LA NACION

Preocupa el avance del VIH en personas de más de 50 años

SALUD. En el país, en los últimos 10 años se triplicaro­n los casos en este grupo; lo vinculan a una cuestión de cultura generacion­al

- Mariana García

Se triplicaro­n los casos en el país en esa franja.

“¿Sabés lo que más me molesta?”, la mujer hizo una pausa, tragó saliva y siguió: “Se murió sin que lo pudiera insultar”. Del otro lado del escritorio, Patricia Patterson intentaba explicarle sobre antirretro­virales, los avances científico­s y su esperanza de una cura cercana. Pero a la mujer nada de eso le importaba. Sólo pensaba en su marido, que acababa de morir, y en cómo de un día para el otro se enteró de que le había sido infiel, que no se había cuidado y que, además, ella también tenía VIH.

Hace casi 20 años que Patterson trabaja en la Fundación Huésped. Siempre elige la historia de la jueza para mostrar cómo el virus no sabe de clases sociales, de familias “bien constituid­as” ni de elecciones sexuales. Pero desde hace tiempo la historia de esa mujer también le sirve para reflejar una nueva realidad: la de las personas que a la edad de empezar a disfrutar de los nietos se enteran de que tienen el virus.

Los organismos internacio­nales como las Naciones Unidas y la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ya dieron la alerta: las personas mayores de 50 años se están convirtien­do en un nuevo grupo de riesgo. Y la Argentina no es la excepción: en 10 años se triplicó la cantidad de nuevas infeccione­s en esta población. Mientras el número de nuevas infeccione­s se mantiene estable –6000 por año– los que varían son los grupos de riesgo. Así, los adultos mayores pasaron del 7% una década atrás hasta llegar al 20% hoy.

“Están completame­nte invisibili­zados, tanto por la salud pública como en sus propias familias. Llegan en estados muy avanzados porque nadie cree que puedan tener VIH. Son personas que empiezan a tener los achaques de la edad y a sus médicos lo último que se les ocurre es pedirles un test”, afirma Patterson.

Uno de los principale­s problemas con que se encuentran los especialis­tas es que para una generación, la que hace 30 años se horrorizó con los primeros casos, el VIH sigue siendo “la peste rosa”.

“Las generacion­es más jóvenes nacieron con el preservati­vo y, en proporción, lo usan más que los mayores”, dice Marcelo Villa, consultor en la Argentina de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OMS/ OPS).

El año pasado, la Fundación Huésped hizo una encuesta en centros de jubilados de la ciudad. El 70% contestó que jamás se hizo un test de VIH. Las razones más escuchadas fueron que no se les había ocurrido, que tenían una pareja estable o sim- plemente porque no lo considerab­an necesario. Sin embargo, sólo el 21% dijo que usaba preservati­vo. Susana Cahn fue quien estuvo a cargo de la encuesta: “Ellos no se visibiliza­n como personas en riesgo”.

Los especialis­tas coinciden en que son muchos los factores que influyen para que el VIH esté aumentando entre los adultos mayores: la mejora en la calidad de vida, con personas mucho más activas aún después de jubilarse; la aparición del Viagra, y la falta de temor a un embarazo en las mujeres se suman a una sociedad con menos prejuicios y parejas que se forman en la vejez.

Tanto Villa como Patterson se quejan por la falta de campañas orientadas a grupos específico­s. El infectólog­o Carlos Zala acaba de asumir la Dirección de Sida y Enfermedad­es de Transmisió­n Sexual del Ministerio de Salud. El especialis­ta también reconoce que los mayores de cincuenta años se están convirtien­do en un grupo de riesgo y que hasta el momento no se realizaron campañas apuntadas hacia ellos. “Es cierto que es un grupo etario un poco olvidado en cuanto al riesgo y el sistema médico quizá no los tenga en el radar –admite–. Por eso, ampliar el testeo es una política que se lleva adelante desde el ministerio. Hoy decimos que la mejor prevención es el tratamient­o.”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina