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Laprovittola analiza su experiencia en los Spurs junto con Ginóbili y otras grandes figuras; a los 26 años, disfruta de un momento único
El base argentino, que disfruta de la experiencia de integrar los Spurs, cuenta qué significa actuar con jugadores de la talla de LaMarcus Aldridge, Pau Gasol y Emanuel Ginóbili
La ventana de mi habitación da directo al Staples Center, el estadio de Los Angeles Lakers. Ahora lo estoy mirando y no puedo dejar de hacerlo. Sinceramente no lo puedo creer. Por momentos me cuesta entender lo que me está pasando, todo lo que estoy viviendo. Incluso, ahora tampoco tengo tan claro cómo explicarlo. Son demasiadas cosas todas juntas”.
Cuando tomó las valijas y se embarcó hacia Texas, la ilusión de ser parte de la elite del básquetbol era sólo eso, una ilusión. Es que había cierta mirada de reojo. No estaba claro si era posible la búsqueda. La aventura tenía demasiados riesgos. Pero Nicolás Laprovittola parece no saber de esas cuestiones. Tener un sueño, cumplirlo y estar a la altura del desafío es lo suyo. El pibe de Morón, hoy ya no tan pibe porque suma 26 en el calendario, fue a buscar un lugar en la NBA, lo consiguió, utiliza la camiseta 27 de los Spurs y Gregg Popovich ya le dio varios juegos en los que tuvo que mover la maquinaria San Antonio. Así de simple. Así de increíble.
Mantiene la calma en el discurso. En la conexión por Skype es nítido el tono: siempre moderado. Aunque cuando cuenta experiencias como la de compartir viajes con Pau Gasol, recuerda el debut ante Curry y Durant, relata las cenas en la casa de Manu Ginóbili o dice que le piden conectar dentro del campo a Kawhi Leonard y a LaMarcus Aldridge, se le atropellan las palabras y la emoción parece desbordarlo en la charla con la na
cion. Pero se controla, porque eso también es parte de su rol dentro del viaje más excitante que pudo haber imaginado para su carrera. –Tenías un sueño que era quedarte en la NBA y ahora compartís en Instagram fotos con Pau Gasol. ¿Qué sensaciones estás viviendo? –Es algo nuevo todos los días. Desde empezar jugando, por la lesión de Tony [Parker], hasta tener que esperar atrás del banco de los suplentes. Son sensaciones intensas. Son todas cosas por las que vine. Quería conocer desde adentro la NBA. Tener de compañero a Gasol en los viajes, cambiar de ciudad en ciudad cada tres días… Es algo diferente a lo que estaba acostumbrado. Los entrenamientos son muy distintos. Cuando no tengo participación me entreno mucho más para no perder ritmo. Tengo que estar listo para cuando me toque entrar. Estoy feliz por cómo está saliendo todo. Vine a buscar algo que no me esperaba. Pero me lo gané. Hice un trabajo muy bueno, me siento orgulloso de cómo jugué y cómo peleé por este lugar. Llegué acá sin tener mucho renombre y me hice un lugar en una franquicia increíble. –Si tuvieses que contar algunos detalles que te impactaron, ¿cuáles serían?
–Estoy aprendiendo cosas del juego. Venía con un ritmo del básquetbol de España, que tiene un nivel tremendo, pero acá en la NBA hay dos pasos más, por lo menos. Por los físicos, por los tiempos de reacción, por las milésimas de segundo que usan para tomar una decisión. Hay cosas que me van a hacer crecer mucho. Ahora me cuesta poder verlo o entenderlo. También me cuesta entender cómo es que llegué hasta acá. Pero si me pongo a pensar… El camino que hice fue un poco arriesgado, pero dio sus frutos. Esto tengo que disfrutarlo y dar todo para estar a la altura. –Que sea San Antonio la franquicia que te dio un lugar, que juega un sistema, que copió algunas cosas de la selección argentina, ¿te ayudó un poco a ganarte ese lugar? –Sí, creo que sí. Que tenga un sistema, que los roles de los jugadores estén bien definidos, que cada uno tenga su estilo para beneficiar al equipo, son cosas que me ayudaron. Tuve que adaptarme a todo esto para poder encajar. Venía anotando mucho, era un base muy ofensivo; sin embargo, en la función del tercer base tengo que cuidar la pelota, cada posesión, debo ser lo más sólido posible, tengo que intentar no perder en defensa y cuando veo una oportunidad debo ser agresivo y estar atento con el aro. –Todos hablan maravillas de Popovich como conductor. ¿Qué pasó en tu primer contacto con Pop?
