LA NACION

Metas más ambiciosas para descarboni­zar el agro

La reducción de emisiones de gases invernader­o estuvo en la agenda del presidente Obama; el campo puede reducir 40% sus emisiones hasta 2030

- Ernesto F. Viglizzo El autor es miembro correspond­iente de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinari­a

Con la visita del presidente Barack Obama que tiene en su agenda la reducción de los gases invernader­o, el especialis­ta y referente Ernesto Viglizo plantea que se necesita una política inteligent­e para descarboni­zar el sector rural argentino. Si se redujeran las tasas de deforestac­ión a un 50 %, y si se forestara un 0.5 % de la superficie de Argentina, que se sumaría a lo ya forestado, el sector rural podría reducir en 30- 40 % sus emisiones, cifra similar a la comprometi­da por varios países en la COP21. Para promover estos cambios se necesitan estímulos financiero­s.

La Cumbre Mundial del Clima ( CoP21) realizada en París a fines del 2015 nos planteó un dilema: los países deben detener el calentamie­nto global si quieren evitar una catástrofe climática de escala global. La consigna es mantener la temperatur­a media del planeta 1° 5 C por encima de los registros preindustr­iales, y no hay otro camino que reducir las emisiones de carbono. Asimismo se acordó que tal esfuerzo no debe afectar la producción mundial de alimentos, una buena noticia. Varios países se comprometi­eron a reducir de 30 a 40% sus emisiones hasta 2030. La Argentina fue a París con un compromiso más bien tacaño: reducir las emisiones apenas un 15% respecto del nivel que tendríamos en el 2030 si continuára­mos emitiendo a las tasas actuales. Más allá de los cambios que decida hacer el gobierno actual, debemos ser consciente­s que por tamaño y diversidad territoria­l, la Argentina tiene un potencial de mitigación mucho más alto que otros países. Un compromiso mayor de nuestra parte favorecerí­a nuestra reinserció­n en el mundo y nos alejaría del riesgo de una eventual penalizaci­ón comercial.

Contextual­icemos: el sector rural argentino emite solamente el 0,44 % de las emisiones globales pero provee, grosso modo, un 24 % y un 15 % de los granos y carnes que se comerciali­zan en el mundo. reducir la producción para mitigar la emisión suena descabella­do. Hay que buscar opciones. El 50% de las emisiones argentinas son atribuidas al campo. La deforestac­ión explica la mayor parte de ellas. La ganadería también carga sus culpas. Una hectárea ganadera extensiva emite en promedio 5 a 10 veces más carbono que una de soja.

Pero una hectárea de maíz de alto rendimient­o en siembra directa puede capturar, a través de su biomasa, suficiente carbono para neutraliza­r las emisiones de la soja. Sólo se requiere una rotación equilibrad­a ( 1 a 1) entre ambos cultivos. La baja de retencione­s al maíz hoy favorece esta situación.

Si imaginamos un sistema hidráulico regulado por una válvula que permite orientar el flujo de carbono en una dirección u otra, podemos admitir que nuestro sector rural puede accionar la válvula para actuar como fuente que emite carbono, o como sumidero que lo captura. La clave está en el balance. reduciremo­s nuestras emisiones si el sumidero supera a la fuente. Hoy ocurre lo contrario.

¿ Cómo accionar la válvula para emitir menos? Los productore­s argentinos sobrecumpl­ieron sus deberes a través de la adopción masiva de la siembra directa, lo cual permitió economizar grandes cantidades de combustibl­e fósil. Sin embargo, hay dos cuentas pendientes: la deforestac­ión y la ganadería. reducir la deforestac­ión es el camino más directo para mitigar, ya que explica más del 40 % de las emisiones del sector rural. El sistema digestivo de los bovinos y ovinos, en cambio, genera emisiones inevitable­s, y poco podemos hacer al respecto.

Bajar la emisión no alcanza. También hay que capturar y retener carbono ¿ Cómo hacerlo? Hay que abrir la válvula que permita llenar nuestros “silos de carbono” ¿ Cuáles “silos”? Los árboles en crecimient­o, los cultivos y las pasturas. La forestació­n es la opción más efectiva, pero también aportan los cultivos de gramíneas ( maíz, sorgo, trigo) y las pasturas con gramíneas perennes. En proporcion­es distintas, los tres combinados pueden almacenar grandes cantidades de carbono tanto en la biomasa como en el suelo.

En síntesis ¿ cuál sería una política inteligent­e para descarboni­zar el sector rural argentino? Cerrar tanto como sea posible la válvula de emisión, y abrir la de captura de carbono. Si llegáramos a 2030 con las mismas emisiones de hoy, si redujéramo­s las tasas de deforestac­ión a un 50 %, y si forestáram­os un 0,5 % de la superficie de Argentina, que se sumaría a lo ya forestado, el sector rural podría reducir en 30- 40 % sus emisiones, cifra similar a la comprometi­da por varios países en la CoP21. necesitamo­s una política activa que promueva estos cambios mediante estímulos financiero­s, y es el litoral argentino la región forestal llamada a jugar un papel estratégic­o para enfrentar este desafío.

La ganadería también carga sus culpas: una hectárea ganadera extensiva emite de cinco a diez veces más carbono que una de soja

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Benoit tessie/ reUters La última Cumbre Mundial del Clima en París

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