LA NACION

LOS SEPARAN LOS COLORES

Los Bou: Gustavo (Racing) y Walter (Boca) mañana serán rivales

- Texto Nicolás Zuberman

Los hermanos Bou, en verdad, no son sólo Gustavo y Walter. Son nueve. De menor a mayor: Walter, Gustavo, Emi, Darío, Patricia, Pompeya, Jorge, José Luís e Itatí. “Dormíamos apilados”, recuerdan en broma. Mañana, a las 18, confluirán todos en la Bombonera junto a su padre José Wenceslao, aunque hasta ayer el operativo para viajar desde Concordia hasta Buenos Aires aún no estaba armado. “Si vamos todos, vamos a llevar una bandera. Nos vamos a hacer notar”, cuenta José Luis desde el barrio Nebel, de Concordia, Entre Ríos, donde todos los Bou conviven a menos de tres cuadras de distancia.

La primera y única vez que se cruzaron dentro de una cancha Gustavo y Walter fue el 2/11/2014, en un Gimnasia 0 vs. Racing 1. “Galgo Bou tu familia está con vos”, decía la bandera que llegó desde Concordia. Ese era el debut como titular de Walter. Resultó el despegue de la Pantera: después de ese triunfo, la Academia ganó cinco partidos en fila y terminó dando la vuelta olímpica. En sus primeros seis meses en Avellaneda, Gustavo cambió las dudas del arranque por la idolatría: con diez tantos, fue el goleador del campeón.

La Pantera es la síntesis del sacrificio para

“tiene algo que a mi me falta, que es hacer una pausa. cada pelota trata de aguantarla o jugarla a dos toques”. Gustavo (sobre walter)

“es un jugador peligroso, que hay que tomar entre dos. si se da vuelta, es terrible”. walter (sobre gustavo)

una familia que se hizo a los golpes. Cuando él tenía 15 años, vivía en la pensión de River. La enfermedad de su madre María Amelia lo hizo recorrer esos 430 kilómetros entre Núñez y Nebel. “Negro, quiero que sigas con el fútbol, que triunfes, que puedas vivir de eso. Por más que me vaya, te voy a ayudar desde arriba”, fue el pedido de su vieja antes de partir. Le costó un mes recuperars­e. Un mediodía lo encontró llorando en la casa, mientras veía que su papá volvía en bicicleta del trabajo. “¿Por qué llorás?, preguntó José. “Extraño a la vieja”, respondió Gustavo. La devolución del padre fue un camino: “Y fijate que yo también estoy muy dolido, pero tengo que seguir adelante por ustedes”.

Gustavo Bou, de 26 años, lleva a sus dos padres en la piel. En el brazo derecho tiene tatuado el rostro de su papá y una sentencia: “soy capaz de lo incapaz por ti”. En el izquierdo, la cara de su mamá y dos frases: “gracias por todo” y “aunque mis ojos no te puedan ver, te puedo sentir, sé que estás aquí”. Cada gol que marca es un regalo para María: se besa el antebrazo izquierdo y mira al cielo, con sus dos índices apuntando hacia arriba. No parece una casualidad: de las cinco veces que le tocó jugar en el fin de semana del día de la madre, la Pantera convirtió cuatro veces. Enfrentar a Boca también lo agranda: contando los partidos de verano, con la camiseta de Racing festejó ocho goles en seis partidos.

El haber perdido a su madre joven unió a los hermanos. Sobre todo a Gustavo y a Walter, los más pequeños, que mañana a la tarde volverán a cruzarse dentro de un campo de juego, nada menos que en un clásico. El lunes pasado, después de que la Pantera haya convertido ante Independie­nte y de que el Galgo le haya marcado a San Lorenzo, pasaron todo el lunes juntos, con una caña de pescar de por medio. Ahora les tocará ser rivales. “Si hay que trabar, trabaremos. En la cancha de Gimnasia me acuerdo que hubo un córner, una pelota divida y fuimos los dos a morir. Yo me tiré al piso, él llegó con lo justo. La verdad ni vi quien era, después me di cuenta que era mi hermano”, recordó en la semana Gustavo, el ídolo de Walter, en una entrevista en el canal Fox.

No fue el único fin de semana en el que ambos convirtier­on. El anterior, fue el del día de la madre. Esa tarde, en la platea de la Bombonera, con una gorrita para pasar inadvertid­o, Gustavo se alegró por el gol de su hermano menor. Al otro día, Walter aprovechó su jornada libre para acompañar a su hermano hasta el Predio Tita, donde se entrenaba Racing. Más allá de las rivalidade­s y del profesiona­lismo, los dos coinciden en que existe una unión superior: la hermandad.

Desde que la Pantera se afianzó en Primera y tomó continuida­d, su padre ya no trabaja más. Los otros cinco hermanos siguieron el camino de José: se dedican a la construcci­ón. Incluso lo están ayudando a Gustavo a terminar su casa en Nebel. El mayor de los hermanos Bou, José Luis, asegura que él también tenía condicione­s para el fútbol. Jugaba de central y llegó a estar en el selecciona­do de Concordia. “Tuve que dejar. ¿Si me llegaba a lesionar, qué comía después?”, pregunta. En lo picados en el campito de Nebel, José Luis llevaba como refuerzo a Gustavo, 16 años menor. Muchas veces lo tenían que sacar, no por su nivel sino para protegerlo de alguna patada. Mañana el campito será la Bombonera: adentro y afuera de la cancha será todo de los Bou, como si fuera un barrio de Concordia.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina