Mimì, una peligrosa asesina
En infinidad de películas estadounidenses hemos visto los poderes que despliegan los miembros del servicio secreto para preservar la integridad física de su presidente. aguerridos, atléticos, expertísimos en todas las tecnologías, en balística y en artes marciales, sacrificados y heroicos ( también violentos, invasivos y poco respetuosos de los derechos ajenos, pero de esto no se habla), los muchachos velan porque nada ni nadie pueda lastimar o, peor aún, asesinar al primer mandatario. en realidad, poco sabemos de las virtudes y capacidades verdaderas de los venerables agentes, pero, por el celo desplegado para proteger la vida de dwight eisenhower, podemos intuir que dentro de las cualidades de los funcionarios de la máxima seguridad no están los conocimientos de los argumentos de las óperas. el presidente de estados Unidos estaba por asistir a una función de La bohème, en la Ópera de Washington, y los agentes comenzaron a desplegar su oficio para garantizarle una velada placentera al primer mandatario. el máximo responsable quiso saber de qué trataba la ópera de Puccini y se enteró de que la protagonista muere. Tal vez haya evaluado que si era una muerte violenta, el momento podría ser aprovechado para encubrir un atentado. Para que las autoridades del teatro de Washington no sospecharan, con todas sus dudas y temores, por la línea ultrasecreta telefoneó a rudolf bing, el director del metropolitan opera House de Nueva York. el hombre, escueto, le preguntó: “Hemos oído que la chica muere. ¿ Cómo es asesinada?”. Ni por asomo entraba dentro de sus perspectivas una triste muerte en un lecho. bing entendió por dónde venían las preocupaciones de maxwell Smart y le dijo: “mimì muere de tisis. No es contagioso a la distancia”.