“Admiro a la gente del barrio”
La villa 31 es un gentío, pero a Malena Pozzi la recuerdan fácil: es la maestra de ojos azules que trajina los pasadizos del barrio desde hace ocho años. Malena coordina el Centro Educatigrar Comunitario de Retiro, desde donde da apoyo escolar a los niños de las 10.000 familias que habitan el asentamiento. Intenta acompañarlos en su paso por la escuela y está orgullosa de que tres de sus alumnos rindieron el examen de francés para entrar al Lenguas Vivas.
No es fácil educarse en la villa y la muestra son las decenas de ómnibus escolares que estacionan a la mañana, al mediodía y a la tarde en su entrada. Hacia allí peregrinan las madres para dejar a sus hijos, que viajan a escuelas alejadas de sus casas. Pese a que el universo en edad escolar es enorme, en el barrio hay apenas dos establecimientos educativos: el jardín de infantes Sueños Bajitos y el colegio Filii Dei, ambos de gestión privada.
El gobierno de la ciudad prometió que esto se revertirá cuando, como parte del plan de urbanización, se instale allí el Ministerio de Educación. El proyecto prevé un diseño de vanguardia que incluye tres escuelas para el barrio. “Espero que estén alineadas con problemáticas del barrio”, dice Pozzi.
Criada en Munro y con muchos años de docencia, cuando le preguntaron si “se animaba” a asumir un cargo en la villa, ella recordó sus años jóvenes y dijo que sí.
A principios de los 70 ya había recorrido el barrio acompañando al cura Carlos Mugica, que fue asesinado en 1974. “Hacía lo mismo que ahora: trabajaba con familias y chicos. La diferencia es que esto era todo barro y casas de chapa. Ahora creció mucho y hay casas de material y gente con trabajo, pero también muchas divisiones políticas”, recuerda.
Malena explica que hace ocho años llegó con “mentalidad colonizadora”, preparada para enseñar, pero que descubrió que también tenía mucho para aprender. “Admiro a la gente del barrio. Hay que ser fuerte y valiente para venir desde tan lejos y con tan poco”, dice sobre los inmigrantes de la villa.