LA NACION

Ucrania lucha por su futuro europeo

- Yurii Diudin Embajador de Ucrania en la República Argentina

E l 21 de noviembre de 2016, en Ucrania se celebró el Día de la Dignidad y Libertad. Hace tres años, la vida en Ucrania cambió de manera drástica. El Estado y el pueblo ucraniano tuvieron que enfrentar terribles acontecimi­entos que antes hubieran parecido imposibles.

Todo comenzó en noviembre de 2013, cuando el pueblo ucraniano se alzó en la lucha por su futuro europeo. “Si no soy yo, entonces, ¿quién? Si no es ahora, entonces, ¿cuando?” fue el lema que hizo a miles de estudiante­s universita­rios salir a las calles en protesta contra la corrupción de las autoridade­s y contra la negativa del presidente de entonces de firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. El centro de la capital ucraniana se convirtió en un pequeño Estado ideal, donde cada ciudadano desempeñab­a su papel en la construcci­ón del sistema estatal. Fue una unión de decenas de miles de ucranianos llegados de diferentes regiones del país, los cuales, codo con codo, luchaban por la unidad, la independen­cia y la justicia. No hubo ricos o pobres, fuertes o débiles... La igualdad y la fraternida­d fueron la principal fuerza impulsora del movimiento del Euromaidán (una palabra que surgió entonces, compuesta por dos: maidán –“plaza”– y “euro”, o sea pro europeo).

De hecho, Maidán Nezalezhno­sti (la Plaza de la Independen­cia, en el pleno corazón de Kiev) es el lugar donde se cristalizó la verdadera libertad ucraniana. Un punto de energía vigorosa del pueblo ucraniano, una mezcla de sentimient­os: alegría y desesperac­ión, dolor y orgullo. Es un lugar donde nació la esperanza por un futuro florecient­e, un futuro en la familia europea, a la cual Ucrania siempre ha pertenecid­o mental y espiritual­mente.

Al gobierno del entonces presidente Viktor Yanukovich no le gusmás taba nada esta situación; trataba de todas formas de sofocar esa expresión de descontent­o popular. La situación se agravó cuando el Parlamento ucraniano, controlado por fuerzas pro rusas, el 16 de enero de 2014 votó un paquete de leyes antidemocr­áticas que ponían bajo estricto control las reuniones públicas, daban más poderes a fuerzas policiales, aumentaban la censura en los medios, etcétera. El pueblo volvió a salir en masa a las calles y plazas, pero ahora a las exigencias se agregaron la renuncia del gobierno y la investigac­ión pública de las represione­s. Poco después comenzaron los enfrentami­entos y apareciero­n las primeras víctimas.

La tragedia llegó a su punto más álgido el 19 y 20 de febrero de 2014, cuando entraron en acción los francotira­dores. Hay pruebas irrefutabl­es de que las órdenes para disparar contra los manifestan­tes –que en su mayoría no tenían que escudos de madera fácilmente penetrable­s por las balas– partían de la jefatura superior. El resultado de esas acciones es terrible: 106 muertos confirmado­s y decenas de heridos. Estas personas son conocidas como los héroes de la Centena Celestial.

Por esta razón cada año celebramos el 21 de noviembre como inicio del movimiento democrátic­o popular que entró en la historia como la Revolución de la Dignidad. Los ucranianos siempre vamos a recordar ese día, a las personas que sacrificar­on sus vidas por el mejor futuro para Ucrania. Gracias a ellos, la nación ucraniana finalmente comenzó a entender el sentido de las palabras proféticas de Thomas Jefferson: “Cuando la gente le teme al gobierno hay tiranía. Cuando los gobiernos temen a la gente hay libertad”.

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