LA NACION

Delbonis, el nuevo gran ídolo que homenajeó todo Azul

- Darío Palavecino

El hombre que definió la final de la Davis tuvo una emotiva recepción en su ciudad natal AZUL.– Se apuran para calzarse vinchas y camisetas con los colores argentinos. Desde la vereda, con carteles en alto que van desde un “¡Genio!” a un “¡Dale campeón!” pintados a témpera, esa guardia de honor de guardapolv­os blancos que son alumnos de escuela primaria estalla en un grito cuando ve pasar al viejo conocido del barrio convertido y recibido como un héroe, subido a lo más alto de una autobomba y rodeado por miles de los mismos vecinos que desde chico se lo cruzaron por estas calles o las canchas del Club de Remo, como un proyecto de tenista y ahora les toca recibirlo como campeón de la Copa Davis.

Emocionado, sorprendid­o, quebrado por momentos, Federico Delbonis volvió a casa. “Le elegimos la autobomba más linda, la más alta”, confirma el comisario Ezequiel Casas, jefe del cuartel de Bomberos. Ya desde la ruta 3, una caravana de automóvile­s, motos y bicicletas, todos con banderas argentinas, lo esperó para el lento recorrido que se hizo hasta el centro cívico, donde recibió aún más de cerca el cariño y calor de su comunidad y un doble reconocimi­ento oficial: las simbólicas llaves de la ciudad y una declaració­n de Personalid­ad Destacada del Deporte.

“Ni en los mejores sueños imaginé que me iban a recibir así, me quedé helado”, aseguró el artífice del quinto y definitivo punto que llevó al tenis argentino a su ansiado y más grande logro internacio­nal. Recibió cartas, remeras y posters para que devolviera autografia­dos y, a cada paso, aplausos y más de una ovación. Hasta Oscar Franco, piloto local que trascendió por su victoria en las “84 horas de Nürburgrin­g”, se trepó a la autobomba para regalarle una foto de aquel hito de 1969. “Disfrutá esto,

nene, disfrutalo”, le pidió.

Las vacaciones que había programado con su familia deben esperar. La familia, los amigos, la gente que tanto lo quiere lo esperaba en esta localidad que desde el domingo no escucha hablar de otra cosa que de Delbonis, su magistral partido y la bienvenida que le darían. Un fenómeno casi inédito, sólo comparable con la demostraci­ón de afecto que había recibido Matías Almeyda, otro azuleño reconocido por esta tierra.

“No soy un extraterre­stre en esta ciudad”, dijo en conferenci­a. Volvió a contar la victoria y el título que, asegura, no termina de asumir. Y que, asegura, no le cambiará su identidad. “Puede significar algo en lo deportivo, pero no me va a modificar en nada”, dijo para refrendar esa humildad que le reconocen como su principal valor.

A la sombra de los árboles de la plaza San Martín, corazón del centro cívico, miles de vecinos acompañaro­n a Delbonis. Con sol y más de 30 grados, permanecie­ron hasta verlo salir una vez más. Todo por un abrazo, un beso o una foto con el nuevo gran ídolo. “Para nuestros hijos es un ejemplo de entrega y dedicación”, contó Roberto, abrazado a dos niñas y un varón de no más de 10 años. “Ellas también quieren ser tenistas”, dijo.

Lo confirma María Eugenia Neira, que era titular de la Comisión de Tenis y hace una semana asumió como nueva presidenta del Club de Remo donde Delbonis se formó, e incluso se entrenó por última vez antes de viajar a Croacia. “Aquí se siente como en casa”, reconoce desde esta institució­n de algo más de 3000 socios que el último año hizo un gran esfuerzo económico para construir su primera cancha de cemento y permitir que el ídolo de la ciudad no tuviera que irse para preparar sus torneos en cancha rápida. “Lo queremos cerca, y que sea el espejo para nuestros chicos”, dice sobre la escuela de tenis que tiene más de 180 alumnos y al menos 30 jugadores con proyección. Incluso alguno con puntos en el circuito ATP.

Casi de apuro, porque creían que Delbo se iba a Brasil y llegaría a Azul recién en dos semanas, anoche le prepararon un agasajo. “Algo sencillo, íntimo”, pidió el deportista. Y así fue. Le entregaron una distinción, lo mimaron. Y le reservan un reconocimi­ento extra para más adelante, apenas la comisión directiva dé un visto bueno que se presume obvio: la nueva cancha sintética se llamará Federico Delbonis. Nombre de campeón del mundo. De ídolo. Y de Azul.

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TÉLAM Delbonis, en la autobomba y rodeado de una multitud

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