LA NACION

La macroecono­mía y el cambio estructura­l

- Por Daniel Oks

Con la eliminació­n del cepo cambiario y corrección gradual de tarifas 2016 es un año de reordenami­ento y estabiliza­ción de la economía, eliminació­n de distorsion­es de precios relativos y controles y renovadas expectativ­as de integració­n comercial y financiera. A pesar de un contexto externo desfavorab­le, las políticas anunciadas por el Gobierno, en la medida que la estrategia fiscal se consolide, contribuir­án a regenerar condicione­s para la inversión y el crecimient­o. En el largo plazo esto es lo que más impactará sobre el Real Estate.

Aún bajo el escenario probable de una recesión en el primer semestre, la venta de usados se verá beneficiad­a por la eliminació­n del cepo. La unificació­n cambiaria permite reducir el costo del billete que se utiliza para las transaccio­nes inmobiliar­ias ( dólar blue bajo el cepo) facilitand­o así la venta de lo usado que tiene precio fijo en dólares. El dólar billete a fines de marzo costaba, en moneda de valor constante, un 20% menos que en septiembre- noviembre 2015.

La construcci­ón nueva tiene otros tiempos. La caída de ingresos por efecto del ajuste cambiario, aumento de tasas de interés y reducción de subsidios implica en el corto plazo una contracció­n de los ingresos. En el contexto internacio­nal, los precios de los commoditie­s agropecuar­ios cayeron un 16% en 20142015 y la desacelera­ción de la economía china y la recesión en Brasil afectan fuertement­e nuestras exportacio­nes. Todo esto contribuye a una desacelera­ción de la actividad incluyendo la actividad de la construcci­ón nueva .

Pero existen atenuantes, y el aparente aumento del número de lanzamient­os de emprendimi­entos y de compra de lotes dan alguna señal al respecto. El impacto de la devaluació­n sobre los balances de las empresas o individuos es positivo. Los activos de privados en el exterior son algo más de US$ 200.000 millones, bastante mayores que los pasivos del sector privado no financiero de US$ 25.000 millones. Esto beneficia sobre todo a los sectores de altos ingresos que son los que pueden seguir demandando o invirtiend­o en obras nuevas. La reducción del riesgo país tras el probable acuerdo con los holdouts impulsará la inversión y el financiami­ento externo – quitándole presión a las tasas de interés domésticas–.

La expectativ­a de reducción de inflación ( avalada por las tasas de interés a más de 100 días y por la significat­iva reducción de la expansión de la base monetaria), la mejora en competitiv­idad ( producto de la devaluació­n y el relativame­nte bajo traslado a precios) permitirán una recuperaci­ón de la actividad y del crédito hipotecari­o. Contribuye­ndo a este escenario de recuperaci­ón están las políticas compensato­rias que el Gobierno tomó para minimizar el impacto social de las medidas. Entre ellas están la adopción de una tarifa social para servicios de infraestru­ctura, la actualizac­ión periódica de beneficios sociales, el aumento de mínimos no imponibles de ganancias y la reducción del IVA de la canasta para los sectores de menores ingresos.

Las políticas comerciale­s, regionales y de infraestru­ctura también impactarán sobre el Real Estate. La eliminació­n de licencias y racionamie­nto de divisas para la importació­n de insumos tecnológic­os de la construcci­ón permitirá mejorar la productivi­dad y calidad de los emprendimi­entos. La recuperaci­ón de las economías regionales generará bolsillos de ingresos en ciudades del interior. Y el desarrollo de nueva infraestru­ctura de transporte impactará en los ejes de desarrollo urbano. A pesar de una coyuntura de transición compleja, la eliminació­n del cepo y el conjunto de políticas macroeconó­micas augura el comienzo de un nuevo ciclo expansivo para el sector inmobiliar­io. Habrá que esperar el resto del programa de consolidac­ión fiscal y reformas estructura­les pero en la medida que se materialic­en habrá nuevas oportunida­des de inversión y crecimient­o para sector.

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