Rozitchner, en el diván
El asesor de Mauricio Macri definió Carta Abierta como “un fenómeno humorístico”.
La entrevista tuvo lugar en el despacho que el filósofo y asesor presidencial tiene en Casa Rosada. –¿Podría definir qué hace exactamente como asesor de Macri? –Desde hace muchos años formo parte de un equipo en el que participan muchas personas como Mauricio, Marcos (Peña), Avelluto, Hernán Iglesias, etcétera. Participo en distintas reuniones, pero nunca sé exactamente cuál es mi aporte. En algunos casos resulta más claro, como cuando inventamos con Marcos los tres valores de Pro. Es como un negocio familiar donde no sabés exactamente qué hacés, pero está tu pedacito. –¿Cuál supone que es su valor agregado dentro del equipo? –Te diría que por un lado sería la informalidad. Yo tengo una visión hippie, vengo del rock, la marihuana, mi formación es filosófica, pero después muy rockera y muy marihuanera, y por eso al principio me sorprendió que sea tan fácil el trato con Mauricio, que venía de la ingeniería, el deporte y la empresa. –¿Hablan de marihuana con Mauricio? –Sí, alguna vez hemos hablado. –¿Y cómo fue esa charla? –Le pregunté si alguna vez había probado marihuana. Me contó que sí. No le interesa mucho, no es un marihuanero. –¿Cómo supone que influyen sus aportes en el Gobierno? –Supongo que es un granito de arena en un caldo muy de época. Este gobierno hizo un cambio muy fuerte respecto de los anteriores. Se relaciona de otra manera, usa otras palabras, tiene otras ideas, plantea otras relaciones humanas. Es más acorde al mundo actual, menos tenso, más colaborativo. Cuando empecé a apoyar públicamente a Mauricio fui muy criticado porque era inaceptable que un intelectual lo apoye. Aún hoy al mundo intelectual le cuesta. –Justamente una de las cosas que más le critican los intelectuales son los talleres de motivación y de optimismo que usted dicta. ¿En qué consisten? –En 2002 publiqué un artículo llamado Teoría del Entusiasmo tratando de explicarme a mí mismo esa palabra. A partir de ahí me empezaron a llamar de empresas porque quieren que las personas dejen de estar en posición de víctimas y estén más activas, se hagan cargo de sus responsabilidades. Hay una tendencia argentina, también occidental, que podría ser descripta como una neurosis, que consiste en no hacerse cargo de tu propia vida y pensar que siempre te están cagando. La palabra entusiasmo por ahí no genera tanta credibilidad, es demasiado buenista, pero me representa. –Muchos critican los conceptos de alegría y motivación argumentando que son de una enorme vacuidad discursiva, algo trivial en contraposición con los grandes significantes como “patria”, “pueblo” o “soberanía”. –La política tradicional adolece de esa simbología inútil que se interpone entre la gente y la realidad en vez de facilitarle cosas. Desarrollar un país no es acudir a la historia, al pueblo, sino ayudar a la gente a vivir. –Algunos se preguntan si esta versión de Macri que se ve, más conciliadora, es la verdadera, o si algunos de sus colaboradores más cercanos le proponen sosegar los rasgos más dominantes. –Nunca tuve la sensación de que hubiese que sosegarlo. Además todos esos colaboradores los eligió él. Mauricio eligió a Marcos como jefe de Gabinete, que es el gran terapeuta nacional; a mí me reeducó. Yo era un furibundo anti K y Marcos me mostró el camino, me hizo comprender que no había que pelear porque eso impedía acercarse a la gente. –¿A Macri también lo baja? –Nunca vi a Mauricio con necesidad de bajar los decibeles. –¿Nunca vio a Macri enojado con los empresarios, con ganas de llamarlos por teléfono y pelearse para que inviertan de una vez? –Nunca lo vi así. Sí sé que el sector que más lo irrita es el sector empresario. Supongo que le conoce los vicios y él esperaba que fuesen más patriotas apostando al crecimiento en vez de centrarse en la idea de ganar más plata a cualquier precio. –Usted también es hijo de padre famoso e importante. ¿Se identifica en ese punto con Mauricio? (León Rozitchner –1924-2011– fue un muy reconocido filósofo.) –Mi padre fue un papá muy bueno y cercano que me formó cuando era alumno suyo en la escuela de filosofía. Para mí era el mejor porque era el único que te enseñaba a leer. En términos políticos, yo continúo más su verdadero pensamiento que él mismo. Yo soy más fiel a la idea de que hay que terminar con la pobreza. La izquierda se va de boca, es puro simbolismo, es más piripipí, no sabe tratar con el mundo. Mi padre terminó apoyando a un gobierno hipercorrupto e ineficaz como el anterior. Escribió artículos a favor de Cristina, perteneció a Carta Abierta. –¿Y cómo era la relación entre ustedes? –Nos peleábamos por eso, pero después nos relacionábamos como padre e hijo. –Seguramente le han hecho la interpretación de que usted se hizo macrista por rebeldía hacia su padre. –Me parece una pelotudez. Pensar eso es propio de quienes no conciben que se puede superar a los padres. –¿Usted cree haber superado a su padre? –Sí, yo creo que fue un buen padre, por eso yo lo supero a él. Un buen padre habilita al hijo para crecer. –¿Cómo hace para mantener una distancia crítica del Gobierno? –No creo en la distancia crítica, me inclino más para el lado del involucramiento inteligente. El proceso se entiende mejor viviéndolo amorosamente desde adentro. Dejarte convencer por un proyecto no significa debilidad. –Su proximidad emocional con este proyecto podría compararse con la proximidad emocional que tenía Carta Abierta con Cristina. ¿Cuál es la diferencia? –Hay amores sanos, de afirmación de la vida, y otros amores enroscados o neuróticos. –¿Cómo es el de Carta Abierta? –Carta Abierta es un fenómeno mal comprendido. Es un fenómeno humorístico como el grupo Monty Python. Es una especie de producción humorístico-intelectual. El relato no es tan relevante. Las elecciones que ganó el kirchnerismo fue gracias a sus recursos económicos, no por la ideología. –¿Y qué pasará con el cambio cultural que proponen ustedes si la economía no arranca? –La economía va a arrancar lentamente, pero arrancará. –Dejamos acá.