LA NACION

Todo un caballero rojo

Es el piloto que más autos de Fórmula 1 de Ferrari ha conducido en la historia: 350. Se trata de Andrea Bertolini, el tester que tiene uno de los trabajos más codiciados por los amantes de la velocidad. Aquí su historia

- Agustín Lafforgue

¿Qué fanático del automovili­smo no sueña con manejar, al menos una vez, un auto de carrera? Y si el sueño es completo, éste debe ser un Fórmula 1 y rojo, es decir un Ferrari. Pocos, muy pocos, tienen tal privilegio. En los 908 grandes premios que la Scuderia acumula en la máxima categoría mundial, 108 pilotos han conducido un coche salido de Maranello. Además de ellos, algunos afortunado­s coleccioni­stas, como el caso del argentino Gregorio Pérez Companc, y eventuales conductore­s han piloteado una Ferrari de F 1. Pero hay una persona que desde 1974 a la actualidad ha conducido todos los coches de la legendaria firma. Se trata de Andrea Bertolini.

Este italiano de 42 años se crió, prácticame­nte, entre los autos de Ferrari. A los 17 años empezó a trabajar en la fábrica; lo hacía en el banco de pruebas y a la vez corría en kart. En ese momento, lógicament­e, soñaba con ser piloto. Su primera experienci­a en la mítica prueba de Fiorano, lugar en donde se forjaron los éxitos de muchos campeones, la dio sobre un 355 Challenge. “Esas cinco vueltas cambiaron mi vida, porque el jefe de pilotos probadores, Dario Benuzzi, me apadrinó y me enseñó el oficio. Por la mañana trabajaba en los coches y por la tarde hacía kilómetros con Benuzzi, aprendiend­o lecciones realmente valiosas para mi carrera”, reconoce el oriundo de Sassuolo.

Las estadístic­as marcan que Bertolini lleva probados más de 350 monoplazas de Fórmu- la 1 del Cavallino. Desde que comenzó su incursión en la firma de don Enzo Ferrari, en el primer lustro de la década del 70, únicamente no condujo el tristement­e recordado 126 C2 que la casa italiana utilizó en 1982 y con el que el canadiense Gilles Villeneuve perdió la vida tras el accidente en la clasificac­ión en Zolder, sede del Gran Premio de Bélgica. En tanto, repartiend­o su tiempo entre piloto de Carreras de Resistenci­a, lógicament­e con Ferrari, es quien pone a punto los monoplazas de los clientes y el responsabl­e de hacerle los ajustes correspond­ientes en Maranello.

Promediand­o la década del 90, Ferrari empezó a vender sus bólidos. En ese programa, claramente destinado para pocos, se incluía a un instructor y a un responsabl­e del mantenimie­nto. Era necesario que sea un piloto, y el elegido fue Bertolini. “Aún recuerdo mi primer Fórmula 1: un 412 T2 de 1995. Era un monoplaza increíble; 12 cilindros, realmente bien hecho, hasta el punto que, cuando lo probó por primera vez Michael Schumacher, que acababa de llegar a Maranello, preguntó cómo podía ser que no hubiese ganado el Mundial. Recuerdo aquel día perfectame­nte. No soy de las personas que se emocionan con facilidad, pero cuando me metí en el habitáculo y los mecánicos encendiero­n el motor, me estremecí. Por un momento me sentí como un niño otra vez, como cuando solía ir a ver los Ferrari que giraban en Fiorano y a mi ídolo, Gilles Villeneuve. Entonces, sentado en aquel monopla- za, sentí que se estaba cumpliendo uno de mis sueños: pilotar un Fórmula 1 de Ferrari en Fiorano. Aquel momento sigue siendo el más emocionant­e de mi carrera profesiona­l”, contó el protagonis­ta de esta historia al sitio web de Ferrari.

Un paso por Porsche

La novela de Bertolini y Ferrari tiene muchos capítulos escritos. “El más antiguo que he llevado fue el 312 B3- 74, un coche increíble, que me apasiona. De aquel modelo en adelante, piloté todos los F 1 de la Scuderia excepto el de 1982”, afirma quien paradójica­mente ha escrito su campaña deportiva en autos de GT. Y, todavía más extraño, es que su debut se produjo en 2001 con un Porsche 911 del equipo ART… Rápidament­e, al año siguiente, recaló en el equipo de Ferrari, y ya no cambió.

Pero regresando a la particular historia, el tester más enviado del mundo cuenta más de su experienci­a. “No es fácil ponerlos en orden. Me siento muy ligado al coche de 1974: es como un kart pero un poco más grande y más potente, muy ligero y que se puede llevar derrapando bajo control. Era peligroso y la seguridad del piloto era muy precaria, pero en aquellos tiempos era así. También me encanta el F1 8788 de 1988, el último Ferrari turbo antes del F14 T: fácil de pilotar e increíblem­ente ágil pese al cambio tradiciona­l”, relata quien en 2006 fue piloto probador del equipo de F 1, el último año de Michael Schumacher en la Scuderia.

“Sin embargo, la esencia de la capacidad de innovar típica de Ferrari se encuentra en el F1- 90 con el que Alain Prost casi gana el título. Ya he hablado del coche de 1995, luego está el coche de 1999 y los de 2002 y 2004, los coches de los récords, extraordin­arios monoplazas...”, concluye Bertolini quien pese a acumular ya ocho títulos en diferentes categorías de GT sin dudas, en el futuro, será recordado como el hombre que probó a centenares de Ferrari de Fórmula 1, quien sin los laureles de Michael Schumacher; sin ser leyenda como Gilles Villeneuve o el argentino José Froilán Gonzaléz, o sin los éxitos de Alain Prost, Carlos Alberto Reutemann o el mismísimo Juan Manuel Fangio, es todo un “caballero rojo”.

“Sentado en aquél monoplaza Sentí que Se eStaba cumpliendo uno de miS SueñoS: pilotar un fórmula 1 de ferrari en fiorano”

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El tester probó los autos de todos los grandes pilotos desde 1974, excepto el del gran Gilles Villeneuve
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Bertolini, y el regalo que le hicieron sus compañeros cuando manejó el coche 300

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