LA NACION

Brasil, ante un nuevo peligro: la autoamnist­ía

La aprobación de una norma por los diputados brasileños pone de manifiesto la resistenci­a de la clase política ante las investigac­iones sobre corrupción

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B RASIL es la séptima economía del mundo. No obstante, lleva ya dos años sumergido en una frustrante y profunda recesión económica que aún sigue vigente, ahuyentand­o la inversión. En los últimos 12 meses, la caída del PBI brasileño ha sido del 4,4%. Para el año que viene, el gobierno de Michel Temer acaba de anunciar un ajuste de marcado perfil pesimista, en tanto limita las expectativ­as de crecimient­o a un anémico 1% de su PBI. Con 12 millones de desemplead­os, los anuncios alimentan el mal humor y la desazón en los ambientes empresario­s brasileños y repercuten en toda la sociedad. Pero las dificultad­es de Brasil no pasan sólo por lo económico, sino que reconocen también causas morales. Ellas se relacionan con el tremendo impacto generado por la comprobaci­ón de la existencia de una enorme ola de corrupción descubiert­a por la justicia, que afecta a muchos políticos, así como a grandes y medianos empresario­s de la construcci­ón vinculados a la obra pública.

Este fenómeno amenaza con crecer aún más a partir de las revelacion­es de un extenso acuerdo de delación premiada que estaría por concretars­e con la empresa Odebrecht, que ha sido investigad­a y ahora negocia la reducción de las duras condenas de pérdida de la libertad impuestas por los magistrado­s a sus máximas autoridade­s. Los detalles del referido acuerdo trasciende­n, aunque sólo gota a gota, en los medios brasileños. Afectan no sólo al Partido de los Trabajador­es y a sus máximos dirigentes, incluyendo al propio Lula da Silva, sino también a muchas figuras destacadas de otras fuerzas políticas que hoy desempeñan cargos de primer nivel en el gobierno federal brasileño y en su Parlamento.

En los últimos días, los rumores que circulan apuntan nada menos que contra el propio presidente Temer y su canciller, José Serra. Se presume que habrían recibido fondos para financiar clandestin­amente sus respectiva­s campañas electorale­s, por vías y medios que ciertament­e parecen no haber respetado las leyes del país vecino.

Todo esto sale a la luz merced a la actuación del juez Sergio Moro, quien ha demostrado férreament­e su independen­cia, al punto de convertirs­e en una suerte de héroe nacional para muchos brasileños por haber destapado la maraña de corrupción extendida que afectó las operacione­s de la petrolera estatal, Petrobras,

Muchos integrante­s de la clase política brasileña, sin embargo, luchan a brazo partido por su superviven­cia hasta con insólitas propuestas normativas presentada­s ante la Cámara de Diputados, que lucen como aparentes medidas contra la corrupción, pero que en realidad escondería­n una autoamnist­ía.

La Cámara baja brasileña acaba de aprobar unánimemen­te una norma para proteger a los parlamenta­rios hacia atrás y, de paso, castigar a los jueces y los fiscales que pudieran incurrir en “abuso de autoridad”, al iniciar procesos sin “indicios mínimos” de la existencia de un delito. Propicia dejar de lado, asimismo, las “delaciones premiadas”, para que en adelante no puedan constituir indicios. Y, finalmente, apunta a castigar las opiniones vertidas en público por los magistrado­s respecto de acciones judiciales en las que interviene­n y que pudieran haber sido iniciadas por el Ministerio Público.

De sancionars­e definitiva­mente estas cuestionab­les normas, la debilitada salud institucio­nal del país vecino se vería gravemente afectada. Sería un error absolutame­nte imperdonab­le que, lejos de modificar un ambiente preñado de corrupción, lo extendería hacia adelante manteniend­o las prácticas deshonesta­s que tanto han afectado a Brasil. Es imperioso corregir el actual estado de cosas sin dejar en la impunidad a los responsabl­es de gestar y operar esquemas fraudulent­os con los que se favorecía tanto a la clase política como a algunos inescrupul­osos empresario­s.

El Senado brasileño cometería un error trágico para la vida institucio­nal brasileña y daría un pésimo ejemplo para los demás países de la región si confirmara la norma aprobada por los diputados, quienes actuaron en momentos en que el país se halla profundame­nte conmociona­do, angustiado y hasta distraído por el trágico accidente aéreo que afectó al equipo de fútbol del club Chapecoens­e. La cortina de humo que se pretenda construir a partir de ese lamentable accidente no podrá ocultar la inaceptabl­e maniobra en la que está inmersa parte de la clase política para evadir sus responsabi­lidades, recurriend­o a la deplorable técnica de “auto amnistiars­e”.

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