara perdiendo todo un día de filmación. el rodaje debió entrar en “modo pausa” durante un año. aquella jornada de filmación perdida la reconstruyó, pero ya no era lo mismo. de hecho, lo filmado aquel día no quedó cuando la película se estrenó en el Bafici.
un año después de aquel accidente con su compu, ese suceso se convirtió en disparador de Las
ideas. “en los procesos creativos los accidentes, el nombre que le pone a uno cuando algo le pone mal, son piezas constitutivas”, dice este talentoso creador que hoy repone Las ideas.
este impecable laboratorio escénico en estado de ebullición se estrenó hace un año, en Bélgica. en Buenos aires hizo unas pocas funciones en el marco del FIBa. esta temporada se presentó en Chile. en la primera función en santiago su computadora dejó de funcionar una hora antes del estreno. La representación se debió atrasar media hora. a los espectadores les explicaron que la demora se debía a un problema con la computadora. es que en la obra, la computadora tiene un papel fundamental. en su trama, los dos actores, julián Tello y Federico León, también tienen problemas con la “compu”. Problemas ficcionalizados. Claro que para ese público que había sido advertido de los inconvenientes habrán naturalizado la situación de otro modo. esa franja entre lo real, la ficción, su representación y las interpretaciones es una de las capas de Las ideas.
En aquella primera función chilena la computadora se tildó (pero de verdad). La obra no podía seguir. en ese momento, Julián, el que está sentado del otro lado de una mesa de ping-pong, se queda dormido (o hace como que se queda dormido). Federico se dio cuenta de que así, sin computadora, no podía seguir. se levantó. despertó al actor que hacía de actor dormido. el actor se levantó. Fue hasta el otro lado de la mesa en donde estaba la compu, tocó algún botón mágico y el maldito aparato volvió a funcionar. Habían ensayado esa escena durante seis meses, pero había sido descartada. el accidente la acaba de rescatar del olvido. ese procedimiento de rescatar material descartado es otra de las tantas capas de Las ideas.
“Todo el tiempo la obra confirma que no es una obra. son hipótesis que se van tensando mientras se hace la misma obra. Y en esa pregunta permanente sobre qué es verdad y qué no, lo que termina siendo verdad es la discusión”, apunta Federico. en la información de prensa presenta así el trabajo: “Las ideas pone en escena la intimidad de un proceso de creación. el encuentro informal entre dos amigos se convierte paulatinamente en una intensa jornada creativa”.
en medio de esta impecable maquinaria en la que lo racional y el juego de asociaciones libres generan una pieza discursiva de enorme potencia interna, los dos intérpretes toman whisky (o hacen como que lo toman), fuman un porro (o hacen como que lo fuman), rompen un billete. ¿será falso? sacan, entonces, un detector de billetes. en escena se preguntan: “Pero ¿cómo saber si el detector de billetes falsos es real? ¿Con un detector de detectores?”. en escena aparece un (¿falso?) detector de detectores de billetes falsos.
“La obra trabaja con algo del orden de lo racional, que se podría asociar mi persona, y con el inconsciente, que se lo puede relacionar a la personalidad de Julián –apunta «el racional»–; hasta que, en un mo-
mento, se arma un tercer personaje que es una cruza entre los dos.” Federico y Julián se cruzaron por primera vez hace unos 14 años cuando León lo dirigió en El adolescente. a partir de ahí, la asociación artística y la amistad entre ellos continuó su ruta. en Las ideas el cruce entre estas dos personalidades aparentemente antagónicas es otra de las capas constitutivas.
La reflexión sobre la representación forma parte del adN del teatro. en el caso de Federico León, atraviesa su producción tanto como cineasta (como sucedía en Estrellas y en Entrenamiento elemental para actores)
como director teatral (como pasaba en Yo en el futuro y en Museo Miguel
Ángel Boezzio). en este caso, esa reflexión está llevada al extremo, a su forma más radical y conceptual de representación.
en Yo en el futuro había una escena de enorme complejidad desde el punto de producción que no llegaba al minuto. en Estrellas había una microescena que tuvo vida propia y que formó parte de una instalación. en
Las ideas hay un video final que dura menos de un minuto y que es una pieza clave. sin embargo, Federico León, en plena obra, lo rescata de la papelera de su computadora. “Todo lo que construye la obra es para ese final, como si ese sueño de la computadora dialogara con toda la obra. en ese minuto aparecen cosas que se vieron, que se imaginaron, que se pensaron. Implicó hacerse cargo de infinidad de delirios, hubo que diseñar y construir un detector de detectores de billetes para una imagen que dura ocho segundos. Pero tenía que estar porque lo económico y el tiempo también son una de las ideas de Las ideas”, apunta desde la galería de su taller-laboratorio ubicado en el fondo de su casa.
el laboratorio es donde se pensó, ensayó y se gestó Las ideas. También es en donde se lo presenta al público. allí instalaron la mesa de ping-pong y se pusieron a darle duro al frontón. Fue una manera de profundizar todavía más la delicada línea entre la ficción y la realidad. “el espacio hace de sí mismo”, dice el dueño de la casa, el dueño de la idea, de la certeza, de las dudas y de sus múltiples representaciones.
Las ideas
De Federico León
Zelaya, Pje. Zelaya 3134.
Jueves, viernes y sábados, a las 21; domingos, a las 20.