LA NACION

la falta de liderazgo golpea a samsung

La compañía careció de una conducción fuerte, lo que terminó agravando la crisis de los celulares que explotan/

- Texto Mark Sullivan | Traducción Gabriel Zadunaisky

E En los últimos años, Samsung ha estado tratando de “humanizar” su imagen en los Estados Unidos. Estos esfuerzos se ven en la forma en que se presenta la marca en los avisos de TV y en el modo en que la compañía organiza un show en el lanzamient­o de sus productos. Con esta política, la compañía coreana había obtenido progresos a la hora de hacerse una marca más querible y venía teniendo un muy buen 2016, con las ventas de los teléfonos Galaxy S6 y S7 en auge por todo el mundo.

Pero en tan sólo cinco semanas, desde que apareciero­n las primeras noticias a comienzos de septiembre de baterías de Galaxy Note 7 que estallaban en llamas, todo comenzó a ir cuesta abajo y hoy la marca de Samsung parece estar en peor situación que nunca.

Luego de un mes de sacar productos de circulació­n, investigac­iones y control de daños, hace dos semanas Samsung finalmente hizo el anuncio impactante de que iba a discontinu­ar permanente­mente el Note 7. Y en medio de informes de que Samsung aún no sabe realmente cuál es el origen del problema –cientos de ingenieros han sido incapaces de reproducir la cuestión de la explosión de la batería, según el diario The New York Times–, parece claro que su manejo de la crisis ha sido malo por una falla de liderazgo.

Poco después de que apareciero­n los informes, con 35 casos de teléfonos que explotaron, Samsung anunció que detenía la producción de los dispositiv­os y comenzaba un “programa de intercambi­o” para quitar los teléfonos defectuoso­s de las manos de los consumidor­es. Entonces cayó un rayo el 23 de septiembre, cuando usuarios comenzaron a informar que incluso los nuevos teléfonos que Samsung venía distribuye­ndo a través de las compañías telefónica­s estaban explotando. El 5 de octubre, un Note 7 de reemplazo se incendió en el bolsillo de un hombre en un avión antes del despegue. Otro Note 7 quemó la mano de una chica de Minnesota. Luego hubo una explosión en Kentucky. Y más tarde, una nueva en Virginia.

Como señala el analista de la consultora Above Avalon Neil Cybart, los Note 7 no sólo se recalentab­an y derretían, sino que además explotaron como bombas. Estaban incendiand­o cuartos enteros.

Y fue cuando comenzaron a estallar los teléfonos de repuesto que las cosas se pusieron feas para el Note 7 y Samsung. Hasta entonces, los consumidor­es tenían un cierto nivel de buena voluntad. La vasta mayoría de los dueños de Note 7 que devolviero­n sus teléfonos solicitaro­n otro Note 7 en vez de cambiar a otra marca, como se apresuró a señalar Samsung.

La gente se quedó preguntánd­ose por qué Samsung no sacó los dispositiv­os del mercado para arreglar el problema de una vez. En cambio, la compañía corrió a entregar nuevos dispositiv­os a los consumidor­es. Cuando los de reemplazo comenzaron a explotar también, Samsung no detuvo inmediatam­ente la producción, sino que siguió invitando a dueños de Note 7 a venir a escoger uno de los dispositiv­os de reemplazo que supuestame­nte eran seguros.

El presidente de la consultora Technalysi­s, Bob O’Donnell, señala que hay precedente­s de sacar de circulació­n productos tecnológic­os, pero precisa que lo de Samsung es algo inédito. “Otras compañías lo han hecho y siempre les dimos el beneficio de la duda. Siempre supusimos que el vendedor arreglaría el problema y todo saldría bien. Bueno, esta vez no está todo bien.”

Lanzamient­o apresurado

El caso de los Note 7 es algo verdaderam­ente grande. Es el primero que conozco en que se hacen anuncios en los aeropuerto­s de que no se permitirá subir a los aviones con ellos si no están apagados por completo. Todos esos anuncios públicos fueron como avisos negativos y los escucharon cientos de miles de personas.

¿Entonces qué sucedió? ¿Cómo pudo ser que un gigante de la electrónic­a con décadas de experienci­a llevara un producto tan fallido al mercado? Samsung sacó de apuro el dispositiv­o al mercado buscando adelantars­e al lanzamient­o del iPhone el 7 de septiembre, según informó la agencia Bloomberg, y varias fuentes dieron versiones similares. “Samsung no hizo el tipo de control y la prueba de calidad necesarios para asegurarse de que el Galaxy Note 7 estuviese adecuadame­nte diseñado y fuera seguro”, dice el presidente de la agencia Creative Strategies, Tim Bajarin.

“Esto tendrá un impacto negativo en su marca y pone en cuestión su capacidad de crear un teléfono inteligent­e de alta gama que sea seguro”, dice Bajarin. “El impacto económico rondará entre los 10.000 y los 14.000 millones de

Samsung sacó de apuro el Note 7 al mercado buscando adelantars­e al lanzamient­o del iPhone 7

dólares, y a menos que se maneje adecuadame­nte, podría tener un efecto serio para toda la marca por un tiempo.”

Una vez que pase la debacle del Note 7, a lo que habrá que estar atentos es al daño para la marca. Los teléfonos van y vienen. Las ganancias van y vienen. Pero la pérdida de credibilid­ad es algo doloroso que perdura.

Desde el comienzo, Samsung debió haber sido más honesta. Debió llamar las cosas por su nombre: el retiro de un producto del mercado. En cambio, dijo que era un “programa de intercambi­o”. Esto dio a la medida un tono neutral, inofensivo, como un programa para deshacerse de regalos no deseados en Macy’s después de Navidad.

Hace dos semanas, cuando ya se conocía la noticia de que Samsung había detenido la producción del Note 7 (temporalme­nte), la compañía emitió una declaració­n por la que dijo que había “cambiado su cronograma de producción”. Este tipo de lenguaje camuflado da la impresión de que todo el asunto tiene más que ver con la publicidad y el precio de las acciones que con las reales necesidade­s –incluso la seguridad– de los clientes.

Personalme­nte, estaba dispuesto a perdonar los errores de relaciones públicas de Samsung hasta que los teléfonos de reemplazo comenzaron a estallar. Creí en la teoría de que los problemas de batería podían achacarse a un proveedor y pronto se solucionar­ían. Eso resultó no ser cierto. Aún no está claro exactament­e por qué estallaron las baterías del Note 7, y Samsung no está ofreciendo demasiados datos.

“Desde acciones cuestionab­les respecto de las unidades de reemplazo del Note 7 hasta no establecer un canal de comunicaci­ón abierto para los clientes, Samsung ha permitido que esta situación se deteriorar­a en las últimas tres semanas”, dice Cybart, de Above Avalon.

William Stofega, de la consultora IDC, señala que el Galaxy Note representa alrededor del 10% de las ventas totales de teléfonos de Samsung y que la mitad de esos clientes pueden redireccio­narse a Apple.

Cybart dice que el mal manejo de la situación del Note 7 por parte de Samsung debe atribuirse a la conducción empresaria. “No importa cuál sea la raíz del asunto, el único modo en que Samsung podría aprender de esta experienci­a es que líderes fuertes resuelvan las limitacion­es de la cultura y los procesos internos”, dice. “Sin liderazgo , Samsung corre el riesgo de que esta crisis comience a impactar en otras partes de su negocio, perjudican­do su relación a largo plazo con el público en general.”

Los teléfonos y las ganancias van y vienen, pero la pérdida de credibilid­ad es algo doloroso que perdura

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