Apuntan a errores del piloto por el accidente del avión
tenía dos escalas para recargar combustible y no siguió el protocolo de emergencias, según autoridades y la empresa aérea
BOGOTÁ (EFE).– Mientras el mundo aún no sale de la conmoción por la caída del avión que transportaba al equipo de fútbol brasileño Chapecoense, las autoridades colombianas y los directivos de la empresa LaMia apuntan a una serie de errores e imprudencias del piloto como desencadenante de una de las peores tragedias deportivas de la historia.
“Falla total, falla eléctrica total, sin combustible”, dijo en su última comunicación con el aeropuerto de Medellín el piloto Miguel Quiroga. Poco después, el avión se precipitó sobre el cerro El Gordo; 71 de sus ocupantes murieron y sólo seis sobrevivieron.
La grabación puso en evidencia que el piloto no comunicó correctamente la gravedad del problema a la torre de control, ya que los operarios colombianos no recibieron a tiempo la declaración de “emergencia”. Además, no cumplió con la recarga de combustible.
BOGOTÁ.– Todo lo que podía fallar falló en el vuelo que llevaba a los jugadores del equipo brasileño Chapecoense con destino a Medellín. Después del shock que conmovió al mundo, los indicios sobre las causas del accidente de la noche del lunes apuntaban ayer a una cadena fatal de malas decisiones que condujeron al trágico desenlace, con 71 muertos y seis heridos.
Según las autoridades colombianas, las cajas negras fueron encontradas en buen estado y serán claves para determinar qué fue lo que ocurrió. Pero los testimonios comenzaron a anudarse, sin necesidad de esperar los peritajes técnicos, para trazar la teoría de una suma de errores humanos como causa del incidente.
El combustible era insuficiente, no se siguió el plan de vuelo previsto y no se comunicó correctamente el problema a la torre de control. Una cosa llevó a la otra en el vuelo de la empresa aérea LaMia, que partió de Santa Cruz de la Sierra y que estaba a cinco minutos del aeropuerto de Medellín cuando se estrelló contra el cerro El Gordo, cerca de la localidad de La Unión.
El avión había sido contratado por el Chapecoense para llevar a Medellín a sus jugadores, que ayer debían enfrentarse al Atlético Nacional en el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana. Viajaban 77 personas, entre tripulantes, dirigentes, cuerpo técnico, jugadores y periodistas. Sólo sobrevivieron seis, algunos en estado crítico.
“Señorita, LaMia 933 está en falla total, falla eléctrica total, sin combustible”, advirtió el piloto a la torre del aeropuerto en un desesperado pedido de auxilio, según un audio revelado ayer. “Pista libre y esperando lluvia sobre la superficie LaMia 933, bomberos alertados”, fue la respuesta. Pero era tarde. La nave que piloteaba Miguel Quiroga había demorado demasiado en reportar su situación y orillaba el impacto contra las montañas.
Un primer audio difundido en las redes sociales de otro piloto que también se disponía a aterrizar en Medellín, de la aerolínea Avianca, había anticipado el drama que se vivía en la cabina del chárter.
Más tarde, en declaraciones al canal boliviano Unitel, el director de LaMia, Gustavo Vargas, comenzó a dar sentido a los hechos al señalar que el avión no cumplió con un plan de vuelo que establecía la ciudad boliviana de Cobija o, en su defecto, Bogotá como puntos de reabastecimiento. Sin autonomía suficiente para cubrir el tramo completo, la nave debía necesariamente repostar en una de estas dos escalas.
“Lastimosamente no pudimos reabastecer la nave en Cobija, que era el punto inicial, porque se nos hizo tarde y ese aeropuerto no trabaja en la noche. Entonces eliminamos Cobija, pero el piloto tenía el (sitio) alterno, que era Bogotá”, reveló Vargas.
El avión siguió de largo con un cálculo demasiado ajustado del combustible restante. No dejaba margen para ningún imprevisto. Y lo imprevisto sucedió: otro piloto de Avianca confió que un avión de la aerolínea Viva Colombia se declaró en emergencia para aterrizar por un derrame de combustible. La torre de control le dio prioridad de aterrizaje y puso a los aviones de Avianca y de LaMia a dar vueltas mientras sorteaba la situación.
“Estaban el avión de Viva Colombia, uno de Avianca, que venía a más altura, y el de LaMia, que se estrelló. El de LaMia llegó con el límite de gasolina y no tenía para mitigar la demora. El piloto del avión del Chapecoense preguntó si iba a tener mucha demora para aterrizar y a los dos o tres minutos pidió prioridad porque tenía problemas de combustible. Sin embargo, como había dos aviones debajo de él, tenía el turno número tres para aterrizar”, señaló el testigo.
Recién entonces el piloto de LaMia pidió “prioridad” para aterrizar. Pero también se quedó corto y lo dejaron esperando. Debió declararse en emergencia.
“El lenguaje aeronáutico es preciso. Cuando hay una situación
que compromete [la seguridad] de manera inminente, grave e insuperable, el lenguaje es «mayday» [ayuda]. La prioridad es otra instancia, que significa que no está necesariamente comprometida la seguridad”, explicó el director de la Aeronáutica Civil de Colombia (Aerocivil), Alfredo Bocanegra.
Sobre las posibles razones para no seguir el protocolo aéreo, el testigo de Avianca dijo que pudo ser “porque quedaba marcado en su hoja de vida, le cobraban una multa de 25.000 dólares y a la compañía también la sancionaban” por no volar con suficiente combustible.
La falta de combustible sería “un acto de negligencia”, porque el comandante de un avión debe saber cuánto necesita para llegar a su destino, confirmó el director de Aerocivil. “En todos los aeropuertos hay expertos que trazan los planes de vuelo y los comparten con las autoridades del país o ciudad de destino, y que deben tomar las medidas necesarias para garantizar un buen recorrido de un vuelo”, agregó.
Miguel Quiroga estaba comprometido por partida doble: además de piloto, era el dueño de la compañía. Y una curiosidad: el avión a su mando era el único de los tres que tenía la aerolínea que podía volar, ya que los otros dos estaban en mantenimiento.