LA NACION

Quizás ahora al Sur le convenga mirar al Norte

por el eje profundo

- jorge búsico para lA NACioN

Amparados en su historia, en su poderío económico y, sobre todo, en su grandeza rugbística, los grandes de Europa tomaron rápida nota del colapso que sufrieron en la última Copa del Mundo, cuando todos sus selecciona­dos se marcharon antes de las semifinale­s. A un año de aquel festival de los miembros de la Sanzar, el Norte marcó clara supremacía en la ventana de su otoño, que culminará pasado mañana con un partidazo en Twickenham entre Inglaterra (invicto desde que cayó en la primera rueda de su propio Mundial) y los Wallabies, un duelo que además enfrentará a los dos mejores entrenador­es del mundo: los australian­os Eddie Jones y Michael Cheika.

Si bien las giras de noviembre nunca han resultado sencillas para los del Sur (como tampoco lo es junio para el Norte), esta edición tuvo una primera rápida lectura: Europa se preparó especialme­nte para voltear a sus rivales del otro hemisferio. Datos de la nueva realidad del rugby: Irlanda selló un histórico hattrick con All Blacks, Wallabies y Springboks; los neozelande­ses perdieron su invicto de más de un año en Europa y no en el Sur y, además, Francia también los tuvo al borde del nocaut; la Argentina y Sudáfrica terminaron 0-3. Otro dato de estas horas: el Seis Naciones incorporar­á por primera vez el punto bonus ofensivo a partir de 2017.

¿Qué fue lo que pasó? Son varios los factores por tener en cuenta. Por el lado del Sur, Sudáfrica y la Argentina atravesaro­n un 2016 de transición y necesitará­n cambios trascenden­tes a futuro, mientras que Australia se está empezando a acomodar de nuevo. Nueva Zelanda está en otra dimensión de todo. Por el Norte, lo que hubo fue un excelente diagnóstic­o –quizá algo tardío, es cierto– de que el período 2011-2015 necesitaba variantes drásticas, especialme­nte en Inglaterra, que no dudó en torcer su rica historia para llevar por primera vez a un entrenador extranjero.

Pero fue Irlanda el que mostró un camino posible para vencer a los popes de la Sanzar. También con un entrenador del Sur, el neozelandé­s Joe Schmidt, quien ya venía haciendo un gran trabajo, que se vio frustrado en el último Mundial cuando a la hora de la verdad perdió varios soldados valiosos y se topó con unos Pumas brillantes. Irlanda sometió a los All Blacks con una defensa asfixiante, que luego le permitió atacarlos. Una defensa entrenada por especialis­tas del rugby league, a los mismos que acudieron Gales, Escocia e Inglaterra.

A la opulenta Inglaterra, Jones, el mejor de todos, le agregó el plus que debe tener cualquier equipo: la búsqueda constante de nuevos métodos de entrenamie­nto; no quedarse nunca en el mismo punto. Campeón del mundo con Sudáfrica en 2007, finalista con Australia en 2003 y mentor del boom japonés en 2015, Jones investigó el uso del pie con Pep Guardiola, se metió en el Tour de Francia para estudiar la concentrac­ión de los ciclistas y también sacó rédito de técnicas del béisbol y del fútbol americano.

En una interesant­e entrevista publicada en el New York Times (en la sección de negocios internacio­nales, no en deportes), Jones aborda la vital importanci­a de la mente en el alto rendimient­o y certifica que se la puede entrenar a diario. Habla también de la necesidad de los deportista­s de cultivarse intelectua­lmente en sus horas libres (estudios, viajes, paseos) y de todo lo que aprendió de sus errores.

El mapa se dio vuelta. Quizás ahora, al Sur le convenga mirar lo que hace el Norte.

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