Mundo corporativo cómo romper con el tabú de la muerte en las empresas
Tomás Olivieri Acosta creó Duelolaboral.net, una firma especializada en dictar talleres de duelo en el ámbito del trabajo
“La muerte también es parte de la vida corporativa.” Como un mantra, Tomás Olivieri Acosta, líder de Duelolaboral.net, repite esa frase que incomodaría a cualquier CEO, más empeñado en hablar de productividad, liderazgo y responsabilidad social. Para el hombre encargado de dar talleres de duelo en el ámbito laboral, en cambio, no se trata de una verdad perturbadora, sino de una verdad a secas: “Las empresas están formadas por seres humanos y los fallecimientos son parte de la vida”.
Comenzó como voluntario hace más de diez años: acompaña a las personas que transitan el período final de una enfermedad terminal. Por un llamado de una empresa de telecomunicaciones, Olivieri Acosta empezó a coordinar talleres de duelo laboral de forma independiente hace tres años, aunque hace dos meses dio forma al proyecto Duelolaboral.net. Hoy ya trabajó con empresas de la talla de Arcor, YPF y Farmacity.
El proceso empieza con reuniones con el equipo de recursos Humanos: allí se definen detalles del taller y se capacita a los expertos del área para acompañar a los empleados en el momento de la pérdida de un colega. Luego se habilita un espacio de cuatro horas durante la jornada laboral donde quienes quieran acercarse –de manera vo- luntaria– hablan sobre sus sentimientos tras ese fallecimiento. “Se toma conciencia de todo lo lindo que dejó ese colega, y cuando se puede hacer eso la gente que participa se llena de sentido”, explica el consultor.
Aclara que no se trata de un momento lúgubre ni triste, y que quienes son parte salen “con mucho agradecimiento” por haber podido honrar a su compañero. Además, el coordinador habilita un espacio para hablar sobre el futuro reemplazo de aquel colega, para que quienes están presentes en el taller expresen sus sentimientos al respecto y para “que salgan de su dolor y se pongan en el lugar de esa persona que va a llegar”.
Finalmente deja su mail a los asistentes al taller para que puedan realizar consultas posteriores, porque “muchas veces, en las charlas, se mueven asuntos personales y familiares”.
Disociación
Olivieri Acosta también trabaja con empresas en el caso del fallecimiento de hijos de empleados. En ese caso ayuda a los colegas de quien sufrió aquella pérdida para que estén listos para recibir a esa madre o padre una vez que se reinserten en la oficina. “Sirve para calmar la ansiedad de no saber qué decir o cómo actuar y para tener herramientas para acompañar”, subraya.
Hoy, dice el consultor, la muerte es un “tabú” dentro de las empresas, como en el mundo occidental. “Es un reflejo de la disociación entre lo racional y lo emocional. Hay un mandato cultural de que en las compañías tenemos que aparentar ser lo que no somos, que tenemos un rol que está hecho por un sujeto que no siente. Cuanto más podamos integrar nuestro ser con nuestro hacer, más completos vamos a sentirnos”, evalúa.
“Cuando se muere una persona dentro de una empresa, los demás no saben qué hacer con sus objetos personales. Quedan congelados en el tiempo y nadie se anima a seguir con eso. Lo que debería ser natural se torna antinatural”, explica, y así resume el sentimiento que reina en las compañías luego de un fallecimiento.
Olivieri Acosta detalla que en la mayoría de los casos, como “no se hace nada” y sólo se espera a que pasen los días, queda “enquistado algo que no se pudo expresar y compartir”, por lo que se generan comportamientos que no ayudan al día a día laboral. “Favorecer un espacio para poder expresar es lo más sano para la empresa, porque cuanto más rápido se pueda revertir esa energía estancada, más rápido la gente volverá a trabajar como trabaja”, indica. No obstante, el consultor resalta que cada vez más empresas se animan a transitar los duelos.
Cree que, así como las empresas están acostumbradas a hablar de habilidades soft y manejo del tiempo, se deberían cuestionar qué sucede cuando “la vida atraviesa a las personas” con situaciones límite. “Nos pasamos tres cuartas partes de la vida trabajando, y si no integramos la muerte estamos dejando de lado una parte fundamental del ciclo del ser humano”, concluye.