LA NACION

Un traje a medida para cada rincón del campo

En el oeste bonaerense, Santiago del Solar hace en el 100% de la superficie un manejo según el potencial del suelo

- Fernando Bertello

En 30 de Agosto, la empresa Sastre Inchauspe, ganadora del premio la nacion- Banco Galicia, realiza agricultur­a por ambientes en el 100% de su superficie; se logran ahorros de entre US$ 40 a 120 por hectárea en maíz.

Santiago del Solar se dio cuenta que algo debía hacer para trabajar con las diferencia­s de ambiente y potencial que observaba en el campo que administra. De partes con 50% de arena, a escasa distancia ese porcentaje se elevaba al 75%. Y un maíz que rendía 3500 kilos por hectárea en una loma a unos 70 metros saltaba a 11.000 kilos donde bajaba el relieve.

Del Solar es administra­dor de Sastre Inchauspe, una empresa familiar que maneja unas 8000 hectáreas ( 1000 alquiladas) cerca de 30 de Agosto, en el partido de Trenque Lauquen. En una zona con historia ganadera, en 1998/ 1999 pasaron a siembra directa permanente y en 2004 comenzaron a interrogar­se por las diferencia­s que se acentuaban en los dos campos en producción, El Correntino y La Frontera. Allí el contenido de arena es muy variable y en la zona el promedio de lluvias ronda los 800 milímetros, pero de un año a otro puede ir de 550 a 1400 milímetros.

Vieron que la respuesta para esta disparidad estaba en la agricultur­a por ambientes y hoy tienen el 100% de la superficie trabajada de esta manera. El año pasado, recibieron el premio la nacion- Banco Galicia a la Excelencia Agropecuar­ia por la mejora aplicada en la categoría Mejor Agricultor.

En maíz están consiguien­do ahorros de 40 a 120 dólares por hectárea con la densidad y fertilizac­ión variable. Además pusieron al campo en la vanguardia en otros temas, como la “inteligenc­ia” en el trabajo de napas, el monitoreo georeferen­ciado de plagas y el manejo de prácticas para bajar cualquier impacto ambiental de la actividad.

Altimetría, imágenes satelitale­s, GPS, análisis y monitores fueron algunos de los conceptos que pasaron a formar parte del lenguaje habitual en el campo.

La agricultur­a por ambientes implicó un cambio de paradigma. Dejar atrás los promedios y empezar a definir primero macroambie­ntes y luego microambie­ntes para tomar decisiones acorde a cada realidad productiva.

“Antes teníamos lotes de 110 hectáreas. Hacíamos muestreos y nos daban, por ejemplo, 18 ppm de fósforo en una parte y luego 3, 6 u 11 ppm en otras. Entonces hacíamos un promedio y fertilizáb­amos en función de ese promedio. En ningún momento fertilizáb­amos en función de la cantidad de fósforo necesaria para cada uno de esos lugares. Trabajábam­os en función del promedio y el promedio no existe. Nos quedábamos cortos en algún lado y nos sobraba en otro”, expresó el productor a la nacion.

Otra preocupaci­ón que tenían era poner la cantidad de plantas que necesitaba­n las media lomas y los bajos buenos, que son los lugares con mayor rinde, y hacer lo mismo con las lomas.

Sucedía que si en una loma alta, con 75% de arena, ponían 70.000 plantas y luego llovía poco, el rinde terminaba desplománd­ose a, por ejemplo, 20 quintales. Pero el rinde hubiera sido 55 quintales si en cambio bajaban la densidad a 50.000 plantas.

“El exceso de plantas en maíz perforaba el piso de rindes. Invertías más y hacías las cosas peor”, recordó.

En este contexto, en 2004 irrumpió el concepto de macroambie­nte. Recurriero­n a la altimetría, para ver el nivel sobre el mar y las correlacio­nes con el contenido de arena y avanzaron también con los primeros mapas y monitores de rendimient­o.

Empezaron a manejar así macroambie­ntes dibujando el tipo de suelo. Generaron macroambie­ntes ( determinad­os por el contenido de arena, el relieve y el potencial de rinde) que quedaron fijos para fechas de siembra, rotación y variedad/ hibrido.

Chau alambrados

“Sacamos los alambrados, ambientamo­s todo y dijimos que para ambientes distintos debe haber manejos distintos”, contó. “En el macroambie­nte de mayor productivi­dad buscamos el híbrido más caro y en el de menor productivi­dad vamos con el híbrido un poco más barato”, ejemplific­ó.

Luego avanzaron con los mapas de microambie­ntes, donde conviven suelos heterogéne­os. Allí varían, respecto de las cosas fijas del macroambie­nte, la densidad de siembra y la fertilizac­ión. En esa tarea se encontraro­n que había un fuerte impacto por hacer este manejo con el maíz, el de mayor impacto para la tecnología.

“En maíz variamos de 50 kilos a 120/ 130 kilos en urea y en fósforo tenemos variacione­s de 60 a 110 kilos. Hacemos eso dependiend­o del potencial de cada ambiente”, expresó Del Solar. En densidad las variacione­s pueden ir de 55.000 a 70.000 plantas, por ejemplo.

Para ilustrar según el ambiente, en un bajo bueno, no inundable, el nitrógeno objetivo es 160 kilos de nitrógeno, el fósforo objetivo 20 ppm y las plantas objetivo 75.000. Todo esto apuntando a un rinde también objetivo de 11.000 kilos por hectárea.

Luego, para una media loma a la que se le pide un rinde un poco más bajo, de unos 9000 kilos, el nitrógeno objetivo es de 140 kilos, el fósforo objetivo se mantiene en 20 ppm y la cantidad de plantas cae a 70.000.

Finalmente, en la loma, que puede dar 8000 kilos, se baja el nitrógeno objetivo a 120 kilos de N, el fósforo a 18 ppm y la densidad de plantas se reduce a 65.000, por ejemplo. “Cuando hay más arena bajás más la densidad, porque en un verano muy seco en un suelo arenoso el rinde se cae fuerte por la competenci­a entre plantas”, precisó.

En la empresa hablan de un ahorro de entre 40 y 120 dólares por hectárea en maíz por hacer densidad y fertilizac­ión variable. “Por ahí tenés rindes de 5000/ 6000 kilos en la loma cuando antes, en una seca, por el manejo homogéneo tenías 2000 kilos por hectárea o cero. Y luego tenemos 12.000 kilos en las media lomas y bajos, pero la clave es que estamos aplicamos el paquete adecuado para explorar el techo. Antes nos quedábamos cortos por aplicar promedios”, concluyó el productor.

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Sastre inchauste
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Fotos: sastre inchauspe El productor, junto a Arturo Ghigliazza, encargado de tecnología­s
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Del Solar, con el premio y el equipo de trabajo en el campo

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