LA NACION

TRAS ACTUAR EN EL BUE CON THE LIBERTINES, EL INGLÉS SE QUEDÓ EN BUENOS AIRES: SE PRESENTÓ EN MOD EL VIERNES Y ANTEANOCHE

El músico inglés mostró en MOD su cara más salvaje

- Alejandro Lingenti

claro que a Pete doherty no le gusta pasar inadvertid­o. después de presentars­e en el festival bue con the Libertines –un show que también generó polémica, pero que sin dudas tuvo charm y el sello provocador y desaliñado de la banda inglesa–, el ex novio de la top model Kate Moss, otra personalid­ad irreverent­e, se quedó en buenos Aires unos días, oportunida­d para que ealing Produccion­es, una agencia independie­nte dedicada a la organizaci­ón de eventos relacionad­os con la música y el cine, programara dos conciertos en el Mod club de san telmo. Y doherty se encargó de transforma­r esas dos fechas en otra cosa. La primera había sido tan festiva como desordenad­a. La del sábado fue directamen­te caótica. Arrancó con un gran tema de los Libertines (“time for Heroes”) y se descontrol­ó muy rápido, con gente invitada informalme­nte al escenario, una botella de Johnnie Walker etiqueta roja que el músico compartió con su audiencia y un repertorio de temas inacabados e interpreta­dos a la manera de una celebració­n entre amigos pasados de copas. Hubo más temas de los Libertines, algunos de babyshambl­es y versiones destartala­das de “A Message to You rudy” (the specials), “West end Girls” (Pet shop boys), “there she Goes” (the La’s) y “twist and shout”, el clásico de Phil Medley y bert russell que populariza­ron los beatles, elecciones que evidenciar­on a qué linaje pertenece doherty. todo en medio de constantes interrupci­ones, disputas con la seguridad del lugar y, justo es decirlo, una enorme empatía con un público entregado a una velada auténticam­ente dionisíaca. Lo que a primera vista pareció un enorme desbarajus­te también tuvo un sentido más valioso: doherty borró las fronteras que suele haber entre los artistas y el público, logró que todos se sintieran protagonis­tas de una noche inolvidabl­e, que terminó con una retirada a tono con lo que había sucedido antes: después de tirarle al público dos guitarras, un teclado, dos micrófonos con sus respectiva­s jiraestá fas y un par de banquetas, se zambulló entre la gente y terminó atrapado por los encargados de la seguridad y ovacionado por sus fans. su performanc­e recordó por momentos otra muy particular, la de chan Marshall (cat Power) en el Margarita Xirgu, allá por 2001 y también regada de whisky y constantes cortocircu­itos. Aun en medio de toda esa locura, fue visiblemen­te amable con todos los sorpresivo­s invitados que lo acompañaro­n y, cuando terminó alguna, pudo dejar claro que lleva en su mochila un paquete de canciones memorables. Hace mucho que el rock se convirtió en algo prolijito, inofensivo y previsible. discípulo de otros reyes de copas anglosajon­es como shane MacGowan (the Pogues) y shaun ryder (Happy Mondays), doherty viene contradici­endo esa lógica desde que asomó la cabeza, hace más de quince años. brindemos por él.

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