LA NACION

la previa del día

- Texto Claudio Mauri

San Lorenzo no tenía la cabeza preparada para asimilar una seguidilla de golpes deportivos y, además, el coletazo anímico que significó levantarse el martes con la noticia de que el equipo rival que había enfrentado hace menos de una semana, había dejado la vida en un avión que se vino abajo. El domingo, a la salida del vestuario del Nuevo Gasómetro, Néstor Ortigoza había sido elocuente: “En una semana y media nos quedamos sin nada. Hay que tragar saliva”. Se refería a las eliminacio­nes en las copas Argentina y Sudamerica­na (esta competenci­a era el objetivo del semestre), a lo cual se sumaba la derrota ante Boca en un clásico en el que suele sentirse ganador.

Obviamente, las decepcione­s futbolísti­cas quedaron relativiza­das, entre paréntesis, cuando le tocó procesar la tragedia de Chapecoens­e. Esa angustiant­e sensación de que el destino juega a los dados para poner a uno u otro en una determinad­a situación.

San Lorenzo empieza a salir de ese estado de conmoción para atender la agenda, volver a un día a día que le exige recuperar el terreno cedido. Le queda el torneo local, al que nunca despreció, aunque ahora le prestará más atención. “Más allá de que tenemos alguna baja, estamos mentalizad­os para terminar el año lo más arriba posible”, dijo Diego Aguirre, que desde la tranquilid­ad y mesura que transmite describe la impresión que le causa su primera experienci­a de director técnico en nuestro país: “Me siento muy cómodo en el fútbol argentino, acá se lo vive distinto al resto del mundo”.

El entrenador uruguayo y varios de los referentes consideran que no está en cuestión la idea de juego que en esta serie de partidos no fue acompañada por resultados positivos. “Hay que seguir de esta manera, hicimos méritos para ganar algo en este semestre”, expresó Marcos Angeleri, uno de los referentes, que se recupera de una lesión. Para Aguirre, “la solución está en ganar”. Con esa prioridad, San Lorenzo visita hoy a Olimpo, que también necesita los tres puntos por otra razón: está en puesto de descenso. El Ciclón pudo alcanzar el primer puesto cuando cayó de local ante Estudiante­s, al que ahora tiene a cinco puntos. Desde entonces, el balance le deja un sabor de insatisfac­ción por corregir en los tres encuentros que le restan del año: Olimpo, Unión y Lanús.

Ricardo Caruso Lombardi dice que ya no sabe qué probar para que Huracán vuelva a ganar. No lo hubiera imaginado después de su debut triunfal en Tucumán frente a Atlético. Desde entonces, el Globo encadenó cuatro derrotas y dos empates. El panorama con el promedio del descenso se agravó. Hoy, es el primer equipo que se está salvando por delante de los cuatro que bajarían de categoría.

Una derrota esta tarde frente a Colón no lo pondría en la zona roja que ocupan Olimpo, Sarmiento, Temperley y Atlético Rafaela, pero el Tomás A. Ducó igual se levantaría contra el locuaz entrenador, que en la semana cerró las puertas para preservar a un plantel que no tiene muchas manifestac­iones de adhesión a su conducción.

Varios de los jugadores no vieron desde el primer momento con buenos ojos que por el renunciant­e Eduardo Domínguez llegara Caruso Lombardi, que representa­ba otro estilo de juego, otra considerac­ión por los referentes. Ese distanciam­iento se fue acentuando con los partidos. Después de la derrota del domingo frente a River, algunos futbolista­s se despegaron de la suerte que pueda correr el técnico. Cuando le preguntaro­n por la continuida­d de Caruso Lombardi, Matías Fritzler expresó que ellos debían seguir yendo a entrenarse, más allá de quien fuera el técnico, y dejó traslucir cierta molestia porque varios jugadores no ocupan sus puestos habituales. Romero Gamarra se sintió con derecho a recibir explicacio­nes de su reemplazo ante River. Damián Pussetto también fue sugestivo: “Si siente que no le respondemo­s, ya sabrá qué hacer”. Mancinelli fue expulsado por dar una patada alevosa sin necesidad.

En su breve ciclo de dos meses, a Caruso Lombardi no le tembló el pulso para sentar en el banco de los suplentes a referentes como Nervo, Bogado y Montenegro, o tener muy poco en cuenta a Toranzo. Intentó reforzar el medio con la inclusión del lateral Sosa y, dentro de su búsqueda incesante, desde hace tres encuentros hizo debutar al volante ofensivo Javier Iritier, de 22 años, en el club desde los 9, de promisoria­s condicione­s, y uno de los pocos de los que se podría escuchar un agradecimi­ento hacia el técnico.

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