LA NACION

Lo que se ve y lo que se avizora

- Sebastián Fest —LA NACIoN— @sebastianf­est

Tan increíble es el 2016 de Juan Martín Del Potro, que lo más notable es que no haya terminado aún, que tan difícil resulte sustraerse a la idea de que lo mejor está por venir.

Pero hasta que se llegue a ese fin de semana en Zagreb, a esa quinta final argentina en la Copa Davis con el hermoso dato de que todo puede pasar, no viene mal que a las fotos de los últimos meses se sume una con un Del Potro diferente. Porque hasta ahora se lo había visto ganar, sonreir, celebrar y llorar en Londres, Río de Janeiro, Nueva York o Glasgow, pero no alzar el trofeo de campeón. El título en Estocolmo corta mucho más que una racha de 33 meses sin títulos; es echarle leña al fuego de ese intangible del que vive cualquier deportista: soy muy bueno en lo mío, soy capaz de ganar, y de ganar hasta el final. Es, también, la constataci­ón de lo que ya se escribió en el último US Open: el ranking miente. El hombre que llegó a pensar que nunca más iba a jugar profesiona­lmente al tenis tiene por delante no sólo una final de la Davis, sino una temporada 2017 en la que nombres como Novak Djokovic, Andy Murray, Roger Federer, Rafael Nadal y Stanislas Wawrinka compartirá­n cartel con alguien que está, además de acelerándo­le el corazón a un país, revitaliza­ndo el circuito de tenis masculino al potenciar ese factor siempre bienvenido en el deporte: la incertidum­bre.

Daniel Orsanic, capitán del equipo de Copa Davis, le dijo ayer a TyC Sports no sólo que “hay ciertas cosas que (Del Potro) está haciendo mejor”, sino que subió la apuesta: “Puede ir camino a su mejor versión, que quizás todavía no la hayamos visto”.

Gran timing el de Del Potro, qué duda cabe, de cara a una final de la Davis para la que Orsanic dice analizar un paso valiente y de impacto: llevar más de cuatro jugadores y decidir allí a último momento quiénes integran el cuarteto. ¿Lo hará realmente? Difícil. Por las dudas, hoy en Basilea Federico Delbonis y Guido Pella jugarán juntos el torneo de dobles, porque nada sobra cuando se trata de preparar una final por la ponchera de plata.

Lo que se ve es muy bueno. Lo que se avizora, también, porque la foto de Del Potro en Estocolmo lo muestra alzando un trofeo tan grande, tan pesado y tan incómodo de elevar como uno de Grand Slam. O el de la Copa Davis.

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AFP
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