LA NACION

Cristián laprida (h.) “estamos sorprendid­os con esto, nunca lo imaginamos”

- TExTo Alejo Miranda PARA LA NACION

la historia de Cristián Laprida (h.) es una de ésas en las que un aparente paso en falso resulta el disparador de un desenlace aun mejor. El martes fue la gran figura en la victoria sobre La Aguada-Las Monjitas que convirtió en semifinali­sta a Cría Yatay, uno de los logros más sorprenden­tes de las últimas décadas en el Argentino Abierto. Un año atrás, no obstante, “Magoo” atravesaba uno de los momentos más difíciles de su carrera: su primera temporada en Alegría no había estado a la altura de las expectativ­as y él terminó reemplazad­o por Guillermo Caset. Fue entonces cuando decidió armar un proyecto propio con su hermano Ignacio (“Iñaki”) y dos amigos, Joaquín Pittaluga y Valerio Zubiaurre, que por una lesión fue suplido en la clasificac­ión por Lucas James y en el Argentino por Guillermo Terrera. Mañana Cría Yatay volverá a la cancha 1, para enfrentars­e con La Dolfina por el pase a... la final de Palermo.

Paradójica­mente, el debut en el torneo fue ante La Dolfina, una dura derrota por 22-7 en la cancha 2. “Es un orgullo para nosotros volver a enfrentarn­os con ellos. Nunca lo imaginamos después del primer partido, en que nos dieron garrote”, reconoce Magoo. “Es una locura. Y pensar que arrancamos jugando la clasificac­ión en septiembre. Encaramos la temporada con muchas ganas, tratando de ir partido a partido. Estar en las semifinale­s y clasificad­os para 2017 es algo que nunca habría imaginado”, añade.

Cuando el mayor de los Laprida, de 31 años, debutó en el Abierto, en 2011 con Pilará, asomaba como uno de los abanderado­s de la renovación en el polo. De inmediato mostró su calidad, pero le costó romper el molde durante tres años en Las Monjitas. Parecía que la llegada a Alegría en 2015 era la oportunida­d que necesitaba para dar el gran salto, pero el cambio posicional a Nº 1 no lo favoreció, el equipo no logró el objetivo de llegar a la definición de zona y la experienci­a duró sólo un año para él. Terminó siendo para bien: fue entonces cuando se gestó este conjunto sorprenden­te.

“El año pasado no se dieron los resultados, pero quedé contento porque dejé todo y aprendí mucho. Eso fue clave para lo que pasó este año. Por algo ocurren las cosas”, acepta Laprida. “Lo que cuenta es que uno se esfuerce al máximo. Cuando quedé afuera de Alegría lo primero que pensé fue armar un equipo divertido y apuntar a jugar un tiempo largo, mejorando como equipo todos juntos”, cuenta. –¿Pasó por tu mente concentrar­te en tu carrera en el exterior? –No es que no lo pensé, porque es muy difícil organizars­e bien acá y afuera. Pero siempre quería seguir jugando en la Argentina. Quería seguir jugando contra los mejores. Eso sí: me llevé muchos caballos al exterior y me propuse encarar la temporada con lo que tuviera acá. –¿Cuánto les cambia con miras al futuro lo que consiguier­on?

–Cambia mucho. Ahora voy a organizarm­e mejor acá también. Estamos sorprendid­os con esto, nunca lo imaginamos. Ahora tenemos más tiempo para organizarn­os, para mejorar. Va a ser distinto, pero vamos a intentar seguir con esta mentalidad, como un equipo chico, y dar todo en cada

partido, disfrutand­o y valorando lo que hicimos. Es mucho esfuerzo jugar en la Argentina, en todos los niveles. –¿Cómo lograron enfocarse en el partido contra La Aguada luego de alcanzar el objetivo de clasificar­se para 2017, con el triunfo frente a Washington? –Ese triunfo fue muy importante para nosotros. Nos dio la chance de estar en 2017 y en cuartos ahora, pero no apuntamos todo a ese partido. Fuimos partido por partido, tratando de hacer lo mejor posible, sin matar los caballos, pero dando el máximo. Creíamos que si contra La Aguada jugábamos bien y dábamos todo otra vez, teníamos chances. –¿Cómo definirías el juego de Cría Yatay?

–Desde que nos juntamos en la primera práctica de equipo, en septiembre, nos propusimos jugar de forma simple, ordenados, sólidos en defensa. Nos han ayudado mucho con su experienci­a Nacho Novillo Astrada en la clasificac­ión y Pepe Heguy ahora. También hay mucha gente atrás que me ayudó a mí: mi viejo, que es un ejemplo como persona y jugador; Facu Pieres, que es más que un amigo y me aconsejó mucho; Pablo Mac Donough, que me llevó a Palm Beach e Inglaterra para jugar por primera vez ahí; Matías Magrini, que me ayuda con los caballos; los petiseros Clementino Chariani, Hernán Bianco, Joaquín y Héctor Carro y Cristian Miranda. Y por supuesto Rochi [Rosario Loza], mi mujer, y mi hijo, Rafa, de 6 meses. –¿Cuán importante es que se conozcan y se lleven bien?

–Joaco [Pittaluga] es de mis mejores amigos, de toda la vida. Con Iñaki quería jugar desde hacía mucho, pero nunca se había dado. Es increíble cómo está jugando, lo mismo que Terre. Son compañeros increíbles. Por eso estamos disfrutánd­olo.

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Mauro alfieri magoo laprida abraza a su hermano Iñaki (4): cría Yatay, semifinali­sta de Palermo y rival de la Dolfina

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