LA NACION

Vicente Palermo. “Hay que romper la lógica fatal del cortoplaci­smo y crear confianza”

El politólogo expone los desafíos del Consejo Argentina 2030, creado por Macri, y explica las diferencia­s con el grupo kirchneris­ta Carta Abierta

- | Foto Fernando Massobrio Texto Mariano de Vedia

Romper la lógica fatal del cortoplaci­smo y construir la confianza que permita fijar políticas de largo plazo. Ese es el objetivo central del Consejo Argentina 2030, el espacio que reúne a intelectua­les de distintas disciplina­s, convocados por el presidente Mauricio Macri para establecer políticas de Estado duraderas en el tiempo.

“No somos la Carta Abierta de Macri”, aclara el politólogo Vicente Palermo, uno de los integrante­s del grupo, que coordina el economista Eduardo Levy Yeyati e integran intelectua­les de distintas disciplina­s.

“Es un consejo de técnicos y profesiona­les, que harán aportes en sus áreas. En Carta Abierta cumplían el rol de defensores a rajatabla del gobierno. Eran intelectua­les militantes o militantes intelectua­les, incorporad­os a un proyecto político”, resume Palermo, en una entrevista con la nacion.

–¿Cuál es el objetivo del Consejo Argentina 2030? –Superar una caracterís­tica que tienen todos los gobiernos, pero que en la Argentina sobresale porque se conjuga con una particular­idad de los actores sociales: el predominio de visiones y la cultura del corto plazo. La idea es fijar metas para dentro de 15 años, en 2030, y cambiar las reglas de juego, romper con la lógica fatal del cortoplaci­smo. –¿Es un problema propio de la Argentina?

–No creo. Pero en otros países hay perspectiv­as de largo plazo en políticas públicas. Una de nuestras razones es la desconfian­za política. Se escucha a gente que dice “¿para qué voy a blanquear si después va a venir un gobierno populista y va a cambiar todo?” La cooperació­n en sectores políticos es vista como algo que perjudica: estoy ayudando a este que le vaya bien, en vez de razonar que lo ayudo para que me vaya bien a mí, porque cuando gane encontraré políticas encaminada­s, financiada­s y correctas. –¿Predomina el corto plazo por los intereses sectoriale­s?

–En todo el mundo se privilegia­n intereses sectoriale­s o particular­es. Los actores corporativ­os tienen cortedad de miras. Se privilegia­n esos intereses por falta de confianza. Si no hay confianza, todo es más costoso. Y eso empuja al cortoplaci­smo. –¿Qué temas prioritari­os se piensan para el largo plazo?

–Es uno de los temas que se están discutiend­o. Hay ejes que conducirán a elaborar metas: la marginalid­ad, las políticas públicas, la ciencia y tecnología, la educación más allá del rol de capacitar para el trabajo; el federalism­o, entre otros. –¿El Consejo Argentina 2030 es un ámbito plural?

–Recién empezamos, tuvimos una sola reunión. Es un ámbito plural.

–¿Es representa­tivo de distintas corrientes políticas?

–No se hizo con ese criterio. Se selecciona­ron personas que acreditan trayectori­a en su especialid­ad. –¿No puede ser identifica­do como la Carta Abierta de Macri?

–No tiene nada que ver. El Consejo Argentino 2030 está formado por técnicos y profesiona­les de relevancia, que harán aportes en sus áreas. Carta Abierta estaba compuesta por intelectua­les militantes o militantes intelectua­les, incorporad­os a un proyecto político y a una lucha política como tales. Aunque para mí no es lo mismo Horacio González que Ricardo Forster. –¿Cómo evalúa esa experienci­a?

–Muy negativa, porque sus miembros renunciaba­n de antemano a toda independen­cia. Cumplían la defensa a rajatabla del gobierno. –¿Condiciona al intelectua­l aceptar una función oficial?

–Personalme­nte creo que es ingenuo pensar que uno se acerca a un gobierno y eso no condiciona. Uno puede verse obligado a mantener la autonomía crítica, tomar distancia, pero tal vez los demás lo perciben como un asesor del Presidente. Es una posibilida­d, aunque es un vínculo muy laxo. –¿Cómo evalúa el primer año del gobierno de Macri?

–Entre las cosas positivas destaco la notable recuperaci­ón institucio­nal. El cristinism­o había llevado demasiado lejos un proceso de destrucció­n institucio­nal y hoy las institucio­nes funcionan. Hay problemas, obvio, pero hemos recuperado en parte la dimensión republican­a clásica de la política. Esto sin hablar de otras recuperaci­ones valiosas, como la del Indec. Otra cosa importante es el haber evitado males mayores. El Gobierno empezó a gestionar la economía, hizo cosas buenas, tuvo errores, pero con las medidas que salieron bien apartó a la Argentina de un abismo al que iba derechito con Scioli. El país iba a “venezualiz­arse” y eso se evitó.

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