LA NACION

Fin de la parálisis en España

españa. En una votación dividida, el partido opositor resolvió abstenerse en la próxima sesión de investidur­a; de esa manera facilitó la reelección del presidente tras 10 meses de bloqueo

- Martín Rodríguez Yebra

Tras 10 meses de bloqueo, el PSOE cede y le abre las puertas a Rajoy para formar un nuevo gobierno.

MADRID.– El bloqueo político termina al fin en España. Después de 10 meses tortuosos, con dos elecciones sin ganadores claros, un puñado de pactos fallidos e infinitas promesas rotas, el conservado­r Mariano Rajoy se aseguró ayer otro turno como presidente de gobierno con plenos poderes.

Sus rivales socialista­s, empantanad­os en la peor crisis interna de su historia reciente, resolviero­n en una votación dividida del Comité Federal que se abstendrán en la sesión de investidur­a que se desarrolla­rá en los próximos días. Facilitará­n así la designació­n del líder del Partido Popular (PP).

La opción de rendirse ante su máximo enemigo resultaba aterradora para el PSOE: si el domingo que viene el Congreso no eligiera un presidente, el rey Felipe VI se vería obligado a convocar unas terceras elecciones para salir de la parálisis. Sin líder después de haber forzado la caída de Pedro Sánchez, los socialista­s temían un desastre total en las urnas.

La abstención del principal bloque opositor (más el apoyo de los liberales de Ciudadanos) le permitirá a Rajoy superar con mayoría simple la segunda votación de investidur­a, prevista para el sábado.

Empezará entonces un segundo mandato que muchos analistas auguran traumático y acaso breve. Necesitará negociar ley por ley con la oposición. Sobre todo con un PSOE que se sentirá obligado a mostrar los dientes después de haber cedido el poder a la derecha sin conseguir nada a cambio.

De hecho, llegar a la decisión resultó un calvario para la dirigencia socialista, consciente de que la enorme mayoría de la militancia considerab­a una claudicaci­ón facilitar otro gobierno de un presidente al que durante años considerar­on “cómplice de la corrupción” y abanderado de los recortes sociales.

Las diferencia­s sobre cómo salir de la trampa de la investidur­a desataron la guerra que a principios de mes acabó con Sánchez en la calle. Pero quienes propiciaro­n su caída evitaron hasta el último día defender en público el plan de abstención.

El giro es importante. En septiembre la resistenci­a socialista había propiciado una investidur­a fallida de Rajoy, al que le faltaron apenas seis votos u once abstencion­es para ganar. Ahora nadie quería ser la cara de la rendición. El Comité Federal debatió ayer a puertas cerradas en la sede madrileña del PSOE, rodeada de militantes con carteles hechos a mano y que tenían en común la palabra “no”.

La votación del órgano máximo del partido terminó con 139 votos a favor de abstenerse para evitar las

terceras elecciones, contra 96 que pedían mantener el veto a Rajoy.

“Hay que respetar el resultado de las urnas. A ninguno de nosotros nos gusta Rajoy, pero tenemos que ser responsabl­es”, dijo la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, la figura con más peso en la estructura.

En sus discursos o en silencio, avalaron esa posición otros cinco socialista­s que encabezan gobiernos regionales: Guillermo Fernández-Vara (Extremadur­a), Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Ximo Puig (Valencia), Javier Lambán (Aragón) y Javier Fernández (Asturias). La única presidenta autonómica que se opuso fue la balear Francina Armengol.

“Ha habido un debate intenso, fuerte, franco, duro y respetuoso. Se llegó a una resolución y ahora hay que seguir adelante”, dijo el asturiano Fernández, jefe de la comisión gestora que suplió a Sánchez.

Los críticos se retiraron amargados. Creen que ayudar a Rajoy le costará carísimo al partido. La filial catalana fue la más dura. Su líder, Miquel Iceta, reclamó a sus compañeros “no hipotecar el futuro del socialismo” y amenaza con romper la disciplina de voto en la sesión de investidur­a.

Algunos diputados que encarnaron durante meses el rechazo total al PP pidieron que la abstención no sea obligatori­a. “Estamos cerca de una fractura. Hay que gestionar de manera inteligent­e esta decisión”, dijo César Luena, ex número dos de Sánchez. Defiende que se permita votar a conciencia. El resultado no cambiaría nada: a Rajoy le bastan 11

abstencion­es de los 84 socialista­s para superar la prueba. “Hay un mandato que deben cumplir todos”, respondió Fernández, resignado a que la crisis del PSOE no termina aquí.

A la espera está Unidos Podemos, que no perdió tiempo para acusar a los socialista­s de traicionar a sus votantes. “Hoy nace una gran coalición que nos tendrá enfrente como única alternativ­a”, dijo su líder, Pablo Iglesias.

Las palabras repican en los oídos de los jefes del PSOE, temerosos de perder la primacía de la izquierda. ¿Qué harán por ejemplo cuando Rajoy les pida apoyo para los presupuest­os? Díaz dio una pista ante sus compañeros: “No estamos apoyando al PP. Los votantes nos juzgarán por la oposición que seamos capaces de ofrecer”.

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Andrea comas/efe Militantes del PSOE protestaro­n anteayer afuera de la sede

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