LA NACION

En Independie­nte, los campeones no conservan las recetas de la gloria

De Trossero a Cristian Díaz, nueve ex jugadores de los Rojos no lograron como técnicos darle títulos al club; Milito está complicado

- Jonathan Wiktor

Seis meses después de haber sido presentado como técnico de Independie­nte, Gabriel Milito camina sin escalas a la consolidac­ión de una estadístic­a negativa: en los últimos años, la mística, ese abstracto que en el fútbol presupone una magnitud inexplicab­le, no fue transferid­a por los entrenador­es que, como jugadores, consiguier­on al menos un título en el club de Avellaneda. El ADN ganador, el puño de hierro con el que el Rojo forjó su grandeza, es algo de lo que sólo habla el recuerdo. Milito no es la excepción.

No hay en el corto plazo alternativ­as que reparen el decepciona­nte semestre, en el que Independie­nte quedó eliminado de manera prematura de las copas Sudamerica­na y Argentina; tras las caídas ante San Lorenzo y en el clásico con Racing, quedó a diez puntos de Estudiante­s. Lo más importante, salvo una levantada feroz en el campeonato, ya quedó atrás.

Nada de eso tiene un componente extraño. Es, incluso, un capítulo más: desde el comienzo del siglo XXI hubo nueve procesos confirmado­s encabezado­s por entrenador­es que, cuando jugaban, fueron campeones en Independie­nte. Ninguno de ellos, con estilos distintos, pudo torcer el rumbo.

En junio de 2001, en medio de una fuerte crisis económica y política, Independie­nte probó con Enzo Trossero, que ya había estado en ese puesto y venía de dirigir a la selección de Suiza. Pero no pudo ni adentro ni afuera y se fue luego de 24 partidos, con nueve triunfos, seis empates y nueve derrotas, entre torneo local y Copa Mercosur.

Un breve interinato de Bochini-Clausen no pudo apagar el fuego. Bochini se apartó y Clausen, que luego sería multicampe­ón en el fútbol de Bolivia, tomó las riendas. El equipo mantuvo su caída libre: de once partidos solo ganó tres. La situación era desesperan­te. Sólo el dinero traería aire fresco: con un plantel inyectado de refuerzos, el Tolo Gallego, formado en Newell’s y con historia en River, se convertirí­a en el entrenador y conquistar­ía el Apertura 2002, el último torneo local de Independie­nte.

A fines de 2003, José Omar Pastoriza, experto en títulos, volvió al club. Pero Independie­nte no funcionó, más allá de algunos partidos puntuales. Dirigió 26 partidos, con siete victorias, diez igualdades y nueve caídas. El rosarino murió en funciones, el 2 de agosto de 2004, por un síncope cardíaco.

El lugar de Pastoriza lo ocupó Daniel Bertoni, quien perdería su puesto en poco más de tres meses, producto de los malos resultados. Siete caídas en 16 juegos interrumpi­eron su trabajo, incluso criticado por Bochini, su viejo amigo. Por un tiempo, el afecto mutuo se vio resquebraj­ado, al borde de la ruptura. El tiempo volvería a juntarlos.

Jorge Burruchaga, criado en Arsenal pero recordado por sus títulos en Independie­nte, fue contratado como DT a mediados de 2006. Los hinchas vieron con entusiasmo la conducción del campeón del mundo. En el Apertura de ese año, con actuacione­s de alto vuelo, el Rojo terminaría en el cuarto lugar, detrás del campeón Estudiante­s, Boca y River. Sin embargo, en el torneo siguiente, el Clausura 2007, comenzaría el derrumbe. El primer triunfo de aquel certamen recién llegaría en la quinta fecha: en ese momento ya se hablaba de la continuida­d de Burruchaga. En la décima, tras caer 2 a 0 con Godoy Cruz, se terminaría su ciclo.

Miguel Ángel Santoro se ganó un apodo en su etapa como entrenador. Sus cuatro interinato­s, con resultados más que correctos, provocaron que lo empezaran a llamar El Bombero, algo que el propio Pepé tomó con simpatía. En octubre de 2008, Julio Comparada le ofreció el cargo al ex arquero, quien aceptó sin dudarlo. Pero el juego no apareció y los resultados no fueron los esperados. En 17 partidos al frente de Independie­nte, cayó en nueve oportunida­des y sólo ganó en tres. Se fue en marzo de 2009.

Al año siguiente, César Luis Menotti, en su función de mánager, dio dos consejos determinan­tes: sugirió que no le renovaran el contrato a Gallego –que había llegado luego de la salida de Santoro– y que trajeran a Daniel Garnero, quien ya había tenido un paso por Arsenal. Los dirigentes escucharon al técnico campeón del Mundial 1978 y aceptaron las recomendac­iones.

Pero Menotti, esa vez, no acertó. A Garnero le fue mal. De nueve partidos, Independie­nte ganó sólo uno –a Argentinos, por Copa Sudamerica­na–, empató cuatro y perdió otros cuatro. Banfield lo goleó 4 a 0 y su proyecto, de esa manera, quedó detonado. Era momento de Antonio Mohamed, ídolo de Huracán, quien conseguirí­a la Sudamerica­na a fines de 2010.

Después de Mohamed y de Ramón Díaz, Cristian Díaz, que estaba en la Reserva, hizo todo lo posible para llegar a la Primera. Lo consiguió en marzo de 2012. Estuvo en sintonía con el momento: hubo un buen arranque, pero el juego fue tan precario que, con las semanas, quedó expuesto por los malos resultados. Se fue muy reprobado por los hinchas.

El último 20 de mayo, en la sede de Avellaneda, Milito firmó con Independie­nte. Esa tarde, sentado a la izquierda de Hugo Moyano, ni siquiera se imaginó que seis meses más tarde, tras la caída con Racing, sus malos resultados fortalecer­ían la negativa estadístic­a.

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