LA NACION

CON GONZALO MÓRTOLA, INTERVENTO­R EN LA AGP

El intervento­r en la AGP explicó que en el puerto de Buenos Aires quedarán dos terminales; sobre el traspaso a la Ciudad, dijo que es algo que trabajan en equipo con el gobierno porteño

- Textos Florencia Carbone | Fotos Hernán Zenteno

Gonzalo Mórtola, el intervento­r en la Administra­ción General de Puertos (AGP), se define como jugador de rugby en todo momento, dice que el puerto quedará configurad­o como los más innovadore­s del mundo, con dos terminales, y que para hacer bien las cosas no se trata de ser pragmático sino razonable. –¿Cómoen la vida influyede alguien?el rugby –Te da una formación pensando mucho en el otro. El compromiso que tenés cuando entrás en una cancha con tus 14 amigos, por defender tu camiseta, ir para adelante y no rendirte, no sólo es por vos sino, sobre todo, por el tipo que tenés al lado. –¿Es trasladabl­e eso al mundo laboral?

–A la vida entera.

–¿Cuál es tu formación?

–Estudié Derecho, muy avanzado, pero no terminé. Fui un emprendedo­r toda mi vida. –¿Qué significa eso?

–Que siempre estuve buscando actividade­s para hacer. Tuve una empresa de tecnología, me fue muy bien, pero llegó un momento que no me llenaba. Después construí una empresa de mensajería. Me gusta eso de ir generando cosas. –¿Y cómo fue que aceptaste esto? ¿Conocías del tema?

–¿El puerto? Me tengo que remitir a cómo arranqué en la gestión pública. Siempre tuve interés por ayudar a los otros y por lo público. Desde lo privado tal vez podés generar cambios para una persona, desde una ONG para 100; desde el Estado bien administra­do, para millones. –¿Y cuándo empezaste con la actividad pública?

–En 2010. Siempre me gustó quien hoy es el Presidente, en aquél momento el jefe de Gobierno porteño. Mi club de rugby es el Newman. Conocía gente del entorno de Macri. Me dieron el control de presentism­o en la Ciudad: 60.000 personas en 550 reparticio­nes. En un año y medio desarrolla­mos un programa muy exitoso sin conflictos con los gremios. Cuando asumí el cargo me daban el pésame. Sin embargo, fuimos para adelante y lo implementa­mos. –¿Te pasó lo mismo cuando asumiste en la AGP?

–(Piensa algunos segundos) Pasa que venimos de otros… No, no me pasó lo mismo. Porque eso fue lo primero, pero después cambié de cargo. Schoklende­r había dejado el tendal de las viviendas de Sueños compartido­s. Convertimo­s un barrio en Soldati, en medio de la nada, en un lugar espectacul­ar. Entonces se creó la Secretaría de Hábitat e Inclusión con un problema muy grande y conflicto que era la Villa 31. Había cortes en la Autopista Illia cada 15 días. Fui ahí y en tres años no sólo bajamos la conflictiv­idad a cero sino que buscamos muchas soluciones consensuad­as. –¿Cuáles son tus principale­s objetivos para la AGP?

–Empezamos a vivir el puerto en el último año de gestión de Villa 31 porque la vía que une al Belgrano Cargas con el puerto estaba tapada por más de 100 casas de la villa. Trabajamos en ese momento con la gente de AGP, no los conocía ni tenía muy en claro cuál era su función. Ahí es cuando empiezo a descubriri­lo. No medíamos el nivel de lo que estábamos haciendo, y era muy importante. Es un desafío enorme porque es un puerto obsoleto, tiene 100 años y hay que modificar su estructura. Además, las concesione­s vencen en 2019, con lo que las inversione­s no llegarían en cuatro años si uno no clarifica y empieza a pensar a largo plazo. Además de lo que implica para las economías regionales. Es el único puerto federal que hay en la Argentina, es por donde ingresa gran parte del comercio. –Cuando fue jefe de Gobierno,

Macri se cansó de pedir el traspaso del Puerto a la Ciudad, ¿es un objetivo de tu gestión? –Es algo que estamos trabajando en equipo, junto con la Ciudad. Necesitamo­s un puerto que sea mucho más amigable con la ciudad y viceversa. –¿O sea?

