Silva nunca tiene piedad con su pasado
Habituado a convertirle a sus ex equipos, lo hizo de nuevo y Banfield superó a Vélez
Volvió Santiago Santiago y se hizo notar. La contractura que le impidió jugar la fecha anterior con Defensa y Justicia quedó en el olvido, sepultada por ese verdugo implacable que se regodea cuando enfrente descubre una camiseta que alguna vez habitó. Esta vez fue Vélez la víctima, como también lo había sido en abril de 2015 cuando el delantero uruguayo defendía los colores de Arsenal. Vélez disfrutó los goles del Tanque Silva, tantos que llevaron al Fortín hasta un título en 2011, pero ayer sufrió ese grito eufórico y voraz del hombre que nada entiende de contemplaciones cuando atropella en el área.
Cuando el juego se había vuelto chato, después de los primeros minutos en los que Banfield generó un par de situaciones muy peligrosas, la inventiva de Brian Sarmiento para sorprender a la defensa de Vélez con una media chilena, la capitalizó Silva al desacomodar a Cristian Nasuti y vulnerar a Assmann con un cañonazo de zurda contra el palo derecho, cerca del final del partido.
Los conducidos por Falcioni ya habían extrañado a Silva en el último partido –lo reemplazó el juvenil Agustín Fontana–, no sólo por lo que intimida en el área rival sino, también, por el despliegue generoso que ofrece desde lo táctico, con la presión que ejerce sobre los defensores adversarios y por como defiende su arco en las jugadas de pelota detenida.
A veces se lo cuestiona; otras, directamente se lo critica. Pero el uruguayo, próximo a cumplir 36 años, con frecuencia aparece con toda la pólvora para hacer explotar de alegría a su equipo. Si el adversario alguna vez festejó sus goles..., está advertido.