LA NACION

Macri y Lifschitz dejaron atrás la desconfian­za y encarrilar­on la relación

Protagoniz­aron duros cruces en el inicio de la gestión de Cambiemos; las charlas en privado mejoraron el vínculo

- Jaime Rosemberg

Desde que se vieron por primera vez a solas, a principios de año, Miguel Lifschitz se mostró impresiona­do por dos caracterís­ticas del presidente Mauricio Macri: su carácter ejecutivo y, sobre todo, su memoria. “Sin leer un papel, me echó en cara todo lo que en teoría les habíamos hecho”, recuerda por estas horas con una media sonrisa ante sus colaborado­res el gobernador socialista de Santa Fe. Luego de varios meses, el contraste con aquella tensión inicial es notable: de calificars­e mutuamente en los peores términos, los protagonis­tas de esta historia pasaron a un vínculo de armonía impensado, que tiene sus razones políticas y personales.

“Santa Fe es la que menos vocación ha demostrado de coordinar políticas”, decía el Presidente en julio, cuando todo era tensión, desconfian­za y acusacione­s mutuas. Tenía en mente el escándalo de los fugados del triple crimen, las críticas de Lifschitz a las medidas económicas tomadas en esos primeros meses y el millonario reclamo de deudas atrasadas de la coparticip­ación federal que el socialista ponía en la mesa de negociacio­nes en cada reunión. La situación cambió: el viernes, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, inauguraro­n junto al sonriente gobernador santafecin­o obras en el puerto de Rosario. Ese mismo día, la provincia adhirió al blanqueo de capitales, que venía resistiend­o.

Entre uno y otro momento, pasaron varias reuniones, un par de ellas a solas, entre el Presidente y el gobernador. “Fueron generando confianza entre ellos, que son dos desconfiad­os por naturaleza”, coinciden cerca de ambos protagonis­tas. Lifschitz se sintió (y se siente) mejor cuando las críticas de Pro santafecin­o y las del propio titular de la UCR, José Corral

(aspirante a sucederlo), amainaron por orden presidenci­al. “Llevate bien con José”, le dijo el Presidente al gobernador. La misma frase usó con Corral, intendente de Santa Fe, todavía parte del Frente Progresist­a que integran socialista­s y radicales, y una de las cartas fuertes con las que Macri espera poner fin a la hegemonía socialista en la provincia.

“Algunos intermedia­rios complicaba­n la relación”, repite Lifschitz. No los nombra, pero se refiere a los dirigentes de Pro-Santa Fe, como su titular, Federico Angelini, y el diputado provincial Roy López Molina, quienes taladraron con críticas a la gestión del PS antes y después de los últimos comicios, ganados por el canto de una uña por Lifschitz contra el hoy embajador en Panamá Miguel del Sel. La buena relación de Lifschitz con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, colaboró para acercar posiciones. “Los dejamos solos varias veces para que hablaran de otras cosas”, contaron por lo bajo en la Casa Rosada. La sintonía mejoró por la necesidad del Gobierno de no extender el conflicto.

Hoy, todos son anuncios de obras, trabajo conjunto con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la lucha contra los narcos, y hasta elogios del siempre prudente Lifschitz a la política económica que encabeza Alfonso Prat-Gay. “Ha sido exitoso en acomodar la economía”, dice el ex intendente de Rosario. Los socialista­s están convencido­s de que Macri, asesorado por Jaime Durán Barba, cree –o creía– “que somos antiguos, atrasados, parte de la vieja política, filokirchn­eristas”. Del otro lado, cerca de Macri y por razones idénticas desconfían del socialismo santafecin­o, al que estuvieron cerca de derrotar en las últimas dos elecciones, con polémica incluida. “Creen que somos la derecha liberal, son muy clásicos”, afirma un funcionari­o.

Claro que no todo son rosas ni acuerdos. “Si estuviéram­os en todo de acuerdo, estaría en Cambiemos”, repite el gobernador, que no ve con malos ojos el acercamien­to de su socia política Margarita Stolbizer al peronista Sergio Massa. “Sin desperfila­rnos”, aclara.

Un lunar mayúsculo subsiste en el vínculo y tiene nombre y apellido: Elisa Carrió. “Nos acusó de apañar a los narcos, son cosas muy graves”, dicen cerca del gobernador, y recuerdan las antiguas cuentas pendientes entre la líder de la CC-ARI y el ex gobernador Hermes Binner. Desde Pro aseguran que no hay acuerdo entre Macri y Carrió para limar al PS antes de la elección y destruir así su acuerdo provincial con la UCR.

La realidad los iguala: ni unos ni otros tienen candidatos “ganadores” para 2017, aunque el PS tema una alianza entre Pro y el peronista omar Perotti con vistas a 2019. “Ése sí sería un gran rival”, conceden cerca del gobernador. Por ahora, Macri y Lifschitz prefieren apostar a mejorar su vínculo, que dejó atrás la frialdad de los primeros meses.

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Miguel lifschitz De las críticas al plan económico, el reclamo de fondos y la política de seguridad, el mandatario socialista pasó a elogiar a Prat-Gay y destacar el “diálogo” que mantiene con el Presidente gobernador de santa fe

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