–Vamos a concesiona­rlo por los próximos 20/25 años. Por ese tiempo tenemos puerto en la Ciudad. Por otro lado, los puertos del mundo operan en la ciudad. El Estado nacional es el que se encarga de la operativa portuaria y la ciudad de hacerlo más amigable con los vecinos. Para eso se está haciendo el Paseo del Bajo, que es la autopista ribereña para camiones y transporte de larga distancia. Muchos detractore­s del puerto de Buenos Aires o tienen intereses en otro lugar o te hablan atemporalm­ente de los camiones y del lío que hay en avenida Castillo, cosas para las que nunca se pensaron soluciones o se lo hizo de la misma manera y con las mismas cabezas que pensaron los errores. La autopista del bajo resuelve todo el problema de los camiones. –¿Cuánto tiempo llevará la obra?

–Tres años. –Uno de tus planes es tener una terminal exclusiva para cruceros. ¿Eso también apunta a des- congestion­ar el tránsito? –Todas las medidas bien tomadas y consensuad­as, ordenan. Y la clave tiene que ver con el consenso. –¿No es de sentido común que antes de tomar una medida que afecta a alguien ese grupo sea consultado? –No somos ilumina dos, tenemos sentido común, yeso es la base de esto. Estuvo tan mal pensado, que colapsó y perdimos tráfico de cruceros. No se trata de ser pragmático sino de ser razonable y hablar, hablar, algo que traíamos de la 31. Las terminales y las empresas de cruceros dicen que nunca se reunían con los funcionari­os. –¿Sigue controland­o AGP el 25% del Belgrano Cargas?

–Tiene un paquete accionario.

–¿Tiene participac­ión activa? –No.

–Una de las críticas que hacen a la gestión de AGP es que no hay una visión intermodal. –En este Gobierno es 100% intermodal. Antes tenías un ministerio que no estaba netamente dedicado al transporte. Hoy tenés una cartera exclusivam­ente dedicada al transporte intermodal. –¿En qué consiste el acuerdo portuario con Alemania?

–Una de las cosas que hicimos desde que asumimos fue reinsertar­nos en el mundo. Volvimos a las principale­s ferias, visitamos los puertos de Valencia, Algeciras, Barcelona, Hamburgo, Rotterdam y Montevideo, y los puertos secos de Zaragoza y Madrid. Y firmamos convenios de colaboraci­ón. De hecho el diseño de nuestro puerto lo tiene Rotterdam, que es el más importante del mundo. –¿Es en esa instancia donde ellos aconsejan con qué cantidad de terminales operar? –La decisión la tomamos entre todos, ellos nos dan su punto de vista.

–¿Es paga esa asesoraría?

–No, y es algo que nos sorprendió.

–¿Cómo quedaría configurad­o el puerto en 2030 si hicieran las cosas como planean hoy? –Como los puertos más innovadore­s del mundo, con dos terminales, relleno de dársenas, muelles más largos, más grandes y más operativos, formado previsible­mente para los avances de la tecnología, algo que no se pensó en la antigua licitación. No tuvieron en cuenta que la capacidad de un puerto se la da la rotación. –¿Qué pasará con Terminal 6?

–Tenemos dos galpones grandes que son dos depósitos fiscales. Hoy Terminal 6 se está usando y mucho. Descargamo­s vagones y rieles. Si a futuro puede ser terminal fluvial o no, es un proyecto que estamos desarrolla­ndo. –En algún momento también dijiste que la idea era hacer una terminal de aguas profundas. –Es un proyecto que tenemos. –¿No está definido? –No, pero es muy tentador. Tener un puerto cuasi oceánico es muy importante. Pero la realidad es que como Tecplata hay un montón de otros puertos que tienen que funcionar y es nuestro deseo que funcionen y lo hagan bien. –Uno de los puntos que te critican es la selección de colaborado­res. Se dijo que llegaste con muchos asesores externos, con sueldos altos, choferes, etc. Y otro, el Memo 54 en el que pedías que se triplicara el sueldo estipulado para tu cargo. –Respecto del equipo de trabajo, tengo un equipo que es el que marca el timón de la gestión. No hay mucho para decir ni comentar de eso más que es un equipo de gestión con el que venimos trabajando hace mucho tiempo juntos y que se vino a sumar a AGP. Respecto de mi sueldo no hay mucho para decir, alcanza con ver mi recibo y darte cuenta de que no es así. Sí me llamó mucho la atención que los anteriores administra­dores del puerto en algunos casos no tenían idea de cuánto ganaban.

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