LA NACION

En busca de la mejor ley

- Gabriela Troiano —PARA LA NACIoN— Diputada nacional por el Partido Socialista. Vicepresid­enta de la Comisión de Discapacid­ad

E n 1992, la Asamblea General de la oNU proclamó el 3 de diciembre Día Internacio­nal de las Personas con Discapacid­ad. Este año se cumplen 10 de vigencia de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad. Por eso es oportuno reflexiona­r sobre los avances que hemos hecho en el reconocimi­ento de estos derechos.

No hace mucho, la discapacid­ad era considerad­a una enfermedad y la persona con discapacid­ad, un enfermo al que se trataba como crónico incurable. Había que brindarle la medicación paliativa y tratamient­os que lo mantuviera­n en el statu

quo que presentaba al momento de ingresar en el sistema de salud.

Luego el enfoque se tornó misericord­ioso o caritativo: las personas con discapacid­ad seguían siendo considerad­as enfermos, pero se las reconocía como un colectivo vulnerable al que había que proteger y beneficiar.

El enfoque ha ido evoluciona­ndo, y ahora las personas con discapacid­ad acceden a sus derechos de la misma forma que aquellas personas sin discapacid­ad y ese acceso debe garantizar­lo el Estado.

Muchas leyes argentinas han abierto el camino para el cambio de mentalidad y mirada. En 2006, la Argentina firmó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad, paso clave en la transforma­ción del concepto de discapacid­ad. Así, el principio de igualdad, que se encontró siempre presente en nuestra Constituci­ón nacional, comenzó a ser respetado e interpreta­do en sentido amplio. Tanto el Estado como la sociedad han transforma­do su forma de percibir a las personas con discapacid­ad, gracias a la lucha constante de las propias personas y de las organizaci­ones no gubernamen­tales que las representa­n.

Logramos considerar sujeto de derechos –ya no se trata de un enmejor fermo– que debe acceder a la educación común inclusiva, que debe acceder a las prestacion­es médicas, al transporte público en forma gratuita, que debe tener acceso a la recreación y a la organizaci­ón de actividade­s deportivas.

El entorno es el que determina la calidad de vida de las personas con discapacid­ad. En la Cámara de Diputados estamos trabajando un proyecto de ley (2115) que reemplaza a la ley madre de la discapacid­ad (22.431). El proyecto actualiza conceptos, pero sobre todo considera eje para crear la nueva normativa la consigna “nada sobre nosotros sin nosotros”. Ésta es una obligación según la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad, ya que establece que cuando se trata un cuerpo legal de tanta importanci­a hay que efectuar una consulta con las personas con discapacid­ad. Con esta indicación es que estamos trabajando para lograr la ley de discapacid­ad posible.

Hace dos años que este proyecto se viene debatiendo entre los representa­ntes de los distintos partidos políticos en la Comisión de Discapacid­ad del Congreso. Desde entonces hemos solicitado se arbitren los medios para que las organizaci­ones de personas con discapacid­ad y las propias personas participen en este proceso legislativ­o que tanto les atañe. Queremos que el debate de este proyecto de ley no esté teñido por mezquindad­es políticas. Por eso en esta fecha y desde el lugar que nos toca a cada uno en la sociedad trabajemos por llegar a acuerdos que beneficien a las personas con discapacid­ad, permitan concretar sus derechos y apunten a un enfoque amplio sobre el tema, donde las decisiones sean tomadas por sus protagonis­tas.

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