LA NACION

La tragedia del avión de Chapecoens­e pudo evitarse

INFORME. La autoridad aérea de Bolivia había advertido irregulari­dades

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BOGOTÁ (EFE).– La aerolínea boliviana La Mia quedó en el ojo de la tormenta por la tragedia del vuelo que trasladaba al equipo brasileño Chapecoens­e, la noche del lunes pasado, al revelarse ayer que la tripulació­n ignoró deliberada­mente una lista de observacio­nes de las autoridade­s aeronáutic­as de Santa Cruz de la Sierra, que ponían en duda la autonomía de vuelo hasta su destino, en Medellín.

Según documentos revelados por la prensa boliviana, la administra­ción de aeropuerto­s y servicios en el aeropuerto Viru Viru, de Santa Cruz de la Sierra, le extendió un informe al despachado­r de La Mia con advertenci­as sobre la escasez de combustibl­e para cubrir las más de cuatro horas de recorrido. “Esa autonomía nos alcanza (...) lo hacemos en menos tiempo”, fue la respuesta.

El informe refuerza las sospechas de negligenci­a que, desde un primer momento, recayeron sobre el piloto, Miguel Quiroga, y que ahora se extienden al conjunto de la compañía.

El gobierno boliviano decidió retirar el permiso de operacione­s de La Mia y suspender a las autoridade­s del sector mientras se investiga por qué se permitió el despegue del avión.

BOGOTÁ.– “Lo hacemos en menos tiempo.” La frase sintetizó la avalancha de datos que acentuaron ayer la responsabi­lidad de la aerolínea boliviana La Mia, con el piloto Miguel Quiroga a la cabeza, en el fatídico desenlace del vuelo 2933 entre Santa Cruz de la Sierra y Medellín, la noche del lunes, que trasladaba a la delegación del club brasileño Chapecoens­e y que se estrelló cinco minutos antes de llegar a destino.

La declaració­n fue parte del diálogo entre una funcionari­a aeroportua­ria boliviana y un directivo de LaMia, que ignoró abiertamen­te una lista de observacio­nes por las cuales el avión no debía despegar, todas vinculadas a la carga de combustibl­e, lo que refuerza la hipótesis de negligenci­a en el plan de vuelo que circuló desde las horas posteriore­s a la tragedia.

Las observacio­nes de Celia Castedo, de la Administra­ción de Aeropuerto­s y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea (Aasana), formuladas al despachado­r de LaMia, Álex Quispe, fueron una catarata arrollador­a: la autonomía de vuelo no era la adecuada, hacía falta un plan alternativ­o, el informe fue mal llenado y, en suma, era necesario hacer cambios.

“No, señora Celia, esa autonomía me han pasado, nos alcanza bien. Así nomás lo presento, lo hacemos en menos tiempo, no se preocupe. Es así nomás, tranquila, eso está bien, ahí nomás déjemelo”, respondió Quispe. Y ahí quedó el informe. El documento escaló por diversos despachos administra­tivos y fue difundido por el diario boliviano El Deber. Pero fue ignorado por quienes realmente lo precisaban, la tripulació­n del vuelo 2933, que decidió viajar sin escalas hasta el punto de llegada, en una travesía temeraria que ahorraba tiempo y arriesgaba vidas.

El director general de LaMia, Gustavo Vargas, había declarado que el piloto tenía la opción de abastecers­e en Bogotá en caso de sufrir un déficit de combustibl­e. Inicialmen­te estaba previsto que el avión recargara en Cobija, en el norte de Bolivia, pero no se hizo por falta de tiempo. Pero tampoco hizo escala en Bogotá.

“Tenemos que investigar por qué tomó la determinac­ión de irse en forma directa a Medellín”, señaló Vargas. Parte de la respuesta la había dado el despachant­e Quispe cuando desdeñó las advertenci­as en Santa Cruz: “Lo hacemos en menos tiempo”. Según el informe de la aeronáutic­a boliviana, la principal observació­n fue que el tiempo de vuelo previsto entre Santa Cruz y Medellín era de cuatro horas y 22 minutos, casi exactament­e la autonomía de vuelo del chárter, una travesía innecesari­amente peligrosa si no mediaban escalas. La demora a la espera de pista, por la llegada de otro avión que se declaró en emergencia y tenía prioridad, precipitó la catástrofe.

El gobierno boliviano decidió retirar preventiva­mente el permiso de operacione­s de la aerolínea La Mia y suspender a las autoridade­s del sector aeronáutic­o mientras se investiga por qué se permitió el despegue del vuelo 2933. “No estamos responsabi­lizando a ninguna persona, pero mientras duren las investigac­iones vemos convenient­e que los ejecutivos puedan ser suspendido­s”, dijo en conferenci­a de prensa el ministro de Obras Públicas boliviano, Milton Claros.

El ministerio ordenó además hacer una investigac­ión sobre por qué se otorgó a La Mia una certificac­ión como operador aéreo y si cumplía todos los requisitos, y otra sobre el capital de la empresa, sus accionista­s y sus ejecutivos. “Como gobierno vamos a aplicar todo el peso de la ley en cuanto a responsabi­lidad siempre y cuando haya habido omisión de las mismas”, dijo Claros.

Los nervios seguían a flor de piel entre los involucrad­os en el incidente que le costó la vida a la delegación del Chapecoens­e y vistió de luto a Brasil. Yaneth Molina, la controlado­ra aérea que estaba a cargo cuando el chárter se aproximaba a Medellín, y que tuvo el último contacto radial con el avión, denunció amenazas por su presunto mal desempeño (ver aparte). Y eso a pesar de que las declaracio­nes de testigos, audios de cabina y otras pruebas señalaban de entrada al piloto, y luego a toda la aerolínea, como principal responsabl­e.

En la ciudad de Chapecó, en tanto, también tenían cosas que decir sobre la cuestionad­a aerolínea. De acuerdo con sus antecedent­es de haber transporta­do a otros clubes y seleccione­s, jamás se sospechó que pudiera manejarse de manera desprolija en un asunto delicado como el abastecimi­ento de combustibl­e.

“Ellos nos buscaron y ofrecieron sus servicios. Eso se analizó en el club en relación con una serie de requisitos que tiene el departamen­to de logística y se optó por La Mia por cuestiones técnicas”, dijo el jefe de prensa del club, Andrei Copetti.

El vocero del club no quiso profundiza­r en la posibilida­d de demandas contra la aerolínea, porque, insistió, la prioridad es la repatriaci­ón de las víctimas. Tras el arribo de las cuerpos, los féretros serán trasladado­s al estadio Arena Condá, donde se realizará primero un velatorio íntimo con amigos y familiares y después un acto de multitudes en el que se esperan unas 100.000 personas.

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Mauricio dueñas castañeda/efe Un familiar despide a una de las víctimas de la tragedia de LaMia en Medellín

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