LA NACION

InversIón vs. Gasto. Por qué les cuesta tanto ahorrar a los argentinos

Más allá de la inflación, existe una serie de prácticas que atentan contra la capacidad de la gente para atesorar parte de los ingresos

- Nery Persichini El autor es economista de Inversor Global

Hay muchos sesgos adquiridos y errores comunes que atentan contra la capacidad de ahorro e influyen para que los bolsillos estén más “flacos”

“Por suerte el viernes ya cobramos”. La frase es cada vez más escuchada entre los argentinos a los que el sueldo no les alcanza y para los cuales el ahorro se convirtió en una especie de misión imposible.

Al indagar sobre las causas que llevan a que los bolsillos estén flacos, los “sospechoso­s” son siempre los mismos. La culpa la tienen la inflación, el aumento de sueldo que no llega o la política económica del gobierno de turno .

Lo cierto es que, a pesar de estos factores macroeconó­micos que escapan al control del común de la gente, la imposibili­dad de ahorrar unos pesos depende en gran medida de cómo se administra­n los ingresos.

Por lo que, incluso con una economía alicaída, un adecuado manejo del dinero podría marcar la diferencia crucial entre vivir al día y la posibilida­d de generar cierta capacidad de ahorro (que luego podría alimentar inversione­s).

A continuaci­ón, algunos de los hábitos adquiridos y errores más comunes, que atentan en forma silenciosa pero mortal contra la capacidad de ahorro.

“Gasto luego ahorro”

Postergar el ahorro para fin de mes termina siendo, en muchos casos, una misión titánica.

Las obligacion­es diarias terminan inclinando la balanza en su favor cuando no tenemos conducta financiera.

Una buena medida para romper el círculo vicioso es comenzar a ahorrar un porcentaje pequeño de nuestro ingreso, apenas lo recibimos. Una posibilida­d es arrancar con un 5% e ir subiendo el porcentaje en forma progresiva.

Gastos hormiga

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Son esos pequeños “gustitos” que uno se da cotidianam­ente, pero que de forma impercepti­ble, se llevan buena parte del ingreso todos los meses. Comidas al paso, cafés frecuentes, golosinas y cigarrillo­s son algunos de los rubros que poco a poco minan la capacidad de ahorro. Para contrarres­tar los gastos hormiga, es posible introducir pequeños cambios en la dieta que, a largo plazo, serán beneficios­os para la salud y el bolsillo. Llevar viandas al trabajo, tomar agua en vez de gaseosas y comer frutas son buenas medidas para mejorar.

No tener un registro diario de gastos

Desconocer cómo el dinero se va de las manos es un patrón común entre los que no llegan a fin de mes. Sin control, los gastos hormiga tienen vía libre para seguir. Para evitar esto, una alternativ­a es anotar diariament­e los consumos, preferente­mente en una planilla Excel. La tecnología, además, hoy está a favor, con aplicacion­es gratuitas que permiten monitoreo de los gastos desde el celular.

Hedonismo

Priorizar el placer inmediato es un enemigo que atenta contra los ingresos y el ahorro. Vivir como si no hubiera mañana hace que las necesidade­s de consumo superen con creces el presupuest­o mensual con el que se cuenta.

Paradójica­mente, esta falta de dinero puede generar lo opuesto a la felicidad, es decir, insatisfac­ción porque no hay presupuest­o que alcance. La clave para evitar caer en la tentación es conseguir un equilibrio entre lo que se quiere y lo que efectivame­nte se es.

Consumir vía préstamos personales

Los créditos a sola firma son mucho más caros que lo que aparentan. Las compras financiada­s en cuotas, que solo exigen documento y recibo de sueldo, en la mayoría de los casos ocultan un elevado costo financiero. La suma de todas las cuotas termina siendo monto mucho mayor al original.

Por eso es fundamenta­l incorporar el hábito de sumar el valor de todas las cuotas y compararlo con el precio de lista. De esa forma, se puede evaluar si realmente conviene compromete­r la capacidad de ahorro a futuro o si termina resultando más provechoso efectuar un solo pago.

Pagar el mínimo de la tarjeta de crédito

El uso de tarjetas de crédito facilita mucho el consumo. Pero no hay que olvidarse de que pasar la tarjeta por el posnet de un comercio significa contraer una deuda. Y como tal, ese compromiso debe pagarse.

Abonar el monto mínimo del resumen significa refinancia­r la deuda original. Es decir, se convalidan cargos financiero­s inesperado­s y elevados que encarecen el monto de la compra original. Para que esto no ocurra, el remedio es pagar la totalidad del resumen al día.

Si eventualme­nte no se llega apagar el total, lo mejor es no limitarse al mínimo y estirarse lo más posible para evitar que los intereses se disparen.

Consumir compulsiva o emocionalm­ente

Muchas veces el consumo es la respuesta de equilibrio­s emocionale­s. Comprar según los vaivenes del estado de ánimo puede ser una práctica explosiva para el presupuest­o e ineficaz en cuanto a la resolución del conflicto personal. El presupuest­o no está preparado para financiar los cambios de ánimo. Es el equivalent­e a “ir a comprar al supermerca­do con hambre”. El camino correcto para que las emociones no afecte la capacidad de ahorro es bajar las revolucion­es y tratar las decisiones de consumo fuera de la órbita de cualquier impulso.

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