–Cuando llegué no tuve tanto contacto con él. Estaba pensando más en cómo conectar a los jugadores más importantes dentro del sistema. Tenía la cabeza en la pretemporada. Charlaba más con otros entrenadores. Pero en el momento de comunicarme la determinación de que me quedaba, fue Pop quien me lo dijo. Él me anunció que me había ganado un lugar. Me explicó desde un primer momento cómo eran las cosas en San Antonio. Me dijo: “Nico, va a haber partidos en los que no vas a tener minutos, partidos en los que no te vas a cambiar, partidos en los que te tocará jugar y en otros hasta podés ser titular. Si vos querés jugar en otro lugar más tiempo, si querés tener más minutos, yo lo voy a entender”. Mi cabeza estaba puesta en San Antonio, acepté todo lo que este rol significa y estoy muy contento con la decisión que tomé. Para mí Pop es alguien muy grande, muy groso. Antes de llegar acá, pensaba que Pop era genial; después de escucharlo y que me explicara todo, amplificó su imagen para mí. –Entrar en la cancha, mirar para los costados y saber que tenés que hacer jugar a Leonard, Aldridge, Gasol, Ginóbili… ¿Qué te generó esa situación? –Eh… La verdad es que me cuesta un poco creerlo, pero ver a estos jugadores… Es lo mismo que me pasó cuando llegué a la selección, cuando era nuevo. Intentaba demostrar y quería ganarme el respeto de mis compañeros. Quería estar a la altura, jugar de igual a igual. Eso es lo que quise hacer desde el primer día acá. Nunca dudé de mis capacidades para hacerlo. Sabía que debía demostrar que comprendía mi rol. En el momento de jugar, tengo que entender que el equipo se apoya en otros jugadores, en las estrellas, en Leonard, Aldridge, Gasol, Parker… Intento hacer lo mejor para que ellos estén bien y yo también pueda estarlo. Para mí, lo principal era ganarme el respeto de mis compañeros. Era una de las pruebas que tenía para poder ganarme un lugar. –Dentro del campo, ¿quiénes te impresionaron?
–El comienzo de Leonard fue tremendo. Hasta Manu me decía que más no se le puede pedir. Hace todo y bien. Anota, defiende contra el mejor jugador, corre en las ofensivas, toma buenos tiros… La verdad es que es demasiado completo y está siempre a disposición del equipo. Es una máquina, muy difícil que se equivoque. Sorprende que sea tan sólido. LaMarcus es alguien increíble también, tiene un tamaño y una forma de tirar que se hace muy complicado de marcar. A Gasol ya lo conocemos de jugar en contra con España y sabía de la calidad que tiene, el gran jugador que es. Compartir con ellos un equipo es algo único. –Jugaste varios partidos en el arranque. ¿Qué representó el debut ante Golden State, con Curry y Durant, como rivales? –Jugar en el debut fue tremendo. Estaba con mucha energía. Resultó todo más que increíble. Porque íbamos a la casa de los Warriors, donde se suponía que ellos iban a vivir una fiesta y nosotros jugamos un partido perfecto. Debutar en la NBA con todo el mundo mirando ese partido fue algo único. No lo esperaba, pero cuando en el segundo cuarto llevábamos 20 puntos de diferencia, pensaba que si lo manteníamos podía llegar a jugar unos minutos. Y sucedió. ¡Se me movían solas las piernas! Quería entrar en calor para ingresar. Por suerte ocurrió y fue un momento maravilloso. Después me solté y en los partidos que me tocó jugar intenté demostrar que puedo jugar, que no me pesa, que puedo estar en la NBA. Que desde mi rol puedo ayudar al equipo. Intenté hacer lo mejor. Hay cosas que debo mejorar, hay jugadas puntuales o detalles en los que debo estar más atento, pero eso se va analizando de a poco. En líneas generales, siento que el rol que vine a cumplir puedo desempeñarlo. Espero poder tener más oportunidades. –Más allá del talento, ¿la diferencia es física? –La verdad es que hay un desarrollo físico tremendo. Los jugadores son impresionantes, los bases cada vez saltan más y son más agresivos, los pivotes tienen una agilidad y una capacidad de tiro impresionantes. Yo sé que no tengo el físico típico medio de la NBA, pero así y todo, estoy acá y listo para jugar. Tengo mi manera de jugar y mis herramientas para enfrentarme a esas diferencias. Capaz que con picardía, instinto e inteligencia, suplo todo lo otro. De esa forma, siento que puedo competir acá. Tengo que estar preparado para todo. Debo cuidarme en la alimentación, en los descansos… Si bien ahora no juego tanto, me entreno el doble o el triple que cualquiera de los que están jugando. Tengo que ser paciente y estar listo. –Ante semejante paso en tu carrera, ¿cómo se maneja a la familia y a los amigos?
–Toda esta movida NBA es increíble. No me esperaba tanto, pero tampoco me doy cuenta de todo lo que pasa. Ver una jugada mía en la TV o en los noticieros de acá, es algo que no estaba en mi cabeza. No es algo a lo que esté acostumbrado. Mi familia está pensando en venir a visitarme, mis amigos también. Yo intento ser un poco cauto. Busco compartir todo con ellos. Pero hay muchas cosas para las que ni yo tengo la respuesta. Pongo los pies sobre la tierra, porque esto recién es el principio. Tengo 26 años y espero poder estar acá mucho tiempo. –Ver jugadores increíbles, entrar en los estadios, por ejemplo el de los Lakers …
–Totalmente. Miraba el Staples Center… Quiero seguir sorprendiéndome con todo. El estadio de Boston, el de Chicago. Todo. En esta temporada, más allá de querer jugar mucho, porque es lo que me apasiona, también hay cosas que quiero vivir y conocer. Quiero aprovechar cada instante del mundo NBA.