LA NACION

Negación y shock: para los familiares, un proceso difícil

Un equipo de profesiona­les médicos, psicólogos y enfermeros asiste a las personas cercanas y amigos de las víctimas; la ciudad sigue conmociona­da, por la proximidad con los jugadores

- Carlos Meneses Sánchez AgENCiA EFE

CHAPECÓ, Brasil.– Consternad­os y en medio de un duelo que tardarán años en superar, los familiares de las víctimas del trágico vuelo que acabó con el plantel del Chapecoens­e reciben tratamient­o psicológic­o en los vestuarios del estadio, en una ciudad que sigue de luto.

Psicólogos, médicos, psiquiatra­s y enfermeros atienden a los familiares y amigos de las víctimas que deciden acercarse hasta el Arena Condá, de Chapecó, en el estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil.

El feudo del “Huracán del Oeste”, nombre con el que se conoce al equipo, es hoy un espacio cargado de sentimient­os ante una de las peores tragedias de la historia del mundo del fútbol.

“Hay mucho dolor y sufrimient­o, muchas personas están en estado de shock y necesitan tratamient­o psicológic­o para lidiar con esta pérdida”, dice el psicólogo André Figueredo Pedrosa. Pero el tratamient­o no está escrito en un libro clínico con puntos a seguir: es personal, y más cuando “varias de las mujeres de los futbolista­s están embarazada­s”, mientras que otras “tienen muchos hijos de corta edad”, revela Figueredo Pedrosa.

Los familiares presentan un cuadro de estrés postraumát­ico y muchos de ellos llegaron al estadio sin todavía reconocer lo que había pasado. “Primero vimos que muchas personas acabaron negando lo que pasó. Decían que no había ocurrido y que no era así. Cuando se dan cuenta de que hubo un accidente, algunas entran en shock y en un tercer momento nosotros hacemos el trabajo clínico para que el familiar entre en un proceso de luto”, explica el psicólogo.

En ese estado se encuentra Eliana Carini, novia del jefe de seguridad del Chapecoens­e, Adriano Bitencourt, que iba en el avión.

“El sábado tuvimos un evento y se vino a despedir y me dijo: «Hasta la vuelta», pero esa vuelta no va a ocurrir ni con él ni con las otras víctimas”, se lamenta Carini completame­nte consternad­a sobre el césped del Arena Condá.

“Una compañera me avisó de la tragedia por la mañana y le respondí que no bromeara con eso, y cuando vi las noticias, no me lo creía”, confiesa. Después de ese primer momento de negación, llegan los recuerdos: “Hace dos semanas, él se tumbó conmigo y me dijo: «Mi amor, si yo muero en este momento, lo haré como la persona más feliz de este mundo»”.

Desde el punto de vista de Figueredo Pedrosa, el luto es “tortuoso”, pero “es algo necesario de hacer”.

También requieren de tratamient­o aquellos jugadores como el delantero Alejando Martinucci­o, el arquero Marcelo Boeck o el también portero Nivaldo, que no se subieron al avión por diversos motivos. “Pueden estar sintiéndos­e aliviados, pero al mismo tiempo hay un dolor por perder los compañeros de trabajo y pueden surgir preguntas de por qué ellos y no yo”, comenta el especialis­ta.

Nivaldo, que convivió tres años con el arquero titular Danilo, salía ayer destrozado de los vestuarios del Chapecoens­e, consciente ya de que sus compañeros “no volverán más”. “Cuando llegué al estacionam­iento, los autos de ellos (sus compañeros) aún seguían ahí”, expresa visiblemen­te emocionado.

Chapecó está sumida en un silencio sepulcral, como si se tratase de un día festivo eterno, debido a la cercanía que había entre los vecinos y los jugadores.

“En una ciudad grande, los aficionado­s sólo tienen contacto con los jugadores en el estadio, pero aquí no. Aquí la hinchada tenía contacto con ellos en los bares, en las escuelas y en las calles”, reconoce el psicólogo.

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Ricardo moraes/reuters Familiares de las víctimas rindieron tributo anoche al plantel en el estadio

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