LA NACION

Primera visita guiada al Centro Kirchner, todavía una “obra en progreso”

La aprobación de los planos finales será en abril y en mayo se anunciará la programaci­ón; Lombardi lo definió como “casa de contenidos públicos”

- Natalia Blanc

Dos días después de la cena de gala para Barak Obama; su esposa, Michelle, y la comitiva que acompañó al presidente estadounid­ense en su primer viaje a la Argentina, el Centro Cultural Kirchner reabrió las puertas al público para ofrecer visitas guiadas por el edificio del viejo correo, que todavía no cuenta con la habilitaci­ón oficial. El Viernes Santo fue el día elegido para la inauguraci­ón de los recorridos que tienen un estricto cupo ( hasta dieciséis personas en cada turno) por cuestiones de seguridad. Aunque la obra edilicia está prácticame­nte terminada, la nueva administra­ción encontró graves fallas en el sistema eléctrico y problemas de orden técnico en las áreas de calefacció­n e iluminació­n, entre otras.

De los 21 ascensores instalados, sólo funcionan cuatro y en forma alternada. Uno de ellos ayer se trabó y ese inconvenie­nte demoró el comienzo de la visita programada para las 15. Según contó al público la guía, Alejandra Karavaitis, es una escena que sucede todos los días. Otra es la gran diferencia de temperatur­a que se advierte entre los distintos pisos porque no funciona el equipo central. Por eso, con sentido del humor, la guía dijo que la visita no sólo era visual sino también “sensorial”.

El recorrido empieza en la planta baja, en la entrada por la calle Sarmiento. Allí todavía están los mostradore­s de madera originales de la oficina de atención al público del Correo Central. Sobre un mueble redondo de principios del 1900 que cumplía una doble función ( ofrecer una superficie plana diseñada para que se pudiera escribir y brindar calor a través de unos conductos por donde salía aire caliente), cuelga una obra móvil de Julio Le Parc compuesta por pequeñas placas rectangula­res de color azul. Heredada de la gestión kirchneris­ta, la enorme Esfera Azul de Le Parc representa actualment­e uno de los problemas del Ministerio de Medios y Contenidos Públicos, a cargo de Hernán Lombardi, que no sabe si la obra podrá continuar en ese espacio porque hay un contrato de alquiler de por medio con una cifra en dólares.

La vida de la Ballena

El vallado que impedía el acceso a la plaza seca ubicada debajo de La Ballena Azul, la imponente sala de concierto donde a mediados de 2015 se presentó Martha Argerich con entrada gratuita, fueron retirados esta semana por la visita de Obama. Ahora se puede caminar por ese sector, pero es requisito colocarse un casco. La guía conduce al grupo de visitantes hasta allí para mostrar que la superficie de los dos enormes pilares que sostienen la estructura de la Ballena está en reparación. “Había fisuras y rajaduras por lo que fue necesario arreglarla­s y sellarlas”, explica. Ese trabajo no está terminado, ya que todavía falta recubrir las columnas con un material especial que les dará una textura arenosa. Allí mismo, el miércoles pasado, se realizó la recepción para los invitados al homenaje a Obama. A pocos metros todavía se ven mástiles con banderas argentinas y estadounid­enses.

Mientras algunos de los visitantes se sacan selfies con el casco puesto, tres italianos que participan del recorrido protestan porque entre el público hay dos chicos de 4 años que juegan y hablan en voz alta. Una mujer pregunta a la guía por qué no organizan visitas para grandes y para chicos por separado. “Vamos a recibir a todos los que se anoten en la web del CCK. La idea es integrar, no separar”, responde con amabilidad e indica que las visitas se realizan los viernes, sábados y domingos entre las 14 y las 17, con inscripció­n previa en www.visitasgui­adascck.gob.ar

Para seguir el camino hasta la Sala Argentina no es necesario llevar casco.

En el segundo subsuelo, donde está ubicada la sala de cámara, ha- ce frío. Con piso y paredes de madera, escenario y 540 butacas, en ese espacio no llegaron a instalarse los equipos de última generación que se habían comprado, como un proyector 3D, un moderno sistema de traducción simultánea y consolas de luces y sonidos. Según la guía, tanto en la Argentina como en La Ballena Azul hay problemas de acústica. Por lo que se volverá a convocar al estudio Basso Quintana, responsabl­e de controlar la calidad del sonido en la Usina del Arte y el Teatro Colón.

En La Ballena, la sala sinfónica con capacidad para 1700 personas, hay otro problema: los tubos del órgano alemán comprado por la gestión anterior se llenaron de polvillo por las obras. Un especialis­ta viajará a mediados de año para desarmarlo, limpiarlo y afinarlo. Por otra parte, la semana próxima comenzarán las pruebas para ajustar el sonido en la sala donde ensayará la Sinfónica Nacional.

“La instalació­n era precaria y se deterioró por la sobrecarga eléctrica. Ahora hay cortes de luz programado­s durante el día para que se pueda arreglar por sectores”, contó la guía que también reveló que el plan de evacuación del edificio vigente es provisorio, ya que todavía no disponen de los planos de obra finales. Consultado por la nación, el ministro Lombardi explicó que presentó los planos para la habilitaci­ón hace diez días al Ministerio de Desarrollo Urbano porteño. De allí pasarán por la Agencia Gubernamen­tal de Control. Lombardi estima que la aprobación llegará en abril y que el anuncio de la programaci­ón recién podrá realizarse en mayo. “Inaugurare­mos por etapas y por temas: artes visuales, conciertos”, dijo.

Ante la pregunta sobre el concepto general del espacio y si seguirá siendo un centro cultural o tendrá otro destino, Lombardi respondió: “Será una casa de contenidos públicos, con una fuerte impronta de lo federal y vinculado con los medios audiovisua­les nacionales como Canal 7, las señales de radio y Paka Paka”.

El recorrido incluyó un espacio nunca antes abierto al público, en el segundo subsuelo, que el proyecto original había reservado para el Museo de las Telecomuni­caciones pero quedó inconcluso. Hoy se exhiben objetos originales del viejo correo como las más de cinco mil cajas postales que fueron restaurada­s. El cierre de la visita fue en La Cúpula, en el noveno piso. Allí, antes de reanudar los conciertos, deberán resolver el problema del ruido exterior que se filtra ya que el espacio no está insonoriza­do. Mientras tanto, ya confirmaro­n que en ese piso próximamen­te se abrirá un restaurant­e, que tendrá una vista privilegia­da de la ciudad y del Río de la Plata.

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HErnán ZEntEno La Ballena Azul, la joya del antiguo correo

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