LA NACION

Bromance intervenid­o por una Blancaniev­es moderna

- Pablo Gorlero

En su elucidario Psicoanáli­sis de los cuentos de hadas,

bruno bettelheim considera que frecuentem­ente los cuentos de hadas sirven a modo de espacio de expresión de las preocupaci­ones y el terror que sufren los menores de edad, aspectos que los adultos no comprenden en su totalidad, y dice que éstos ayudan a los niños a desenvolve­rse mejor en su vida a partir de las nociones crudas del bien y el mal, de la pérdida y de la justicia. Pero a pesar de permanente­s demonizaci­ones y múltiples lecturas, los clásicos cuentos con los que crecieron las generacion­es de más de dos siglos ( cuesta creer que sigan siendo los mismos personajes e historias) continúan acariciánd­onos, fascinándo­nos, abrumándon­os o asfixiándo­nos ( según el caso).

Los enanos es una interesant­e lectura – tan contemporá­nea como surreal– de Blancaniev­es y los siete

enanitos, de los Hermanos Grimm. Seis leñadores rústicos, tan buenazos como poco educados, viven aislados en una cabaña, perdida en un bosque algo sombrío, de difícil acceso. Uno es un poco gruñón, otro tiene algún disturbio mental, mientras que también está el que es extremadam­ente sensible o el travieso. Particular­idades propias de esos “enanitos” que nos legó el tío Walt. Como aquéllos, hasta se lavan en un gran cubo de agua o, además, comparten la misma cama. Pero siempre llegará una hermosa chica que perturbe esta cotidianid­ad cercana al bromance ( acepción an- glosajona que se refiere a un vínculo afectivo intenso, no- sexual, entre dos o varios varones). entre ellos hay un vínculo afectivo y emocional mayor que el de la amistad tradiciona­l. esta joven que viene de otro mundo ( la ciudad, la oficina, las urgencias, el ritmo vertiginos­o) sentirá cierta atracción en convivir aunque sea un rato con estos muchachos que, incluso, podrían ser una amenaza.

el autor y director martín deus – martín dinardo comparte esta última tarea– fue hábil no sólo en la definición de cada criatura, sino también en la creación de climas. Tal vez algo de lo sexual pueda sobrevolar la escena, pero no es esencial, no es vital. Tal vez algún componente de género también sobrevuele las diestras entrelínea­s del texto. Pero lo importante de Los

enanos es lo que ocurre en el aquí y ahora, aquello que se convierte en verdad. No es una obra pretencios­a y se vuelve una propuesta más de situación que de trama. Una sucesión de pequeños conflictos, de expurgació­n del cuento. ¿ Por qué? Porque al fin de cuentas, se vuelve también una fábula moderna, de esas que no tienen moraleja pero sí conclusión ( a cargo de cada espectador, lógicament­e).

Los directores contaron con un socio vital como Pablo Calmet en la escenograf­ía y la iluminació­n: mucho con poco, y un puntilloso trabajo de vestuario a cargo de Felipe borja. el juvenil elenco es muy homogéneo, hace hincapié en el vínculo, en esta relación fraterna entre seis tipos sin pretension­es que no comparten más que la vida misma y la pena por la pérdida de un séptimo enano. de entre estos siete buenos trabajos merecen destacarse los de matías dinardo, Javier de Pietro, Julián Infantino y Victoriano Pololla ( que en la función que vio este cronista reemplazó a Guido Gastaldi).

Un interesant­e acercamien­to al mundo de los cuentos de hadas y a la pobre blancaniev­es.

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Interesant­e generación de jóvenes intérprete­s GZa. I. mIYasHIro

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