Para aquellos que buscan experiencias sonoras sin red
En una nueva edición del Adoba Tritura Machaca se presentaron el dúo acústico Beam Splitter y Lucio Capece
el esporádico ciclo adoba Tritura machaca, curado por los músicos Javier areal Vélez y Jorge espinal, mantiene vivo el espíritu de una buenos aires alternativa, de lugares que convocan sin previo aviso, a menudo sólo por el boca a boca, y con un público que conoce el código de las experiencias sin red, tan respetuoso del chillido penetrante como del más incómodo silencio. en diversas sedes, desde 2014, aTm programó shows de notables como el baterista Paal Nilssen- Love, la contrabajista elsa bergman y la performer y videasta Christine Schörkhuber, una de las divas contemporáneas del sound art.
el pasado martes en Casa dasein, barrio de almagro, aTm convocó a dos intérpretes radicales y absolutamente contrastantes en su propuesta: el dúo acústico beam Splitter y el argentino Lucio Capece, uno de los músicos más respetados de la actualidad en el campo de la amplificación y la percepción sonora.
días atrás, el trombonista norue- go Henrik munkeby Nørstebø y la cantante norteamericana audrey Chen habían compartido la primera fecha de bob ostertag en el Teatro Colón, en la interpretación de su suite experimental para voces A Book
Of Hours. Lejos de aquella delicada y pautada obra, lo que hacen Chen y munkeby Nørstebø como beam Splitter es altamente improvisado, intenso, extremo y artesanal, sostenido en una voluntad férrea por la experimentación. mientras el trombonista generaba en engañoso mantra eléctrico, acercando y alejando del micrófono la boca de su instrumento, Chen se lanzaba al vacío con diversos sonidos vocales, articulados desde la garganta, con músculos que quizá sólo en circunstancias extremas el resto de los mortales usamos.
más que emplear al trombón de contrapunto, munkeby Nørstebø ofrecía una frágil plataforma, a falta de base instrumental, para las improvisaciones de Chen, ya sea batiendo su sordina o articulando toda clase de soplidos en la boquilla. La entrega de la norteamericana, extrema e inusual, cautivó al público; pasó del éxtasis a raptos de posesión, arranques de canto armónico y aullidos que pueden asociarse al arte de Yoko ono, y terminó en un sereno lamento a coro con su compañero. Fue una performance extenuante para ambos, sobre todo para Chen. ella, que tuvo al cuerpo de instrumento, salió desesperada a tomar aire fuera de la sala ( tan desesperada que se le trabó la puerta, y hubo que ayudarla para salir).
Seguidamente, Capece, residente en berlín desde hace más de diez años, llegó para presentar rX 22, una pieza a punto de publicarse en europa. Su performance está concebida para la ejecución de dos baterías electrónicas Yamaha rX 11, un clásico instrumento de los ochenta, amplificadas por dos parlantes frontales y varios parlantes minúsculos, que cual adornos navideños colgaban en la sala.
de conexión inalámbrica, los mini parlantes tenían un leve retraso para recibir la señal, y en ese delay Capece armó una extraordinaria coctelera de bombo, platillos y redoblante, que pese al caos despertaban en la memoria fragmentos de algún hit ochentero. el contraste, tan radical, con la anterior performance, dio otro saldo positivo para la fecha; broche perfecto para un ciclo que se reafirma en el under.